Health Spain , Salamanca, Friday, June 18 of 2010, 19:10

"Entender nuestro cerebro es la última frontera de la Biomedicina"

Óscar Marín, uno de los científicos españoles más relevantes en Neurociencias, ha explicado hoy en Salamanca el hallazgo de dos genes clave en esquizofrenia

José Pichel Andrés/DICYT Óscar Marín está considerado por sus propios colegas como uno de los científicos españoles más relevantes en el campo de las Neurociencias. De hecho, algunos expertos afirman que en la actualidad es el más importante, gracias a los descubrimientos que su equipo de investigación del Instituto de Neurociencias de Alicante está realizando en el campo de la esquizofrenia. Por ejemplo, recientemente ha determinado que existen dos genes que juegan un papel muy importante en el desarrollo de la enfermedad. Este hallazgo, publicado en Nature, supone dar un paso más en el conocimiento de las enfermedades mentales, cuya investigación sufre al menos 10 años de retraso con respecto a otras patologías del sistema nervioso, como el alzhéimer y el párkinson, según ha explicado hoy en Salamanca, donde ha tenido la oportunidad de conocer el Instituto de Neurociencias de Castilla y León. 

 

En un seminario dirigido a los científicos de este centro, Óscar Marín ha explicado algunas claves de su trabajo. "Estamos intentando entender el papel de genes que se han relacionado con la esquizofrenia. Hay algunos genes candidatos que confieren mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad y una de las cosas que hacemos en el laboratorio es intentar saber qué es lo que hacen estos genes durante el desarrollo", ha afirmado en declaraciones a DiCYT previas a su intervención.

 

Aunque surge en la adolescencia, la esquizofrenia es una enfermedad del desarrollo del sistema nervioso. "Sabemos muy poco acerca de qué es lo que va mal en el cerebro de un paciente para que desarrolle la enfermedad. Parte de lo que hemos descubierto en este último año es que dos de los genes que más se han implicado en la enfermedad juegan un papel muy importante en el desarrollo de una población muy específica de neuronas corticales que se llaman interneuronas y que sirven para controlar la excitabilidad de la mayor parte de las neuronas del cerebro", explica.

 

Estas células del sistema nervioso son capaces de evitar que otras neuronas se sobreexciten o no se coordinen, dicho de otra forma, "que hablen con voces diferentes". Las interneuronas consiguen que un grupo importante de neuronas" hablen con la misma voz" y que diferentes áreas corticales se sincronicen y funcionen de forma coherente.

 

Sin embargo, si estos dos genes fallan o están mutados, este tipo de neuronas siguen presentes en la corteza, pero no se conectan como deberían, según han podido comprobar en ratones. "Nuestra investigación nos ha llevado a sugerir que estas células pueden ser parte central en la patología de la enfermedad", un hallazgo tan importante que incluso "reorienta la investigación en humanos y nuestra manera de entender la patología y sugiere que quizás hay alternativas terapéuticas que quizá convendría explorar", aunque advierte de que el paso de la experimentación animal a la clínica es aún muy difícil.

 

Un claro origen genético

 

En cualquier caso, esta investigación básica resulta fundamental en una patología casi desconocida. De hecho, en algunas enfermedades neurológicas como párkinson o alzhéimer "ya sabemos lo que le pasa al cerebro", afirma Marín, pero no ocurre lo mismo en el caso de la esquizofrenia y otras patologías mentales. El conocimiento de las enfermedades neurodegenerativas "nos va a permitir diseñar tratamientos eficaces, pero en las enfermedades mentales estamos 10 años por detrás, no sabemos cuál es su origen, pero empezamos a tener pistas y los próximos años nos permitirán demostrar que las enfermedades mentales tienen un sustrato orgánico tan claro como una cardiopatía", indica.

 

En este sentido, los expertos sí están seguros de que la esquizofrenia es fundamentalmente una enfermedad genética e incluso hereditaria, aunque en algunos casos surge de manera espontánea. "Un 70 ó un 80% de la enfermedad tiene causas genéticas y la interacción con el ambiente y otros factores hace que se desencadene, pero no sabemos cómo ocurre y ni siquiera hemos encontrado todos los genes que pueden estar implicados", comenta. "En contra de lo que se pensaba hace años, no hay nada en el entorno social que haga que esta enfermedad se desarrolle más allá de lo que esté predestinado en los genes", señala, aunque sí "hay factores que la modifican, por ejemplo, se ha identificado que el consumo de cannabis en personas que están predispuestas a sufrir la enfermedad hace que sea más fácil que la desarrollen, pero si uno no tiene un conjunto de mutaciones genéticas, no va a desarrollarla".

 

Lo más importante de la investigación de Óscar Marín es que a largo plazo puede dar lugar a nuevos tratamientos. "Hasta ahora sólo hay terapias paliativas de los síntomas más llamativos", indica. Los enfermos con esquizofrenia tienen trastornos cognitivos muy importantes que no tienen tratamiento ahora mismo, los aspectos más relevantes no son tratados porque no sabemos cómo", reconoce. Por eso, es importante "identificar la base del problema y después diseñar fármacos eficaces dirigidos a solventarlo".

 

Relación con Salamanca

 

Óscar Marín ha visitado el laboratorio de Juan Carlos Arévalo, científico del Incyl, ya que trabaja en algunos aspectos similares al suyo. "Uno de sus proyectos tiene que ver con nuestras investigaciones sobre desarrollo del cerebro", declara, "es fácil encontrar puntos comunes" y "la comunidad científica en España es abierta y en particular los neurocientíficos tenemos muy buenas relaciones".

 

Este experto procede del Instituto de Neurociencias de Alicante, un centro mixto de la Universidad Miguel Hernández y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se encuentra entre las instituciones más destacadas de este campo en España.

 

"España tiene muy buen nivel en Neurociencias, quizá por la tradición que tenemos en el país, es un campo que sigue atrayendo muchos estudiantes", indica. Por otra parte, "es el futuro", asegura, "entender nuestro cerebro es la última frontera de la Biomedicina y deberíamos aprovechar el potencial de nuestro país, tendría que haber más centros y más investigadores", señala. Incluso "deberíamos ser capaces de importar más talento, creo que poco a poco volvemos a ser un país de referencia en este campo y en general en Biomedicina ocupa una posición más o menos relevante en Europa, pero nos falta más gente, centros y más investigación".