Éxito del proyecto Deep Impact de la NASA tras alcanzar el interior del cometa Temple 1

ICT/DICYT A las 7:55 hora española, el proyectil lanzado el domingo desde la sonda Deep Impact ha alcanzado el núcleo del cometa Temple 1 en una órbita cercana al Sol, a 132 millones de kilómetros de nuestro planeta. El impactor, como se ha denominado al proyectil de la NASA, ha alcanzado al cometa a una velocidad de 37.000 kilómetros por hora, provocando un cráter en el astro del tamaño de un estadio de fútbol, según la propia NASA. La importancia de la misión, dejando aparte la espectacularidad de su desarrollo, radica en los datos que el ingenio ha logrado obtener antes de su destrucción total, y que podrían desentrañar uno de los secretos más codiciados por los investigadores del Espacio: conocer los elementos que componen un cometa y, de esta forma, acrcarse más al conocimiento del origen de la Tierra.

El desenlace de la misión, que ha sido seguida por los observatorios de todo el mundo y algunas naves espaciales, como la sonda Rosseta de la Agencia Espacial Europea, ha tenido un coste cercano a los 300 millones de euros, y ha sido dirigida desde las instalaciones que la NASA tiene en Pasadena (California). Tras el éxito del impacto, y una vez que la sonda Deep Impact, situada a 500 kilómetros del punto de colisión, recuperó la actividad, los datos recogidos por el proyectil serán analizados por los expertos para determinar si, tal y como defienden algunas teorías, el origen de la vida en la Tierra tuvo lugar a partir del impacto de un cometa, hace unos 4.500 millones de años. Si la misión Deep Impact determina la presencia de agua y otras sustancias básicas en su interior a partir de las cuales puede generarse vida, el descubrimiento avalaría dicha teoría.