“La pérdida de olfato puede ser el detonante de una enfermedad neurodegenerativa”
MMG /DICYT La localidad de El Barco de Ávila acoge esta semana el curso ‘Neuropsicología cognitiva del envejecimiento’, organizado por la Universidad Nacional a Distancia, un seminario que ayer contó con la presencia de la experta en gerontología Anna Fusari, que centró sus palabras en explicar los estudios del deterioro sensorial en el envejecimiento que ella misma lleva a cabo en los laboratorios de la Facultad de Psicología de la UNED.
Según estas investigaciones, que parten de la base de que “uno de los deterioros importantes de esta etapa vital es el de los sistemas sensoriales”, apuntan a que el primer sentido que se va perdiendo con el paso de los años es el del olfato. “Hablamos de pérdidas importantes porque pueden llegar a incapacitar y que no se pueden revertir, aunque en cierto modo sí se pueden poner los medios para conservar la funcionalidad”, ha explicado la psicóloga, que estudia la pérdida del olfato por la importancia que ésta puede llegar a tener en la salud del anciano. Y es que, tal y como ella misma se ha encargado de recalcar, “la pérdida del olfato puede ser el detonante de una enfermedad neurodegenerativa, como puede ser el parkinson o el alzheimer”. Es más, según Anna Fusari, estas pérdidas pueden hacerse presentes antes incluso de que se llegue a cualquier diagnóstico clínico y se hacen evidentes a partir de los 60 años, cuando comienzan a no identificarse todos los olores.
“Nosotros realizamos pruebas de identificación olfativa a los mayores”, explica la experta en gerontología, “para comprobar si aparecen hiposnias (pérdidas del olfato) y si éstas son acentuadas”. En ese caso, Anna Fusari insiste en que lo más importante es la estimulación sensorial, algo que, en cambio, no debe llevarse a cabo cuando se habla de la pérdida de la visión o del oído, dos sentidos que, según ella, tenemos hoy en día sobre estimulados.
“Es importante estudiar la pérdida del olfato porque, además”, continúa en su explicación, “está muy conectado con el gusto”. De hecho, ella misma recuerda cómo estos dos sentidos están procesados por el mismo área cerebral.