Estudian el río Paraná a través de los anillos de los árboles
UNL/DICYT Las funciones de los árboles son numerosas y esenciales para la vida en el planeta. Entre otros beneficios, producen oxígeno, ayudan a controlar la contaminación del aire, reducen la erosión del suelo, constituyen el hábitat de muchas especies y además son portadores de información del ambiente. Los más longevos, como el alerce o el ciprés en Argentina, superan los 2.000 años de registros.
Para el grupo de investigación de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) dirigido por Carlos Ramonell, la información que registra la vegetación puede resultar muy valiosa para entender la dinámica del sistema fluvial del río Paraná. Además, las técnicas utilizadas en dendrocronología (disciplina que estudia los anillos de crecimiento de los árboles para reconstruir escenarios ambientales del pasado) constituyen una forma novedosa, simple y económica para obtener esos registros. "Son técnicas nuevas para nuestra región, ya que no se utilizan en especies fluviales como el aliso, el sauce o el timbó, sino en árboles más longevos, característicos de zonas áridas del país.
El potencial de la técnica es muy amplio y pretende dar respuestas o indicios a numerosos interrogantes. Por ejemplo, desde algo tan sencillo como conocer cuántos años viven las especies arbóreas en diferentes ambientes del sistema, hasta tener una idea más acotada de cuándo un cauce se cerró o una margen se alejó del cauce activo, y de qué manera el fuego, que es un fenómeno muy común en la zona por la quema de pajonales, afectaría el crecimiento de los árboles", explicó Zuleica Marchetti, investigadora de la FICH y del CONICET.
Por su parte, Ramonell agregó que "la idea es evaluar también cómo las especies arbóreas registran los fenómenos de inundación. Si bien el cauce principal del río Paraná cuenta con datos cartográficos de 100 años de antigüedad, existen numerosos cauces secundarios que se abrieron o cerraron en la primera mitad del siglo XX y que no cuentan con esa riqueza y extensión temporal de registros, la cual está presente en la vegetación. De modo que la potencialidad de aplicaciones de la dendrocronología es muy amplia y no nos constan antecedentes de este tipo de trabajos en la zona, que podría extenderse incluso al análisis de otros sistemas fluviales menores de la provincia y la región".
Para llevar adelante esta propuesta, los investigadores de la FICH invitaron a Mariano Morales, Biólogo, doctor en Ecología e investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) del CONICET, Mendoza. Morales es especialista en dendrocronología y visitó la FICH a fines de septiembre para recorrer el ambiente y conocer el trabajo del grupo de investigación de la Facultad, con el objetivo de definir futuras líneas de acción en común.
El lenguaje de los árboles
Entre las numerosas aplicaciones, la dendrocronología permite conocer los cambios en el clima, la temperatura y las precipitaciones, los efectos del fuego en los bosques o de los ataques de insectos, es decir, factores que regulan la dinámica de las especies en determinados ambientes. "El árbol es como un libro y lo que hacemos es interpretar el lenguaje de los anillos. La técnica se basa en asignar un año calendario a cada anillo de árboles vivos y medir el ancho de los anillos, lo cual marca un patrón de crecimiento. Una de las grandes aplicaciones de la dendrocronología es la reconstrucción del clima del pasado, ya que los árboles funcionan como termómetros y pluviómetros biológicos con registros milenarios. Anualmente se puede observar cómo fue variando el clima a través del estudio de los anillos de los árboles en un contexto de 1.000 o 2.000 años y por ejemplo evaluar si los cambios climáticos que vivimos actualmente son anormales o no", explicó Morales.
Sus estudios han estado siempre focalizados en la reconstrucción del clima a partir del análisis de especies del Noroeste argentino, la Puna y el Altiplano boliviano y chileno. "En general, los registros de la segunda mitad del siglo XX muestran cambios sin precedentes en períodos muy largos. En el caso del Altiplano, se observa una sequía en las últimas tres décadas sin precedentes para los últimos 800 años. Hemos hecho proyecciones hasta finales del siglo XXI, según las cuales la sequía será mucho más acentuada en la Puna y el Altiplano. Es una situación alarmante que necesita de estrategias adaptativas, ya que el agua en esa zona es esencial, tanto para el consumo humano y animal, como para el cultivo y la industria minera, que es muy fuerte", comentó el experto, quien también tiene muchas expectativas en este proyecto de la FICH.
"La idea es que Federico Brumnich (estudiante de la Licenciatura en Biodiversidad de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL) viaje a Mendoza y aprenda la técnica en el IANIGLA. Si funciona bien el método en estos ambientes del Litoral, analizaremos la posibilidad de formar un laboratorio de dendrocronología en Santa Fe, el cual no es costoso y ofrece muchas ventajas", subrayó Morales.
Federico se sumó al grupo de la FICH a partir de una Beca de Estímulo a las Vocaciones Científicas, otorgada por el Consejo Interuniversitario Nacional. "El objetivo de la beca fue inferir cómo cambian la flora y la estructura de los bosques a partir de procesos hidro-sedimentológicos que ocurren en islas de diferentes edades del cauce principal del río Paraná, entre las localidades de La Paz y Paraná. De modo preliminar, comprobamos la hipótesis de que el paso del tiempo en las islas no es suficiente para explicar cómo varían los bosques, sino que influyen factores relacionados con procesos del sistema fluvial en general, tales como la ubicación de las islas dentro del cauce. La idea es seguir trabajando en este sentido, sumando la mirada que aporta la dendrocronología", concluyó el estudiante.