Salud Argentina , Argentina, Viernes, 04 de mayo de 2012 a las 10:34

Buscan en la respuesta inflamatoria del Síndrome Urémico Hemolítico una pista para su prevención

Provocada por la bacteria ‘Escherichia coli’, esta enfermedad afecta especialmente a menores de cinco años

CONICET/DICYT Es uno de los grandes temores de los padres de niños pequeños, y no sin razón. El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es una enfermedad grave causada por una bacteria que puede estar presente en carne poco cocida o verduras mal lavadas. Los más afectados son los menores de cinco años, en quienes la enfermedad puede dejar severas secuelas a nivel renal, o incluso producir la muerte.


Como no existen tratamientos específicos -una vez diagnosticado el SUH, sólo resta tratar los síntomas y esperar que evolucione bien-, hoy las esperanzas están puestas en la ciencia médica y, más bien, en las posibilidades de desarrollar alguna vía preventiva. En este punto cobra importancia el Instituto de Medicina Experimental (IMEX), más específicamente un equipo de expertos liderados por Marina Palermo, bioquímica investigadora del CONICET, dedicados a estudiar la respuesta inmune en busca de algún indicio que les muestre, por anticipado, qué personas tendrán probabilidades altas de contraer el SUH.


Todo comienza con la ingesta de alimentos contaminados con la bacteria E. Coli, productora de una toxina llamada Shiga. Aunque generalmente ocasiona una gastroenteritis que no pasa a mayores, en un porcentaje de los niños infectados la toxina liberada trasciende el intestino y viaja por la sangre hasta el riñón o el sistema nervioso central. Allí es cuando la infección deriva en SUH, una enfermedad muy severa que produce falla renal aguda, anemia y disminución de plaquetas. Una vez diagnosticados, los pacientes son internados para contrarrestar los síntomas, a través de transfusiones y diálisis. Si bien la primera señal de alerta es la diarrea sanguinolienta, no hay hasta ahora manera de saber qué casos derivarán en SUH, y cuáles se repondrán sin problemas.


Hace casi 15 años, la doctora Palermo comenzó a estudiar el SUH desde el sistema inmunológico, para determinar cuán importante era la respuesta inflamatoria del cuerpo. “La inflamación es la primera línea de defensa del organismo, y lo que observamos en el SUH es que, a veces, esta respuesta es muy intensa, pero aún así no logra eliminar a la toxina. Por el contrario, termina potenciando su daño, y se vuelve contraproducente para los propios tejidos”, explica la especialista.


Los estudios en ratones les mostraron a los investigadores que, frente a la toxina, un tipo de glóbulos blancos llamados neutrófilos, largaban toda su artillería defensiva hasta quedar completamente “agotados”.


Simultáneamente, el equipo de trabajo comenzó a estudiar muestras de sangre de pacientes con SUH internados en hospitales. Esos análisis confirmaron muchas de las conclusiones obtenidas previamente, como el hecho de que los neutrófilos estuvieran exhaustos. En todos los casos, para el momento del diagnóstico, esas células ya estaban “agotadas”, lo cual indica que “cuando el paciente llega al médico, la explosión de la respuesta inflamatoria ya ha pasado”, explica Palermo, y continúa: “Saber que esta respuesta juega un papel central, no sólo implica una posibilidad de estimar el pronóstico, sino que permite pensar en una estrategia de intervención. Si pudiéramos saber cuáles de los pacientes con diarrea provocada por Shiga van a devenir en SUH, podríamos implementar alguna terapia específica para frenar el efecto de la toxina. Hoy en día ese diagnóstico prematuro es muy difícil”.


Prevención y cura


La idea de los científicos es encontrar algún indicador en los pacientes con diarrea por Shiga que les indique que la evolución será mala, antes de que se desate el SUH. En estos casos, se podría aplicar algún tratamiento para frenar la respuesta inflamatoria. Otra posibilidad es desarrollar una sustancia que absorba la toxina, o anticuerpos bloqueantes que no la dejen actuar. Pero, en ambos casos, es imprescindible identificar aquellos pacientes con alta probabilidad de evolucionar a SUH, para poder tratarlos preventivamente.


En una segunda línea, los investigadores del IMEX también trabajan para desarrollar una vacuna contra el SUH y, aunque todavía se encuentra en fase experimental, Palermo confiesa que las pruebas ya han arrojado muy buenos resultados.


“Aunque desde la ciencia todavía se está buscando una solución, es importante recalcar que de la faena hasta el consumidor se puede hacer mucho, y las campañas de concientización también contribuyen a prevenir el contacto con la bacteria”, concluye la especialista.