Los casos de deshidratación en verano son más frecuentes en ancianos hipertensos
JPA/DICYT La población anciana es especialmente vulnerable durante los meses de verano y aún más cuando padecen hipertensión arterial, ya que esta circunstancia incrementa el riesgo de sufrir deshidratación. Esto se debe a que el propio envejecimiento fisiológico se caracteriza por la lentitud del riñón para retener el sodio necesario, de manera que aumenta el umbral de la sed, lo que hace que las personas mayores necesiten un estímulo mayor para sentir la necesidad de líquidos, según la Sociedad Española de Hipertensión y Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA).
"La mayoría de los pacientes hipertensos reciben un tratamiento con fármacos diuréticos y, si además restringen enormemente su consumo de sal, la probabilidad de que sufran deshidratación es mucho mayor”, explica el doctor Juan Florencio Macías, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca y miembro, de acuerdo con la información de la SEH-LELHA recogida por DICYT.
Con frecuencia los ancianos, con independencia de si padecen o no hipertensión arterial, reducen drásticamente su consumo de sal en su dieta diaria, pero esta medida no tiene ninguna justificación fisiológica, según el doctor Macías. "La dificultad del propio organismo para retener sodio y la reducción del consumo de líquidos, habitual a partir de los 65 y 70 años, hace que deban tener una dieta con un consumo de sal normal que reponga esa pérdida”, apunta el doctor Macías.
Cambio de tratamiento
Por otra parte, la tendencia a utilizar los diuréticos como tratamiento para la hipertensión arterial no contribuye a mejoras este aspecto. En este sentido, el consenso alcanzado por varias sociedades científicas relacionadas con el manejo de esta patología señala que "el principal objetivo debe ser reducir las resistencias periféricas vascular, lo cual implica bloquear el sistema renina angiotensina", que es el mecanismo de control de la presión arterial por parte del organismo. Además, existen evidencias científicas que demuestran que este cambio en la pauta del tratamiento antihipertensivo en el paciente anciano "consigue reducir significativamente el número de casos de hiposodemia, de caídas, de trastornos cognitivos y de insuficiencia renal, asociados al uso de diuréticos en estos pacientes", asegura el doctor Macías.
En los últimos años se ha multiplicado la prevalencia de hipertensión en las personas de edad avanzada. "Las tasas absolutas de ancianos hipertensos han evolucionado desde un 40% hasta cifras absolutas en torno al 60 y 70%, unas cantidades que ascienden en función de los sucesivos tramos de edad", destaca el experto.