La deforestación ya muestra sus efectos sobre la diversidad de peces en arroyos de la Amazonia
AGENCIA FAPESP/DICYT – La sustitución de la selva por pasturas y cultivos está afectando directamente a los peces de la Amazonia. En un estudio publicado en la revista Neotropical Ichthyology, científicos de Brasil, Colombia y Estados Unidos demostraron que un proceso similar al que sucedió en el transcurso de décadas en áreas con una larga historia de deforestación, como el estado de São Paulo, se repite ahora en el estado de Rondônia (norte de Brasil), en el denominado Arco de la Deforestación, donde la tala de montes es reciente.
Peces sensibles a las alteraciones en el ambiente están siendo reemplazados paulatinamente por algunas pocas especies más resistentes a estos impactos. Aparte de la pérdida de biodiversidad, este fenómeno trae aparejada una pérdida de las funciones ecológicas que ejercen los peces que desaparecen.
“Existe una hipótesis dentro de la ecología que indica que los vertebrados terrestres soportarían hasta un 60 % de pérdida de hábitat antes de entrar en un proceso de declive poblacional e, inmediatamente después, de extinción local. Al estudiar peces de arroyos o riachos, verificamos que algunas especies soportan tan solo un 10 % de pérdida de hábitat y sus poblaciones empiezan a declinar menos de diez años después del comienzo de desmonte. Pero otras se ven beneficiadas con pérdidas de más del 70 % del hábitat”, comenta Gabriel Brejão, primer autor del estudio, llevado a cabo durante una pasantía posdoctoral en el Instituto de Biociencias, Letras y Ciencias Exactas de la Universidade Estadual Paulista (Ibilce-Unesp), en su campus de São José do Rio Preto, Brasil.
Estos resultados se basan en datos recolectados en 75 arroyos con diferentes grados de preservación en la cuenca del río Machado, uno de los afluentes del río Madeira. Para analizar el historial de deforestación de estas áreas, los investigadores consultaron imágenes satelitales de la región realizadas entre 1984 y 2011.
“A partir de los datos históricos, separamos las áreas en cuencas que nunca pasaron por cambios, las que sufrieron deforestación hace mucho tiempo y las de degradación reciente. Observamos que en donde la deforestación es reciente, la tasa de sustitución de especies [las más sensibles por más resistentes] era más alta que en las áreas forestadas y en las de desforestación antigua”, explica. Las recolecciones y análisis del trabajo estuvieron en parte a cargo del investigador durante su doctorado en la misma institución, con beca de la FAPESP.
Este trabajo es uno de los resultados del proyecto intitulado “Peces de arroyos de tierra firme de la cuenca del río Machado, Rondônia”, financiado por la FAPESP y coordinado por Lilian Casatti, docente del Ibilce-Unesp. La investigación contó también con el apoyo en el marco de un proyecto coordinado por Silvio Ferraz, docente de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), y coautor del artículo.
El oeste paulista y el oeste amazónico
Casatti comenta que su grupo siempre trabajó con peces de arroyos en el estado de São Paulo, que tienen una historia de más de 200 años de uso intenso del suelo y sustitución de la selva por cultivos y cría de ganado.
“Quería saber cómo serían los arroyos en un lugar no tan alterado, al menos desde no hace tanto tiempo. Pero cuando llegamos a algunos sitios de Rondônia parecía que no habíamos salido del oeste paulista, tamaña era la agradación y la deforestación de las orillas, con las pasturas invadiendo el medio acuático”, recuerda Casatti, quien coordinó el estudio.
Los riachos o arroyos son especialmente sensibles a la deforestación. Estos cuerpos de agua, utilizados como lugar de reproducción y de nacimiento de especies que pueden posteriormente migrar hacia los ríos, también transportan distintos nutrientes de la selva hacia los ríos. En lo atinente a las comunidades de peces que viven en ellos, una selva degradada genera diversos impactos.
Aparte de la agradación, que es la sedimentación de partículas del suelo en el fondo de los arroyos, que disminuye su profundidad, la mengua o el retiro de la cobertura forestal hace posible también la entrada de una mayor cantidad de radiación solar, lo que hace que se incremente el crecimiento de plantas acuáticas indeseables para algunas especies, y eleva la temperatura del agua.
Y así es como se produce una mengua de los frutos, hojas e insectos que les sirven de alimento a los peces, y también escasean las ramas y troncos, que les sirven a los mismos de refugio y que incluso modulan la acidez del agua, otro factor que puede determinar la presencia o la ausencia de ciertas especies y de las funciones ecológicas que cumplen.
“Al perder especies de cascudos o viejas del agua, que raspan los troncos que caen en el agua, por ejemplo, se puede perder el procesamiento de la materia orgánica. La pérdida de peces insectívoros puede hacer que aumente la cantidad de insectos que transmiten enfermedades. Los peces carnívoros, tales como tarariras y dorados, ejercen una presión sobre especies más basales, que pueden reproducirse descontroladamente sin los predadores. La calidad del hábitat cumple un papel sumamente importante para mantener no solamente la diversidad de especies, sino también funciones ecológicas”, explica Casatti.
“Nuestros resultados indican que en las áreas de deforestación más reciente hay un conjunto de especies lo suficientemente grande como para revertir la pérdida de funciones. Esto no quiere decir que necesariamente se repetirá en Rondônia lo que sucedió en São Paulo. Pero es quizá una señal de que en procesos iniciales de deforestación existe un ‘tapón’ de diversidad que está reteniendo la pérdida de funciones, aunque no sabemos hasta cuándo”, concluye Brejão.