Science Brazil São Paulo, São Paulo, Wednesday, October 16 of 2019, 07:03

Detectan una nueva especie de parásito en un caso fatal de leishmaniasis visceral

Científicos investigan si esa variedad por si sola es capaz de causar casos graves de la enfermedad o si en realidad estaría intensificando los síntomas de pacientes coinfectados

AGENCIA FAPESP/DICYT – Científicos brasileños creen haber identificado en pacientes atendidos en el Hospital Universitario del Estado de Sergipe, en la ciudad de Aracaju, una nueva especie de parásito capaz de causar una enfermedad similar a la leishmaniasis visceral, pero refractaria a los tratamientos actualmente disponibles. Al menos una persona murió como consecuencia de complicaciones relacionadas con dicha infección.

 

Resultados de esta investigación, que cuenta con el apoyo de la FAPESP, salieron publicados el pasado lunes 30 de septiembre en la revista Emerging Infectious Diseases. Los datos del análisis filogenómico indican que el protozoo ahora descubierto no pertenece al género Leishmania, que agrupa a más de 20 especies causantes de tres tipos distintos de leishmaniasis: visceral, cutánea y difusa (que provoca lesiones en la piel y en las mucosas).

 

“Desde el punto de vista filogenético, la especie analizada en el marco de este estudio está más cerca de Crithidia fasciculata, un parásito de mosquito que no es capaz de infectar a los humanos o a otros mamíferos. Logramos infectar con él a ratones, por eso creemos que se trata de un nuevo protozoario, al cual proponemos denominar Cridia sergipensis”, dijo João Santana da Silva, docente de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP) y miembro del Centro de Investigación en Enfermedades Inflamatorias (CRID), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID) apoyados por la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo - FAPESP.

 

El primer caso confirmado es el de un hombre de 64 años que fue atendido por primera vez en 2011 con un cuadro clásico de leishmaniasis visceral: fiebre, inflamación del bazo y del hígado y disminución de los valores de todos los tipos de células sanguíneas (pancitopenia).

 

“Se le aplicó el tratamiento estándar y mejoró, pero experimentó una recidiva solo cuatro meses después. Entonces se lo trató con el mejor fármaco disponible para estos casos –la anfotericina B liposomal– y respondió bien, pero ocho meses después experimentó una nueva recidiva. En esa oportunidad desarrolló pápulas rojizas en la piel que se propagaron por todo su cuerpo, algo que no se observa en la leishmaniasis visceral”, comentó Roque Pacheco Almeida, docente de la Universidad Federal de Sergipe (UFS), jefe del Laboratorio de Biología Molecular del Hospital Universitario e investigador asociado al CRID.

 

“Desafortunadamente, debido a las recidivas, sumadas a la ineficacia de los procedimentos terapéuticos sucesivos y a la diseminación de la enfermedad en la piel, el paciente falleció luego de la cirugía a la que se lo sometió para extirparle el bazo, recomendada en casos graves que no responden al tratamiento”, añadió.

 

Una biopsia realizada en las lesiones cutáneas reveló células de defensa repletas de parásitos que fueron aislados y criopreservados para la realización de análisis. Los investigadores también aislaron muestras de la médula ósea (durante la segunda y la tercera recidiva) y del bazo (luego de la ablación quirúrgica).

 

Inicialmente, el grupo imaginó que se trataba de una infección atípica por Leishmania infantum. No obstante, los resultados de la aplicación de los test moleculares existentes para el diagnóstico de este patógeno fueron todos no conclusivos en los estudios realizados con los parásitos aislados tanto en la médula ósea como en las lesiones de la piel.

 

Los ratones infectados con la muestra aislada en la piel del paciente desarrollaron lesiones cutáneas y una leve lesión en el hígado. De manera sorprendente, la infección experimental con el nuevo parásito fue más agresiva en la piel que la registrada en los animales utilizados como grupo de control positivo (infectados con la especie Leishmania major, causante de la leishmaniasis cutánea). En tanto, los animales infectados con el parásito de la médula ósea exhibieron las manifestaciones típicas de la leishmaniais visceral –el hígado y el bazo infectados− pero sin ninguna alteración en la piel.

 

“Nos percatamos entonces que ese paciente podría estar infectado con dos parásitos distintos, y quizá esta sea la razón de la gravedad del cuadro”, sostuvo Pacheco Almeida.

