Alimentación Colombia , Antioquia, Miércoles, 13 de noviembre de 2013 a las 09:09

Insectos, minuteros de la muerte

Investigadores de la UDEA trabajan en la entomología forense, gracias a ello hoy tienen un completo catálogo de especies de insectos que permiten medir el tiempo de muerte de una persona, de acuerdo con las condiciones climáticas del país

UDEA/DICYT No se trata de una serie gringa que exhibe suntuosos laboratorios para resolver los complejos detalles de un homicidio. Sus integrantes no usan lentes negros ni posan junto al cadáver. No, el espacio donde Marta Isabel Wolff Echeverri y sus estudiantes descubren los secretos que los insectos esconden sobre la muerte, es modesto, con tarritos de formol aquí y allá, y decorado con afiches de libélulas, moscas, cucarachas y otros insectos.


“Los insectos son hermosos, espectaculares”, dice con evidente pasión Wolff, coordinadora del Grupo de Entomología Universidad de Antioquia —GEUA—. Aunque éste fue creado en 1997, la “enamorada” de los insectos empezó con la entomología forense desde 1999.


¿Forense? ¿Entomología? Sí. Pasa que desde hace muchos años el estudio de los insectos se ha relacionado con el estudio de la muerte. El antecedente más antiguo de esa relación es de 1235 A.D., con el libro escrito por el chino Sung Tz'u, titulado The washing away of wrongs.


En Colombia, sin embargo, ese asunto es relativamente nuevo y nació en la Universidad de Antioquia. Ahora, el grupo tiene un completo catálogo que da cuenta de las especies que permiten estimar el tiempo trascurrido desde la muerte de una persona o intervalo postmortem —IPM—, un posible traslado del cuerpo y las características de las zonas de procedencia.


De los estantes de la Colección Entomológica de la Universidad de Antioquia, Martha saca una caja de madera cubierta por un vidrio. En su interior hay un escuadrón de moscas disecadas y perfectamente filadas: pequeñas, grandes, brillantes. Con el dedo señala una y se le viene a la memoria un recuerdo.


“¡Ve sí! —dice—, hace uno años en un apartamento en Bogotá encontraron a un muchacho muerto. Iban a condenar a dos mujeres, entonces la abogada solicitó nuestra opinión. Yo estudié las especies que habían recolectado del cadáver y pude dar fe de que no habían pasado 4 días, como se creía, sino 9 horas. Gracias a eso las implicadas no fueron condenadas”.


Tan particular como el trópico

 

Pese a la antigüedad de la entomología forense, en Colombia no había información relacionada entre sus climas y la entomología forense. En Suramérica —a excepción de Brasil— y Centroamérica, los estudios son muy escasos.


¿Por qué son importantes esos estudios? Pues si bien existen otros métodos que permiten calcular el intervalo postmortem como la temperatura interna, si ha pasado un tiempo considerable de muerte y hay descomposición, el cálculo mediante ese método es más complejo. “El insecto es mucho más preciso”, afirma Wolff, que tiene un Doctorado en Ciencias Biológicas de la Universidad de Granada, en España.


Así que el grupo se dio a la tarea de averiguar qué artrópodos de Medellín podían asociarse con cadáveres. En la Sede de Robledo de la Universidad de Antioquia, con el apoyo de la Facultad de Ciencias Agrarias, los investigadores utilizaron cerdos sacrificados para sus ensayos. La piel y los órganos de los cerdos tienen especial compatibilidad con el cuerpo humano.


El mismo método usaron luego para indagar sobre las especies de los diferentes pisos bioclimáticos del país, desde las zonas costeras hasta el Páramo de Chingaza. El catálogo que lograron es de suma importancia, porque sin conocer estrictamente las especies que se desarrollan de acuerdo con las condiciones del país, no se podría aplicar con eficiencia la entomología forense.


“Hoy contamos con una base de datos muy completa de las especies de los diferentes pisos altitudinales asociadas a cuerpos en descomposición, por ejemplo, están asociadas a los cuerpos frescos, hinchados, restos u otras condiciones”.


Entre 1999 y el 2005, el Grupo de Entomología — gratuitamente y dado su propósito misional de Extensión—, hizo cerca de 200 dictámenes posmortem para Medicina Legal de Medellín. De allí le enviaban a los investigadores los insectos y larvas recogidas en el cadáver y en el lugar donde éste fue hallado. Luego esa entidad creó una unidad especializada en Bogotá que se encargó del proceso. Otras universidades también empezaron a explorar el tema.


Sin embargo, algunos abogados y fiscales recurren permanentemente al grupo para que asesoren y den testimonio en sus investigaciones. Cuando el Cuerpo Técnico de Investigación —CTI— o las autoridades competentes hacen el levantamiento de un cadáver, deben colectar muestras de insectos y larvas, y tomar fotografías.


En el laboratorio las larvas se dejan crecer hasta que se convierten en moscas, para poder determinar la taxonomía del insecto. Otra parte de ese material se guarda en alcohol, es decir, se detiene el tiempo biológico.


“Con eso se hace el dictamen posmortem y con la taxonomía se identifican las especies. Nosotros ya tenemos una base de datos tan amplia que sabemos a qué especie corresponde, cuánto tiempo de vida tiene y cuál es su curva de crecimiento. Y eso es lo que se extrapola con el tiempo de muerte de la persona”, explicó Wolff.


Las moscas y los cucarrones son las especies notables de este proceso. Las moscas son las primeras en llegar a un cadáver y luego, en sus fases de descomposición, llegan otras especies. Ciertos tipos colonizan en espacios cerrados, otros en abiertos, otros en iluminados y otros en oscuros. Incluso algunas especies ponen sus huevos en la tierra y su larva tiene la capacidad de llegar hasta el cuerpo que está enterrado en una fosa.


Otro tema que Wolff y sus pupilos, la gran mayoría estudiantes del pregrado de Biología, han trabajado es la entomotoxicologia, en la cual mediante los insectos se determina el abuso de drogas recreativas, medicamentos o venenos.


“Si se sospecha que una persona murió por sobredosis de un producto, eso se acumula en el insecto y a través de análisis químicos podemos detectar el producto en el insecto, así no se pueda detectar en el cadáver, por su descomposición”, explicó.


Además, están trabajando en el “código de barras” de las especies, una técnica que determina la secuencia genética del insecto. “Con esto, si se encuentra una larva en un cadáver o una parte del insecto, se le aplica el análisis molecular. Así no se requiere el espécimen vivo o la forma adulta, para saber a qué especie corresponde”.


Actualmente el Grupo prepara la publicación de un artículo científico sobre un caso que las autoridades judiciales procesaron en Florencia, Caquetá, donde encontraron los restos de un cuerpo. Con la participación de los investigadores de la Universidad pudieron determinar qué había pasado con éste. “No se sabía si era un secuestro o un traslado del cadáver. Por los insectos que se encontraron, pudimos dar un tiempo y datos mucho más precisos”.