Ciencias Sociales España , Salamanca, Lunes, 27 de octubre de 2008 a las 16:25

La gestión actual de la Ciencia y los científicos

Artículo de opinión de Miguel Ángel Merchán, catedrático de la Universidad de Salamanca y director del Instituto de Neurociencias de Castilla y León

DICYT En los últimos 25 años la ciencia en España ha sufrido un empuje de enorme importancia a juzgar por los índices que gobernantes y gestores utilizan. Como siempre suele ocurrir los índices y la realidad deben ser bien contrastados para llegar al justo equilibrio que conduce a la verdad. La realidad es que el sistema de I+D de nuestro país, en la mayoría de los campos de la ciencia (justo es excluir la astrofísica por motivos que no hace el caso explicar) se encuentra con dificultades para mantener el ritmo de crecimiento que nos lleve a competir en pie de igualdad con los países vecinos mas desarrollados. Las causas de esta situación deben buscarse en problemas de gestión de los recursos humanos y técnicos.

 

En la década de los 80 y los 90, el crecimiento sostenido del I+D se basó fundamentalmente en mantener un sistema estable de financiación de proyectos de investigación controlado por la agencia de evaluación de turno (ANEP), con un carácter estatal y un volumen de recursos incrementado en relación a la incorporación al sistema de nuevos investigadores. A partir de finales de los 90, la política científica derivó de forma rotunda a la financiación de redes de investigación virtuales y otras unidades . La inversión aplicada en este esquema derivó a la generación de áreas prioritarias que obligaron a los científicos a rediseñar su esquema de trabajo o abandonar en todo caso su campo científico. Particularmente en el campo de la Biomedicina se establecieron y se mantienen áreas financiables determinadas por criterios políticos a veces basados en las modas, a veces en teóricas necesidades sociales y la mayoría de ellas en el apoyo a científicos con influencia política en la búsqueda de atajos para conseguir financiación. El problema de este nuevo esquema de gestión es que una gran cantidad de recursos públicos se han diluido en el sistema sin generar ni un incremento en la masa crítica de investigadores (lo más importante en nuestro medio) ni un aumento convergente con Europa de la productividad científica. La causa más probable está contenida en la frase de Gohete que encabeza el artículo. De este modo las redes y centros de excelencia fundados no han sido evaluados en relación a su valor añadido y mantienen su financiación en detrimento del tradicional sistema de financiación de proyectos y evaluación por pares. Una vez más en nuestro país somos incapaces de mantener las cosas que funcionan, destruimos lo construido para volver a empezar una y otra vez, la tela de Penélope.

 

La gestión del I+D debe contemplar en primer término las necesidades del científico, generando un marco más confortable de trabajo, menos burocratizado y con más apoyo en la gestión. En segundo lugar debe tenerse en cuenta, como una prioridad absoluta, la necesidad imperiosa de incrementar exponencialmente el número de investigadores de nuestro país, porque si siguiendo las indicaciones de la UE el porcentaje del PIB de España debe incrementarse de forma sustancial, el gobierno no podrá ni siquiera gastar su dinero de investigación en los próximos años. Finalmente es prioritario evaluar desde el punto de vista científico todas las actividades propuestas y por último entender que en la transferencia de conocimiento son las empresas y no los investigadores las que deben tomar a iniciativa.