Analizan la eficiencia del filtrado de 227 tipos de mascarillas que se venden en Brasil
AGENCIA FAPESP/DICYT – La transmisión del nuevo coronavirus transcurre fundamentalmente a través de la inhalación de las minúsculas gotas de saliva y de secreciones respiratorias suspendidas en el aire. Por este motivo, el uso de mascarillas y el distanciamiento social constituyen las formas más eficaces de prevenir el contagio del COVID-19 mientras no haya vacunas para todos. En Brasil, las mascarillas de tela se ubican entre las más utilizadas, pues son baratas, reutilizables y se encuentran disponibles en diversos colores y estampados. Con todo, la capacidad de este tipo de mascarillas para filtrar partículas de aerosoles con tamaños equivalentes al del nuevo coronavirus puede variar entre un 15% y un 70%, tal y como revela un estudio realizado en el país, a cargo de investigadores de la Universidad de São Paulo (USP).
Dicho trabajo, coordinado por Paulo Artaxo, docente del Instituto de Física (IF-USP), cuenta con el apoyo de la FAPESP - Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo, e integra la iniciativa (respire!, cuyo objetivo consistió en garantizar el acceso de la comunidad universitaria a mascarillas seguras. Y sus resultados fueron publicados en la revista Aerosol Science and Technology.
“Analizamos la eficiencia de filtrado de 227 modelos vendidos en Brasil, ya sea en farmacias o tiendas de comercio popular. Nuestro objetivo era saber en qué medida la población se encuentra realmente protegida con esas diversas mascarillas”, comenta Artaxo.
Para llevar a cabo las pruebas, los científicos utilizaron un aparato que produce partículas de aerosoles de tamaño controlado –en este caso de 100 nanómetros (el SARS-CoV-2 tiene aproximadamente 120 nanómetros)− con base en una solución de cloruro de sodio. Una vez se lanza al aire el chorro de aerosol, se mide la concentración de partículas antes y después de pasar por las mascarillas.
Los modelos que se mostraron más eficaces en esta prueba, tal como era de esperar, fueron los quirúrgicos y las mascarillas del tipo PFF2/N95 –ambas de uso profesional y certificadas–, que lograron filtrar entre el 90% y el 98% de las partículas de aerosoles. Luego se ubican las de TNT (elaboradas en polipropileno, un tipo de plástico) y vendidas en las farmacias, cuya eficiencia varió del 80% al 90%. En último lugar se ubicaron las de tela, un grupo que incluye modelos fabricados con algodón y con materiales sintéticos, tales como licra y microfibra. En estos casos, la eficiencia de filtrado varió entre el 15% y el 70%, con un 40% en promedio. Y algunos factores se mostraron críticos a la hora de aumentar o disminuir el grado de protección.
“En general, las mascarillas con costura en el medio protegen menos, pues la máquina de coser efectúa orificios en la tela que aumentan el paso del aire. En tanto, la presencia de un clip nasal, que ayuda a fijar la mascarilla en el rostro, aumenta considerablemente el filtrado al ajustarla mejor. Algunos barbijos de tela se elaboran con fibras metálicas que inactivan al virus, tales como las de níquel o cobre, y por eso protegen más. Y existen también modelos de materiales con carga eléctrica que incrementan la retención de las partículas. Sin embargo, en todos estos casos, la eficiencia disminuye con el lavado, pues existe un desgaste del material”, comenta Fernando Morais, doctorando en el IF-USP y en el Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen), quien es el primer autor del artículo.
Inspira y espira
Según Artaxo, las mascarillas de algodón de dos capas filtraron considerablemente más las partículas de aerosoles que las fabricadas con una solamente. Pero a partir de la tercera capa, la eficiencia aumentó poco, en tanto que las posibilidades de respiración disminuyeron considerablemente.
“Una de las novedades de este estudio reside en que se evaluó la llamada respirabilidad de las mascarillas, es decir, la resistencia del material al paso del aire. Las de TNT y las de algodón fueron las mejores en ese apartado. En tanto, las del tipo PFF2/N95 no se mostraron tan confortables. Pero la peor fue una elaborada con papel. Este es un aspecto importante, pues si la persona no se aguanta ni cinco minutos con la mascarilla puesta, de nada sirve”, afirma Artaxo.
Tal como lo ponen de relieve los autores en el artículo, aunque lo hagan con una eficiencia variable, todas las mascarillas ayudan a reducir la propagación del nuevo coronavirus, y su uso –asociado al distanciamiento social– es fundamental en el control de la pandemia. Los científicos afirman también que lo ideal sería producir masivamente mascarillas del tipo PFF2/N95 para distribuirlas gratuitamente entre la población, algo que “debería contemplarse en futuras pandemias”, a juicio de Vanderley John, coordinador de la iniciativa (respire!, organizada por la Agencia de Innovación de la USP, y coautor del estudio.
“Ahora ya ha quedado probado que la principal forma de contaminación es a través del aire y que el uso de mascarillas permanentemente constituye una de las mejores estrategias de prevención, así como mantener las ventanas y las puertas abiertas para ventilar los ambientes lo máximo posible”, recomienda Artaxo.