Ciencia España Villablino, León, Jueves, 28 de septiembre de 2006 a las 13:37

Un paleontólogo del CSIC anuncia el descubrimiento en Villablino del escorpión fosilizado más antiguo de la Península Ibérica

El ejemplar tiene 300 millones de años y forma parte de una nueva especie del género 'Paraisobuthus'

MJF/DICYT Un equipo científico, dirigido por el paleontólogo del CSIC Juan Carlos Gutiérrez-Marco y en el que colaboran investigadores de las universidades de Yale (EEUU), Complutense de Madrid y del Instituto Geológico y Minero de España, ha constatado que un fósil encontrado en la cuenca minera del municipio leonés de Villablino corresponde al ejemplar de escorpión terrestre más antiguo de la Península Ibérica. La edad geológica del fósil es de 300 millones de años y corresponde a una especie nueva del género Paraisobuthus, de la que hasta ahora se conocían sólo cuatro especies. El hallazgo será dado a conocer mañana en las Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología que se celebran en la Universidad de León.

 

El fósil ha sido encontrado en un yacimiento del periodo Carbonífero ubicado en la parte oriental de la cuenca minera de Villablino. Dado que "hasta ahora no se conocía ningún fósil palezoico en la Península Ibérica, se puede decir que es el más antiguo, además del único fósil de escorpión existente en la península", ha explicado a la agencia DICYT Juan Carlos Gutiérrez-Marco. El ejemplar se encuentra bastante bien conservado, le falta la cola y su aspecto y tamaño recuerdan superficialmente al del escorpión gigante africano.


El fósil leonés reviste un gran interés paleontológico porque contribuye al conocimiento de la diversidad y biogeografía de los escorpiones paleozoicos. Este grupo de artrópodos aracnomorfos es muy raro en el registro fósil mundial, debido a la rápida descomposición de sus exoesqueletos orgánicos y a las escasas posibilidades de fosilización que ofrecen los ambientes subaéreos. Por ello, los escasísimos fósiles de escorpiones están vinculados en su mayoría a circunstancias geológicas excepcionales que se dieron esporádicamente tanto en los bosques hulleros paleozoicos como en los yacimientos de ámbar del Cretácico y Terciario.


De hecho, la conservación y hallazgo de este fósil ha sido posible gracias a varias circunstancias geológicas excepcionales que han permitido que haya perdurado a lo largo del tiempo, a pesar de no disponer de un esqueleto mineralizado y poseer una estructura orgánica que favorece su descomposición. Juan Carlos Gutiérrez explica que "este escorpión murió por muerte súbita y enterramiento inmediato a causa de la crecida repentina de un río". Según relata, "su enterramiento lo dejó a salvo de la descomposición por oxígeno y de los microorganismos, y todo ello es lo que ha hecho posible que haya llegado a nuestros días". Además, el paleontólogo resalta que el escorpión no se encuentra desarticulado, sino que conserva su estructura intacta.


El estudio del ejemplar indica que pertenece a una especie nueva del género Paraisobuthus, representado hasta ahora en el Carbonífero Superior en zonas de la República Checa, Inglaterra y Estados Unidos, por cuatro especies contemporáneas a la formación del supercontinente Pangea. La edad geológica del fósil de escorpión corresponde a la Estefaniense B (en torno a los 300 millones de años), y se trata del representante más moderno del género Paraisobuthus, datado tres millones de años antes.


Descripción del ejemplar


El escorpión estudiado mide cinco centímetros de longitud y su característica morfológica más destacada es el amplio surco central de la parte posterior del caparazón, que queda dividido en dos mejillas elevadas. La morfología general de su caparazón y sus apéndices concuerda con el género Paraisobuthus del Carbonífero Superior. Las diferencias morfológicas con las cuatro especies asignadas al mismo revelan que el ejemplar estudiado podría pertenecer a una nueva especie, pero para poder caracterizarla sería conveniente encontrar algún ejemplar conservado por su cara ventral, por lo que de momento ha sido identificado como Paraisobuthus sp.


El descubridor del escorpión fosilizado ha sido José Vicente Casado, el mismo que encontró hace cinco años el notable ejemplar de euriptérido (una forma acuática emparentada con los escorpiones) en otra mina de carbón cercana a Garaño (cuenca de La Magdalena), y más recientemente el bosque petrificado de Igüeña, en El Bierzo, que constituye el eje central de una exposición paleobotánica organizada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Tremor de Arriba (León).