Alimentación España , Valladolid, Martes, 07 de septiembre de 2010 a las 14:01

Analizan el grado de parasitismo que sufren diversas especies de aves

La Universidad Europea Miguel de Cervantes realiza un estudio gen茅tico de los par谩sitos causantes de la malaria aviar

Cristina G. Pedraz/DICYT El parasitismo es una de las relaciones biológicas más frecuentes en la naturaleza. En ella, un organismo se aprovecha de otro (el llamado huésped) para cubrir sus necesidades básicas, como pueden ser las nutricionales o las reproductivas. Esta línea de investigación ocupa al Área de Ciencias Ambientales de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC), que estudia desde hace cuatro años la incidencia de los parásitos causantes de la malaria aviar en siete especies de diversos ecosistemas, desde la alta montaña a la llanura, como carricero común, el mirlo acuático o el pechiazul.

 

Francisco Campos Sánchez-Bordona, responsable del proyecto de investigación, detalla que se han obtenido resultados “sorprendentes”. “En determinados territorios de la provincia de Valladolid hemos detectado que el cien por cien de las aves estudiadas están afectadas, sobre todo las que se encuentran en zonas próximas al río Duero”, asegura. Se trata “de las aves migradoras que pasan el invierno en África y regresan a la península en época de cría”.

 

En cuanto a las especies de alta montaña, se encuentran menos parasitadas, “en torno al 30 ó 40 por ciento”, pero esta cifra es superior a la esperada. “Es un grado de parasitismo mucho mayor al que se conocía hasta ahora. Da la impresión que en la zona analizada, el Sistema Central, las aves están bastante parasitadas”, subraya el experto, quien profundiza en la situación de algunas especies.

 

De las aves estudiadas, la que se encuentra más parasitada es el carricero común que, como su nombre indica, “habita en los carrizos donde suele haber mucha agua y mosquitos, por lo que es fácil que se parasite”. No obstante, la mayor sorpresa la han dado el mirlo acuático y el pechiazul “por el tipo de parásitos y el porcentaje de aves infectadas”. “De un ave que vive a 2.000 metros se puede esperar que no esté parasitada, pero lo está”, insiste el investigador.

 

Análisis genético

 

En colaboración con el Laboratorio de Genética Molecular de la UEMC los investigadores comprueban ahora si, desde el punto de vista genético, los parásitos detectados son los mismos o diferentes a los que se ubican en otras zonas del mundo, principalmente en África y en Centroeuropa. En este apartado, los científicos también están obteniendo resultados inesperados, ya que “algunos de los parásitos hallados en aves de Castilla y León son únicos, o al menos hasta ahora sus características genéticas no habían sido descritas en ninguna otra zona”. En este sentido, los investigadores están en contacto con otros científicos europeos que trabajan en esta línea y a quienes ya se han comunicado las novedades.

 

En total, se han identificado 44 linajes de parásitos genéticamente nuevos para la Ciencia, cuyo genoma ha sido depositado en el banco de genes coordinado desde Estados Unidos. Del mismo modo, científicos de la UEMC han publicado varios artículos en revistas especializadas internacionales. Además, en los trabajos de investigación llevados a cabo han participado activamente los alumnos del Grado de Ciencias Ambientales. “El proyecto acaba en otoño pero esperamos obtener financiación para ampliar el estudio y seguir profundizando en el tema”, concluye Sánchez-Bordona.

 

La malaria aviar, muy diferente a la malaria humana

 

El parasitismo, como explica Francisco Campos Sánchez-Bordona, debilita mucho a las aves. Incluso, si la parasitemia es muy acusada, puede llegar a producirles la muerte. “Hay que tener en cuenta que son aves pequeñas, que pueden pesar 10 gramos, y que deben recorrer varios miles de kilómetros todos los años. Si tienen una mala condición física por estar parasitadas, el recorrido puede ser mortal para ellas”, advierte.

 

Los parásitos causantes de la malaria aviar son tres. Uno de ellos son los Plasmodium, muy patógenos, aunque todos se caracterizan por tener un ciclo de vida en dos fases, una asexual y otra sexuada, para la cual necesitan un insecto hematófago (que succiona sangre de otros animales). Los vectores de los Plasmodium se corresponden con tres géneros de mosquitos, mientras que los otros parásitos se transmiten por moscas. En el caso del Plasmodium, se multiplican primero en la piel adyacente a la picadura del mosquito y después pasan al torrente sanguíneo, lo que les dirige a todos los órganos del cuerpo (principalmente al hígado, al bazo, al pulmón y al riñón), donde se siguen multiplicando.

 

La sintomatología de las aves afectadas se compone de fiebre, anemia, falta de apetito y diarrea. No obstante, la malaria aviar es muy diferente a la humana y, por tanto, no afecta a la población. La importancia de investigarla radica en que pueden obtenerse conclusiones beneficiosas para la especie humana.