Cuantifican el impacto humano sobre la capacidad de retención de carbono del Bosque Atlántico
AGENCIA FAPESP/DICYT– Entre los innumerables beneficios que aportan los bosques nativos se encuentra su gran potencial para almacenar carbono en la biomasa de sus árboles, lo que puede contrabalancear las emisiones de gases de efecto invernadero hacia la atmósfera. Un estudio publicado en la revista Science Advances suministra nuevos elementos tendientes a entender el concepto de “secuestro de carbono”, un aspecto estratégico en el debate sobre los cambios climáticos globales.
“Aún sabemos poco acerca de cuáles son los factores que pueden llevar a los bosques a almacenar más o menos carbono”, dice Renato Augusto Ferreira de Lima, investigador del Departamento de Ecología del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), en Brasil, actualmente en el Centre for the Synthesis and Analysis of Biodiversity (Cesab), en Montpellier, Francia, y uno de los diez científicos que suscriben el artículo.
“En este trabajo, utilizamos una gran base de datos de inventarios forestales para evaluar cuáles son los factores de mayor peso a la hora de explicar las actuales existencias de carbono en el Bosque Atlántico.Determinamos que los factores vinculados con los diferentes tipos de impactos humanos sobre el bosque poseen un peso que es entre dos y seis veces mayor que el de factores tales como el clima, el suelo y las características de las especies de árboles que lo componen”, explica.
Por ende, para revertir los efectos de los impactos humanos en los fragmentos remanentes de Bosque Atlántico, esta sería la mejor estrategia con miras a aumentar las existencias de carbono forestales. En la actualidad, alrededor del 50 % de la población brasileña reside en áreas originalmente ocupadas por este bioma. Según Marcela Venelli Pyles, primera autora del artículo y doctoranda en ecología aplicada del Departamento de Ecología y Conservación de la Universidad Federal de Lavras (UFLA), en el estado de Minas Gerais, Brasil, la conservación de las existencias de carbono del Bosque Atlántico es altamente dependiente de la degradación forestal, que puede derivar en pérdidas de carbono al menos un 30 % mayores que las producidas por cualquier futuro cambio climático.
Asimismo, las emisiones de la degradación forestal pueden comprometer los esfuerzos de conservación que surgen de los acuerdos de mitigación de los cambios climáticos: las metas de REDD+ (un instrumento desarrollado en el ámbito de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para recompensar económicamente a los países en desarrollo por sus resultados relacionados con la recuperación y la conservación de sus bosques) y Aichi (20 propuestas orientadas hacia la disminución de la pérdida de la biodiversidad aprobadas durante 10ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica), por ejemplo.
La intensificación de los trastornos dentro de un fragmento de Bosque Atlántico puede ocasionar pérdidas de carbono de hasta 10,50 toneladas por hectárea, por ejemplo, equivalentes a la emisión de un 15,24 % del carbono almacenado en una hectárea, mientras que la protección puede generar incrementos de carbono de 12,02 toneladas por hectárea (un 17,44 % más de almacenamiento).
Un clima más cálido
Aparte de la degradación ocasionada por la acción humana, la investigación determinó en qué medida las existencias de carbono del Bosque Atlántico padecen la amenaza de los cambios climáticos, más específicamente la referente al aumento de temperatura y al estrés hídrico. Si el calentamiento global es ceñido a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, tal como lo sugiere el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, se liberarían 3,53 toneladas por hectárea (+5,12 %) de carbono únicamente desde el Bosque Atlántico. “Pero si el calentamiento global sigue a sus niveles actuales, las emisiones de carbono pueden exceder las 9,03 toneladas por hectárea [+13,11 % en emisiones de carbono]”, complementa Venelli Pyles.
En el artículo también se consigna que las iniciativas tendientes a mitigar los cambios climáticos mediante la restauración de bosques podrían beneficiarse con la inclusión de especies con una mayor densidad de madera, semillas más pesadas y hojas mayores. El grupo de investigadores advierte que las políticas de conservación de carbono deben tener en cuenta los aspectos metodológicos empleados para la cuantificación de las existencias de carbono. “Las diferencia entre las metodologías aplicadas en campo pueden derivar en errores de estimación del carbono y ocasionar, por consiguiente, una errónea interpretación y una ineficiencia de las acciones de mitigación climática”, explica Venelli Pyles.
El estudio también indica que la relación entre la biodiversidad y las existencias de carbono es débil en el Bosque Atlántico. Esto revela que las políticas de conservación enfocadas únicamente en el carbono pueden fallar en la protección de la biodiversidad, y pone de relieve la importancia de la implementación de mecanismos de incentivos complementarios y separados que apunten a lograr también la preservación de especies.
Según Ferreira de Lima, los resultados registrados en el Bosque Atlántico pueden servir de lección para otros bosques del mundo, frente a las crecientes intervenciones humanas en las selvas tropicales del planeta, y aportar soluciones basadas en la naturaleza en el combate contra el cambio climático.