 

El genoma completo

 

En un intento por descubrir con qué estaban viéndoselas exactamente, los científicos decidieron realizar un análisis del genoma completo de los parásitos aislados en el paciente.

 

“Mandamos a secuenciar también muestras de otras especies de Leishmania que teníamos en el laboratorio, entre ellas la de L. amazonenses y la de L. braziliensis, además de la L. infantum”, comentó Santana da Silva. Según el investigador de la USP, la idea era evaluar si existía alguna semejanza.

 

Los análisis de bioinformática que revelaron la cercanía filogenética de la nueva especie con la C. fasciculata se llevaron a cabo en Estados Unidos y estuvieron a cargo de José Marcos Ribeiro, del National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID), y Sandra Regina Costa Maruyama, investigadora vinculada al Departamento de Genética y Evolución de la Universidad federal de São Carlos (UFSCar), y contaron con el apoyo del Programa Jóvenes Investigadores en Centros Emergentes de la FAPESP.

 

“Al comparar los genomas de los parásitos aislados en la piel y en la medula ósea, arribamos a la conclusión de que se trata de una misma especie, capaz de generar infección tanto en órganos internos como en la piel. También concluimos el análisis del genoma completo de parásitos aislados en otros dos pacientes de Aracaju que tampoco respondían al tratamiento y confirmamos que se trataba de la nueva especie. Deben secuenciarse y analizarse los genomas aún de otros 150 aislados”, comentó Costa Maruyama.

 

Según la investigadora, resultados preliminares –obtenidos mediante el análisis de fragmentos del genoma identificados como claves para la caracterización de la especie– sugieren que la mayor parte de los protozoos presentes en los 150 aislados corresponde al perfil de Cridia sergipensis.

 

“Mediante la aplicación de la bioinformática, logramos identificar zonas del genoma que son específicas de esta especie y las validamos experimentalmente. Con base en estos hallazgos, pudimos desarrollar un test molecular para la realización del diagnóstico del nuevo parásito. Simultáneamente, también se hizo necesario desarrollar un test molecular específico para la Leishmania infantum, como así también hubo que determinar cuál había sido el parásito que había infectado a los pacientes, e incluso si existe la coinfección”, declaró Costa Maruyama.

 

Según la investigadora, el paso siguiente consiste dotar de mayor sensibilidad a esta metodología, de manera tal que el test molecular pueda aplicarse directamente en muestras de sangre de los pacientes con sospecha de la enfermedad.

 

Los interrogantes que persisten

 

Entre las prioridades de las investigaciones que apuntan los autores del artículo se encuentra la búsqueda de fármacos capaces de matar al nuevo parásito. Según Pacheco Almeida, ya se están realizando pruebas con diversos compuestos.

 

Otro reto consiste en descubrir cómo surgió el patógeno y a través de qué vectores llega a los seres humanos. “Es posible que sea el resultado de un cruzamiento de la Leishmania con algún otro género, o producto de una mutación genética que dotó a Crithidia de la capacidad de infectar a los mamíferos. También es posible que siempre haya existido en la naturaleza y, a medida que los humanos fueron invadiendo su espacio, se fue volviendo más cercano”, dijo Pacheco Almeida.

 

A juicio de Costa Maruyama, es fundamental descubrir si Cridia sergipensis es capaz por si solo de causar una enfermedad grave y potencialmente fatal o si los casos que se han registrado serían el resultado de una doble infección. “Es posible que este nuevo parásito esté contribuyendo para agravar casos típicos de leishmaniasis visceral”, dijo.

 

Esta hipótesis explicaría, según Pacheco Almeida, por qué la tasa de letalidad por leishmaniasis visceral en el estado Sergipe fue del 15% en 2016, mientras que lo esperable sería de tan solo un 6%. Los casos sospechosos pasaron por la atención del equipo médico de Infectología y Pediatría del Hospital Universitario de Sergipe, vinculado a la Empresa Brasileña de Servicios Hospitalarios (Ebserh).

 

 

 

Referencia
Puede leerse el artículo titulado Non-Leishmania Parasite in Fatal Visceral Leishmaniasis-like Disease, Brazil en el siguiente enlace: https://wwwnc.cdc.gov/eid/article/25/11/18-1548_article.