El ciclo de la hormona cortisol está alterado en las mujeres embarazadas con síntomas depresivos y puede afectar al proceso de gestación
UB/DICYT Las mujeres con síntomas depresivos durante el embarazo pueden sufrir una alteración en el ritmo circadiano del cortisol —una hormona necesaria para el desarrollo fetal— que podría afectar el curso de la gestación. Esta hormona aumenta de manera natural en las gestantes durante el embarazo, pero unos niveles excesivos de cortisol en las primeras fases de la gestación pueden tener efectos negativos en el desarrollo del feto, especialmente si el cortisol aumenta durante periodos prolongados y sobre todo cuando sus niveles suelen ser más reducidos (por ejemplo, durante la noche).
En las gestantes con síntomas depresivos, el aumento de los niveles totales de cortisol entre el primer y segundo trimestre de embarazo es muy pronunciado. En concreto, el que se produce en el segundo trimestre puede estar relacionado con una mayor tasa de parto prematuro y un menor percentil de peso de los bebés al nacer.
Estas son las conclusiones principales de un estudio publicado en la revista Psychoneuroendocrinology y dirigido por la catedrática Lourdes Fañanás, de la Facultad de Biología y el Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), en colaboración con el BCNatal del Hospital Clínico de Barcelona y el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. En el estudio han participado investigadores del Centro de investigación Biomédica en Red de salud Mental (CIBERSAM) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER).
Cuando el nivel de cortisol aumenta durante la noche
Durante el embarazo se producen muchos cambios fisiológicos y psicológicos en las gestantes. Durante la gestación, es frecuente que aparezcan síntomas depresivos en las mujeres embarazadas que no suelen ser diagnosticados en las consultas rutinarias. Sin embargo, estos síntomas podrían asociarse a una desregulación del ritmo circadiano del cortisol.
Esta sintomatología depresiva puede causar alteraciones en el primer y segundo trimestre del embarazo, de manera que «las gestantes no pueden reducir suficientemente los niveles de cortisol durante la noche, cuando tendrían que ser sensiblemente bajos», explica Águeda Castro, primera firmante del artículo y miembro del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB e investigadora del grupo del CIBERSAM. «Estas condiciones podrían afectar al feto, sensibilizando su propio sistema de respuesta al estrés — eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA)— o por toxicidad directa sobre las neuronas», añade.
El estudio se realizó en una cohorte de 112 mujeres en su primer embarazo (edades entre 18 a 40 años). Durante la gestación, los investigadores analizaron trimestralmente el ciclo circadiano del cortisol, la percepción del estrés y los síntomas depresivos de las madres.
«Nuestros resultados subrayan la importancia de valorar los síntomas subclínicos de depresión, o las situaciones de alto estrés psicosocial, en las madres a lo largo de todo su embarazo y no solo en los momentos más próximos al parto» indica la catedrática Lourdes Fañanás (UB-IBUB-CIBERSAM), coordinadora del trabajo. Y añade: «Esto es relevante incluso si no hay historia previa de enfermedad psiquiátrica o depresión en las madres».