Social Sciences Brazil São Paulo, São Paulo, Tuesday, April 12 of 2022, 09:39

La identidad de género influye en la forma en que afrontan su condición los dependientes del alcohol

En el marco de un estudio realizado en reuniones estrictamente femeninas de un grupo de Alcohólicos Anónimos, se verificó un fuerte sentimiento de rechazo y soledad entre las participantes, provocado por el estigma social

AGENCIA FAPESP/DICYT – Un estudio cualitativo a cargo de investigadores de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la Universidad de São Paulo (EACH-USP), en Brasil, sugiere que la identidad de género influye en la forma en que afrontan su condición las personas dependientes del alcohol.

 

La investigación estuvo coordinada por el profesor Edemilson de Campos, y contó con el apoyo de la FAPESP y con la colaboración de Nadia Narchi, también docente de la EACH-USP. Los resultados se publicaron en la revista Drug and Alcohol Review.

 

De Campos comenta que obtuvo el permiso para frecuentar las reuniones estrictamente femeninas de un grupo de Alcohólicos Anónimos (AA) en la ciudad de São Paulo. Y en esos encuentros, como así también en las entrevistas realizadas con las participantes, recabó directamente los testimonios que empleó en su estudio.

 

“Los grupos del AA que reúnen únicamente a mujeres son frecuentes en Estados Unidos. Pero no es así en Brasil. AA no estimula ese formato, alegando que el alcoholismo es uno solo y que afecta igualmente a varones y mujeres. Pero las mujeres que entrevisté piensan distinto y me dijeron que se sentían intimidadas en las reuniones mixtas. Algunas informaron incluso que habían sido víctimas de acoso y de chistes sexistas durante esos encuentros”, dice el investigador.

 

De Campos informa que existen 120 grupos de Alcohólicos Anónimos en la ciudad de São Paulo. Pero tan solo dos de ellos promueven reuniones estrictamente femeninas: uno en la zona norte de la ciudad y otro en el barrio central de Santa Cecília. “Como los grupos de AA no poseen una estructura jerárquica, gozan de bastante autonomía, e incluso cuentan con una coordinación rotativa. Pedí permiso para frecuentar las reuniones femeninas de ambos grupos, pero solamente las participantes de la zona norte estuvieron de acuerdo”, afirma.

 

De Campos informa que esa reunión congregaba a alrededor de 15 mujeres, que se reunían todos los sábados: algunas eran frecuentadoras recientes, hacía solo dos meses, en tanto que otras llevaban más de 30 años de participación. En general se trataba de mujeres con un nivel económico y de escolaridad más bajo, y algunas estaban casadas con frecuentadores de Alcohólicos Anónimos.

 

Es importante aclarar que Alcohólicos Anónimos considera que el alcoholismo es una “enfermedad crónica e incurable”, derivada de una predisposición física aliada a la obsesión mental por el consumo de alcohol. Y cree que no existe fuerza de voluntad individual capaz de vencerla. La red de apoyo formada por el propio grupo constituye un soporte indispensable para convivir sobriamente con ella. Alcohólicos Anónimos se define como una “hermandad de varones y mujeres”, no vinculada con “ninguna secta o religión, con ningún movimiento político y con ninguna organización o institución”. La “hermandad” no cobra aranceles ni cuotas mensuales, pero cuenta con autosuficiencia económica merced a los aportes voluntarios de sus miembros.

 

“Ya habíamos estudiado grupos con reuniones mixtas. Lo que hicimos en esa reunión estrictamente femenina, con sumo respeto, fue una investigación etnográfica, recabando relatos individuales sobre relaciones de pareja, familia, trabajo y otros temas de interés de las participantes. La expresión ‘dolor del alma’ fue la forma en que esas propias mujeres caracterizaron a su condición, signada por un fuerte sentimiento de rechazo y soledad debido al estigma social”, dice De Campos.

 

Un aspecto notable que el investigador constató fue que mientras que en las reuniones mixtas los hombres enfocaban sus relatos en el trabajo y en otros aspectos impersonales de la vida práctica, las participantes en la reunión estrictamente femenina hablaban mucho más de su intimidad. “Por eso las reuniones de mujeres únicamente son muy importantes, pues ofrecen un espacio seguro de expresión. Estas reuniones tenían el poder de devolverles a las participantes un sentimiento de dignidad”, argumenta.

 

En general, el pensamiento socialmente condicionado es bastante condescendiente con el padre negligente en lo que respecta a sus obligaciones paternas. Pero es implacable con la madre que procede de manera análoga. “El sentimiento de que el alcoholismo puede haberles impedido cumplir aquello que la sociedad esperaba de ellas era algo que pesaba demasiado para esas mujeres”, comenta De Campos.

 

En su cuarta revisión, la más difundida, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés), de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, caracteriza como dependiente de una sustancia al individuo que se encuadre en tres o más de los seis criterios siguientes: destinó gran parte de su tiempo para obtener, consumir o recuperarse del efecto de la referida sustancia; consumió la sustancia con mayor frecuencia o en mayor cantidad de lo que pretendía; necesitó consumir cantidades mayores para obtener el mismo efecto; no logró disminuir o dejar de consumir la sustancia; siguió consumiendo la sustancia incluso después de tomar conocimiento de que le estaba causando o agravando sus problemas de salud físicos o mentales, y dejó de hacer o disminuyó el tiempo dedicado a las actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de esa sustancia.

 

En el caso del alcohol y de otras sustancias que provocan adicción química (tales como tranquilizantes benzodiazepínicos, estimulantes anfetamínicos, cocaína, crack o similares), aparte de los seis criterios mencionados se le agregó un séptimo, definido por la manifestación de síntomas de abstinencia, que varían de acuerdo con la sustancia. En este caso, se considera que el individuo es adicto si cumple con tres de los siete criterios.

 

Y los mismos se aplican igualmente a varones y mujeres. Pero lo que De Campos verificó en su estudio fue que, aparte de esta clasificación general, la vivencia del alcoholismo y de su tratamiento estuvo fuertemente influida por el marcador social de género. “Al contrario de la idea prevalente en AA, constamos que las mujeres necesitan efectivamente contar con un espacio seguro para exponer su ‘dolor del alma’”, culmina.

 

Una investigación sobre el consumo de drogas en la población brasileña, realizada en 2017 por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz, ligada al Ministerio de Salud nacional), verificó que aproximadamente 2,3 millones de personas de entre 12 y 65 años exhibieron dependencia del alcohol en los 12 meses anteriores al estudio. La incidencia fue 3,4 veces mayor entre los varones (un 2,4 % de la población masculina) que entre las mujeres (el 0,7 % de la población femenina). Pero los estudiosos del tema consideran que este último porcentaje puede haber sido subestimado, debido al fuerte estigma social relacionado con el alcoholismo femenino. Con miedo de lo que “los otros” podrían pensar, decir o hacer, muchas mujeres alcohólicas pueden haber escondido su condición.