El acumulado de focos de calor en la Amazonia entre agosto y septiembre de 2022 fue el mayor desde 2010
AGENCIA FAPESP/DICYT – En un artículo publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, se verificó que el acumulado de focos de calor en la Amazonia brasileña entre agosto y septiembre de 2022 fue el mayor desde el año 2010. Además del volumen récord, superior a 74 mil focos, el grupo de investigación responsable del mismo constató que su causa no fue la sequía extrema, tal como hace 12 años, sino acciones humanas de deforestación recientes.
“La idea de esta publicación surgió cuando analizamos datos suministrados gratuitamente por el Programa Quemas”, comenta el investigador y becario de la FAPESP Guilherme Mataveli, en referencia al programa de monitoreo de incendios forestales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil. Mataveli realiza su posdoctorado en la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del referido instituto.
En líneas generales, el fuego aumenta históricamente durante esos dos meses, que corresponden al período en el cual las condiciones meteorológicas son más favorables a los incendios en aproximadamente la mitad de la Amazonia. “Pero la gran incidencia de quemas en el año 2010 se explicó debido a un evento de sequía extrema que ocurrió en gran parte de la Amazonia. En tanto, en 2022 no hubo nada análogo, es decir que el incremento de focos de calor estuvo claramente relacionado con otros factores”, explica Mataveli, quien estudia –mediante teledetección y modelado– la influencia del uso y de la cobertura de la tierra en las emisiones de material en partículas finas debido a los incendios en los biomas Amazonia y Cerrado, la sabana brasileña.
Cuando el grupo de científicos analizó en dónde aparecieron los focos de calor, con base en otro dato suministrado gratuitamente en el portal TerraBrasilis del Inpe, observó que en su mayoría (un 62 %) habían ocurrido en áreas de deforestación reciente. Asimismo, en comparación con el mismo bimestre de 2021, la existencia de focos de calor en áreas de desmonte reciente durante los meses de agosto y septiembre se disparó un 71 %; y los alertas de deforestación emitidos por el Sistema Deter del Inpe corroboraron este análisis, al indicar que el área deforestada fue un 64 % mayor.
“Otro análisis que arrojó un resultado preocupante fue la ubicación de esos focos de calor con respecto al tipo de tierra, es decir, si ocurrieron en tierras públicas, en minifundios o en propiedades privadas de pequeño o de gran porte”, dice Mataveli. Esta información también consta en el portal TerraBrasilis del Inpe y se basa en el Catastro Ambiental Rural (CAR), un instrumento que hace las veces esencialmente de declaración, mediante el cual el propietario de un inmueble rural suministra información sobre las características ambientales de su propiedad al organismo responsable.
De los focos de calor detectados en agosto y septiembre de 2022, el 35 % correspondió a tierras públicas en las cuales no se requiere el CAR, tales como Unidades de Conservación y Tierras Indígenas. Hubo un alza del 69 % de los focos de calor en esas áreas sin el CAR con respecto al mismo bimestre de 2021. “En los últimos años, la Amazonia se ha vuelto más vulnerable a la apropiación de tierras, y ese aumento significativo de los incendios constituye uno de los resultados de este proceso”, afirma el investigador.
Las metas climáticas
El avance del fuego, el desmonte, la degradación forestal, la minería ilegal y la apropiación de tierras en la Amazonia contrarían las metas que Brasil ha fijado internacionalmente en lo concerniente al combate contra el calentamiento global, tales como la eliminación de la deforestación ilegal en 2028 y la disminución de un 50 % para 2030 de las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los niveles de 2005.
Aparte de sus impactos negativos sobre la biodiversidad y sobre el mantenimiento de servicios ecosistémicos esenciales para la vida humana como la regulación climática, la deforestación fuera de control y las actividades asociadas a la misma ponen en riesgo a la economía brasileña. Los mercados compradores de commodities, como la Unión Europea, se encuentran inmersos en un proceso de aprobación de nuevas regulaciones que impiden la compra de bienes producidos en áreas deforestadas o degradadas.
“Este artículo apunta un problema sistémico que la sociedad debe afrontar seriamente. La reversión de este cuadro pasa por la sanción a los infractores, la implementación de políticas públicas eficientes, la comunicación con la sociedad y la búsqueda de soluciones alternativas basadas en la ciencia de punta, que sean sostenibles para el desarrollo de la región”, advierte Luiz Aragão, coautor del artículo.
“Una de las tareas que se erigen como desafíos en la agenda internacional que debe encarar el gobierno federal de Brasil que asume la gestión en 2023 consiste en identificar y responsabilizar a quienes están destruyendo ilícitamente la mayor selva tropical del mundo”, dice el científico, quien firma el artículo junto a Luciana Vanni Gatti y Nathália Carvalho (del Inpe), Liana Oighenstein Anderson (del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales), Gabriel de Oliveira (de la Universidad del Sul de Alabama), Celso H. L. Silva-Junior (de la Universidad de California, del Instituto de Tecnología de California y Universidad Federal de Maranhão, en Brasil) y Scott C. Stark (de la Universidad del Estado de Michigan).
Aragão, Anderson y Gatti también cuentan con apoyo económico de la FAPESP en sus investigaciones.