Alimentación España Ponferrada, León, Miércoles, 03 de junio de 2009 a las 18:35

La minería de interior ha supuesto un impacto mínimo en el oso pardo cantábrico

El seguimiento de la FOP asocia el crecimiento de la población al descenso de la práctica de los furtivos en las cuencas mineras

AMR/DICYT La minería y el oso pardo cantábrico, ineludiblemente asociados desde que la Revolución Industrial empujó a Asturias y León a explotar los yacimientos de hulla de la cordillera que las separa, han tenido una relación que no siempre ha sido tan perjudicial para el plantígrado como se creía. Mientras que las minas abiertas suponen una degradación del hábitat de los osos, las de interior apenas supusieron un impacto importante e incluso llegaron a favorecer la supervivencia de esta subespecie, en peligro de extinción. La Fundación Oso Pardo (FOP) ha realizado un seguimiento de cómo ha evolucionado la población en las cuencas mineras del Sil y el Narcea.

 

Esto ha sido así porque las explotaciones de las minas de interior apenas supusieron cambios sobre el entorno boscoso que las rodeaba y, aunque aumentara la población, ésta se dedicaba en exclusiva a tareas mineras. El hábitat en el que se movía el oso pardo cantábrico apenas variaba. Esta circunstancia cambia si la mina es a cielo abierto, como actualmente abogan los agentes sociales, ya que "liman el entorno" en el que se desenvuelve esta subespecie, según indicó a DiCYT el presidente de la FOP, Guillermo Caballero. "En cierta manera, las minas de interior son deseables para la supervivencia del oso pardo cantábrico", añadió.
Caballero participó hoy en la Jornada Derecho Ambiental y Minero, que se desarrolla en la Fundación Ciudad de la Energía, en Ponferrada.

 

En este sentido, la normativa nacional sobre explotaciones mineras establece en la actualidad tres condiciones para que no afecten a la población de oso pardo cantábrico, en lenta recuperación: no establecerse en áreas críticas (como corredores o zonas de oseras), no crear más de una mina de forma simultánea, y establecer un plan de recuperación del entorno una vez hayan concluido las extracciones. La

 

Por otra parte, al iniciarse las actividades mineras a finales del siglo XIX en las cuencas del Sil (León) y Narcea (Asturias), comenzó un ciclo de furtivismo que hizo menguar la población occidental del oso pardo cantábrico, la más numerosa actualmente. Sin embargo, la aparición de un cuerpo policial especializado en salvaguardar el medio ambiente (el Seprona, Servicio de Protección de la Naturaleza, de la Guardia Civil) en 1989, y las actuaciones de organizaciones no gubernamentales (la propia FOP se funda en 1993) han reducido la presencia de furtivos.

 

La población de osos en la zona occidental de la Cordillera Cantábrica (Asturias y León) ronda actualmente los cien ejemplares, mientras que la oriental (en el entorno de Picos de Europa, esto es, Cantabria, Asturias, León y Palencia) apenas llega a 30. La FOP ha iniciado un proyecto Life de conservación para conectar ambos núcleos a través de corredores biológicos, pero hasta ahora los análisis genéticos realizados en oseznos han concluido que no se ha producido un intercambio exitoso.