Alimentación España Madrid, España, Martes, 08 de marzo de 2011 a las 12:30

Investigan la eficacia de las fumigaciones aéreas para controlar las explosiones demográficas de la oruga de procesionaria

En el trabajo colaboran la Universidad de Granada (UG) y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)

URJC/DICYT Investigadores de la Universidad de Granada (UG) y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) investigan la eficacia de las fumigaciones aéreas a la hora de intentar controlar las explosiones demográficas de la oruga de procesionaria. Los resultados de este estudio demuestran que hay una regulación natural de las poblaciones de procesionaria que resulta en un control equivalente al que se consigue mediante las fumigaciones aéreas. Sin embargo, cada año se siguen fumigando en España miles de hectáreas de bosque, lo que representa una importante inversión económica.

 

Este reciente estudio, publicado en la prestigiosa revista Forest Ecology and Management, indica que la fumigación de pinares no es necesaria para controlar los brotes de procesionaria en Andalucía. Sin renunciar a actuaciones puntuales frente a situaciones concretas, los autores de esta investigación apuntan que la mejor forma de controlar a la procesionaria no es eliminarla mediante fumigación masiva cuando ataca a los pinares, sino poner los medios necesarios para que el pinar sea menos susceptible a su ataque, esto es, primar las medidas preventivas frente a las paliativas.
 

Existen diferentes formas de combatir a la procesionaria. Cuando la incidencia de este insecto está muy localizada, se pueden eliminar los bolsones cortándolos uno a uno o utilizando escopetas con cartuchos de perdigones para romper los situados a una altura inaccesible. También se pueden instalar trampas con feromonas sexuales que atraen a las mariposas macho, y de esta manera se evita la fecundación de las hembras. Otra alternativa es el uso de insecticidas biológicos o químicos, que se aplican por medio de pulverizadores de mochila o cañones emplazados en camiones, por lo que su distribución queda relegada, en este último caso, a los caminos y pistas forestales.
 

Fumigación aérea

 

No obstante, cuando el daño causado por la procesionaria se extiende a todo un rodal o a varios rodales, estos tratamientos locales se hacen insuficientes. En este caso, la técnica más común de combatir la procesionaria es mediante la fumigación aérea con insecticidas. "Lo más lógico sería fumigar como medida preventiva, antes de alcanzar un grado de infestación alto, pero por desgracia no hay criterios para predecir exactamente qué rodales van a alcanzar un grado elevado de infestación" asegura Luis Cayuela, unos de los autores de esta investigación junto con José Antonio Hódar y Regino Zamora. Sin embargo, si se fumigan todos los rodales se gastaría una cantidad muy grande de recursos económicos y podría causar una resistencia al tratamiento a medio o largo plazo. La única solución, asevera este estudio, sería por tanto esperar a tener una explosión demográfica del insecto, pero para entonces ya resulta demasiado tarde para que el tratamiento sea efectivo, y hay que esperar al otoño siguiente para realizar la fumigación.
 

En Andalucía, este tipo de tratamientos constituyen más del 90% del total de los tratamientos aplicados; una relación que en mayor o menor medida se repite en otras Comunidades Autónomas.
 

En definitiva, este trabajo señala que para conocer si las medidas de gestión forestal aplicadas al control de plagas son realmente efectivas, es necesario tener una comparativa de lo que ocurre con la procesionaria en rodales fumigados y no fumigados. En Andalucía se gastan anualmente entre 1 y 1,5 millones de euros, según el año, en el tratamiento de la procesionaria, de los cuales casi todo se dedica a fumigaciones aéreas. Si estos tratamientos producen los mismos resultados que los procesos naturales que controlan las poblaciones de procesionaria en los rodales no tratados, convendría replantearse las estrategias de gestión forestal utilizadas para el control de esta plaga. Este caso ilustra cómo el trabajo de los gestores puede mejorarse merced a los estudios realizados por los investigadores, y el trabajo de los investigadores justifica su utilidad en la medida en que es entendido y aplicado por los gestores. Afortunadamente, en los últimos años, el acercamiento entre ambos actores ha sido progresivo y se espera que esta tendencia continúe en el futuro.