Salud México Distrito Federal, México, Miércoles, 30 de septiembre de 2009 a las 19:23

Estudian nuevos modelos para proteger al corazón despues de eventos isquémicos

Ana Cecilia Zazueta y su equipo analizan los daños por reperfusión en el Instituto Nacional de Cardiología

AMC/DICYT Una vez que un paciente ya ha sufrido un infarto agudo al miocardio, tiene una recuperación que varía en cuanto a calidad de vida, dependiendo de la arteria afectada y la extensión; sin embargo, 50 por ciento de los afectados pueden morir por esta causa en el transcurso de los siguientes cinco años, afirmó Ana Cecilia Zazueta Mendizábal, investigadora en ciencias médicas del Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”.

 

La también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) indicó que debido a los altos índices de mortandad -según cifras oficiales, en 2007 las enfermedades isquémicas del corazón fueron la segunda causa de muerte en nuestro país-, es importante estudiar, en un modelo básico, qué le ocurre al corazón y las estrategias que lo puedan proteger después de estos eventos isquémicos.

 

Zazueta Mendizábal explicó que cuando una arteria se tapa, el corazón deja de recibir los nutrientes y el oxígeno que requiere, por lo que se genera un infarto al miocardio y el daño ocasionado dependerá del tiempo que dure el evento y la extensión que abarque.

 

Al intentar destapar la arteria, la zona que estuvo desprovista de oxígeno y nutrientes se muere y ya no se puede recuperar, afirmó, aún peor al reanudar las funciones cardiacas se produce una lesión adicional que se conoce como daño por reperfusión, de ahí la importancia de encontrar la forma correcta de restituir el flujo cardiaco.

 

Entrevistada en el marco del Día Internacional del Corazón, la doctora en ciencias indicó que su investigación estudia las causas que provocan el daño por reperfusión y han descubierto que estos mecanismos moleculares tienen que ver con sobrecargas de calcio a nivel de mitocondrias y con la capacidad para producir la energía que el corazón necesita para llevar a cabo su trabajo.


La idea, planteó la científica, es proponer fármacos para intentar impedir que esos mecanismos se activen y lograr que los daños por reperfusión disminuyan.

 

Ana Cecilia Zazueta añadió que su grupo de trabajo analiza también estrategias mecánicas, que consisten en ocluir y desocluir deliberadamente la arteria taponada, de forma en que el daño por reperfusión traducido como tamaño de infarto disminuya de manera notable.

 

En este sentido, indicó que, en algunos lugares del mundo, esta técnica se está aplicando en pacientes, aunque aún no se sabe con exactitud qué es lo que ocurre, “estamos muy interesados y tenemos resultados que indican que se activan vías a nivel mitocondrial”, dijo.

 

La especialista en bioenergética expuso que el corazón es una bomba que convierte la energía química en trabajo mecánico, cuya función principal es bombear la sangre a todo el cuerpo, a través de la conversión de los nutrientes y sustratos en trabajo mecánico.

 

Zazueta Mendizábal trabaja desde hace 5 años en modelos de corazón de animales con total funcionalidad, lo que permite extrapolar lo que puede ocurrir en un evento isquémico, que es uno de los principales problemas de salud no solamente en México sino en el mundo. En nuestro país somos pocas las personas que trabajamos en este tipo de modelos, a nivel de enfermedades isquémicas, señaló.

 

La investigadora advirtió que para la población en general el mensaje es muy claro: existen muchísimos factores que predisponen a estas enfermedades, como la dieta rica en grasas, el sedentarismo y el tabaquismo, entre otros, por lo que la recomendación sería, antes de tratar de evitar el daño isquémico por este tipo de estrategias o de mecanismos, tener hábitos que nos ayuden a tener calidad de vida no solamente a nivel cardiovascular.

 

Finalmente, la integrante de la AMC apuntó que existen estudios que indican que los hombres son más propensos a los infartos, debido a que las mujeres cuentan con la carga estrogénica que las protege durante la etapa reproductiva, pues estos funcionan como antioxidantes, pero una vez en la menopausia esta ventaja se pierde y además se revierte, colocando a las mujeres mayores en el primer lugar en los eventos cardiacos.