Medio Ambiente España , España, Lunes, 22 de febrero de 2021 a las 17:39

Un modelo predice el impacto del cambio climático sobre el olivar

Un nuevo sistema consigue recrear más de un centenar de escenarios de clima, abarcando un amplio rango de variaciones meteorológicas

F. Descubre/DICYT Equipos del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA) de Córdoba, de la Universidad de Córdoba y del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM-CEIGRAM) han desarrollado un modelo que recrea los efectos del cambio climático sobre el cultivo del olivo en Andalucía. Para ello, utilizan un modelo de simulación junto con información meteorológica que permite recrear multitud de ambientes diferentes, con el fin último de definir estratégicas de adaptación específicas para el olivar andaluz cultivado en distintas condiciones meteorológicas.

 

El sistema, denominado AdaptaOlive 2.0, simula, a través de ecuaciones, el comportamiento del olivo y los cambios que tienen lugar en el árbol debido a condiciones meteorológicas extremas en un futuro cercano (2040-2069) y lejano (2070-2099). Para ello, los investigadores consideran diferentes escenarios a partir de la información meteorológica del periodo 1980-2010 procedente de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en diversas localidades andaluzas. De esta manera, han conseguido crear 149 nuevas combinaciones de clima que engloban distintas variaciones meteorológicas previstas para el futuro. Entre los componentes considerados en el modelo, se encuentran los estudios de clima perturbado (PC) y de superficies de respuesta al impacto (IRS).

 

El estudio de clima perturbado permite a los investigadores evaluar el comportamiento del olivar ante cambios de temperatura o variaciones de precipitación. Por su parte, las superficies de respuesta al impacto permiten realizar un análisis continuo del comportamiento del cultivo y detectar umbrales críticos de respuesta. “Por ejemplo, los fallos en la floración que podría generar el impacto del incremento de las temperaturas en invierno cuando ésta sobrepasa un determinado umbral”, explica a la Fundación Descubre el investigador de IFAPA José Manuel Cabezas Luque, ya que el aumento de temperaturas invernales podría provocar que el cultivo no acumule las horas de frío necesarias para la floración.

 

AdaptaOlive 2.0 realiza un balance de agua en el suelo con una frecuencia diaria para determinar el nivel de estrés hídrico (problema ante la disminución de precipitaciones) que sufre el cultivo en cada momento, y evalúa las temperaturas para identificar la ocurrencia de eventos de temperatura elevada o falta de frío invernal, que podrían generar reducciones en la cosecha y problemas de floración. Igualmente, en función de la radiación incidente, el modelo estima una producción potencial y las necesidades de riego del olivo. Aunque en anteriores trabajos han utilizado distintas variedades de olivo para realizar las simulaciones, en este estudio solo se han centrado en la variedad Picual, al ser una de las más difundidas en Andalucía.

 

En el estudio ‘Identifying adaptation strategies to climate change for Mediterranean olive orchards using impact response surfaces’, publicado en la revista Agricultural Systems, evalúa el efecto del cambio climático sobre el olivar mediterráneo y permite crear estrategias específicas según el lugar en el que se encuentre el cultivo. “En la versión 2.0 de AdaptaOlive se han añadido funciones que evalúan los posibles daños en floración ocasionados por las altas temperaturas y por la falta de frío invernal. Estas características, junto con las anteriores, dan mayor robustez al modelo”, comenta José Manuel Cabezas Luque.

 

Distintas estrategias para un mismo problema

 

Debido a la amplia gama de climas dentro de la cuenca mediterránea, en el estudio se han evaluado 3 comarcas con condiciones características: inviernos fríos y secos (como en Granada y Jaén), con inviernos suaves (Sevilla y Jerez) y condiciones intermedias (Córdoba).

 

Según los investigadores, las zonas con mayor riesgo para la viabilidad del cultivo del olivo se sitúan en la última sección de la cuenca del Guadalquivir y en las zonas costeras, debido al aumento de temperaturas invernales. Otras áreas afectadas se sitúan sobre las zonas olivareras de secano situadas en la provincia de Jaén, debido a la disminución de precipitaciones.

 

Contar con un clima tan variado provoca que un incremento de la temperatura de 3 o centígrados en Sevilla, que actualmente cuenta con inviernos suaves, genere problemas en la floración del olivo. Mientras, por el contrario, en Jaén o Granada este mismo aumento no afectará en la floración del olivo de forma significativa.

 

Los expertos apuntan que, debido al cambio climático para el periodo de futuro cercano, se estima que la producción de aceite de oliva de secano, mayormente ubicados en Jaén, podría incluso incrementarse debido al efecto positivo del CO2. Mientras que en aquellas zonas con inviernos suaves (como Sevilla o Jerez) la producción podría reducirse hasta en un 32%, por los efectos de la baja acumulación del frío durante el invierno.

 

Los investigadores apuntan que el incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera podría tener un efecto beneficioso para el olivo, ya que propicia una mayor eficiencia hídrica por parte del olivo y un aumento de la producción. Sin embargo, como indican los investigadores, este dato está sujeto a variaciones y desde IFAPA siguen trabajando en esta línea.

 

A la hora de definir estrategias de adaptación al cambio climático en zonas con inviernos suaves como Huelva, Cádiz o Sevilla, los investigadores recomiendan utilizar variedades con menores requerimientos de frío. En cambio, en zonas donde las precipitaciones son reducidas y con frecuentes episodios de sequía (como Jaén o Granada), se recomienda el uso de riego deficitario. Otras opciones que actualmente están estudiando y que podrán mejorar la sostenibilidad de los cultivos son la optimización del manejo del suelo, la planificación de la densidad de plantación en función de la disponibilidad de agua, o la mejora de la gestión de los recursos hídricos.