Medio Ambiente Brasil São Paulo, São Paulo, Lunes, 20 de febrero de 2023 a las 10:31

La minería en tierras indígenas amazónicas brasileñas aumentó un 1.217 % durante los últimos 35 años

Para revertir este panorama, es necesario en primera instancia identificar y monitorear las tierras indígenas en donde la minería ilegal ha aumentado en forma más significativa durante los últimos años. Asimismo, urge cohibir la deforestación

AGENCIA FAPESP/DICYT – La minería en las tierras indígenas de la denominada Amazonia Legal Brasileña (un concepto jurídico que delimita el bioma en Brasil que pasa por nueve estados) ha aumentado un 1.217 % durante los últimos 35 años, al trepar de 7,45 kilómetros cuadrados (km²) ocupados por esa actividad en el año 1985 a 102,16 km² en 2020. Casi la totalidad (un 95 %) de esas áreas de actividad ilegal de garimpeiros se concentra en tres tierras indígenas: el área Kayapó en primer lugar, seguida por el área Munduruku y el área Yanomami.

 

Estos datos surgen de un estudio a cargo de científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil y de la Universidad del Sur de Alabama, Estados Unidos. Y los resultados de dicho trabajo salieron publicados en la revista Remote Sensing.

 

“Observamos un crecimiento constante de la minería en tierras indígenas entre 1985 y 2020, que se agravó a partir de 2017. Ese año, la actividad ilegal de los garimpeiros ocupaba 35 km² en tierras indígenas, en tanto que en 2020 trepó a casi 103 km²”, dice Guilherme Augusto Verola Mataveli, posdoctorando en la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Inpe, becario de la FAPESP y primer autor del estudio. Otros autores del artículo son Michel Eustáquio Dantas Chaves, también investigador del Inpe, y Elton Vicente Escobar Silva, doctorando en dicha institución.

 

Con el objetivo de identificar las áreas de minería en tierras indígenas, los investigadores utilizaron un conjunto de datos referentes al período comprendido entre 1985 y 2020 suministrado por el proyecto MapBiomas, una red colaborativa conformada por organizaciones no gubernamentales, universidades y startups de tecnología que releva la cobertura y el uso del suelo en Brasil.

 

Esta iniciativa clasifica el tipo de uso y la cobertura de la tierra en todo Brasil mediante análisis automáticos realizados por algoritmos de imágenes obtenidas vía satélite, con una resolución espacial de 30 metros. “Con base en la clasificación automática de las imágenes, el sistema es capaz de distinguir entre un área de selva y otra con minería consolidada, cuyo suelo se encuentra expuesto y posee características muy diferentes de la cobertura vegetal”, explica Verola Mataveli.

 

Con todo, una de las limitaciones del sistema para detectar la minería en tierras indígenas reside en la imposibilidad de clasificar a la actividad que se realiza en embarcaciones ancladas en ríos o en pequeñas áreas donde no se ha concretado la conversión de la selva hacia esa actividad. “Esta cifra alarmante del avance de la minería en las tierras indígenas de la Amazonia Legal Brasileña que relevamos probablemente es aún mayor si tenemos en cuenta esas limitaciones del conjunto de datos utilizados”, afirma Verola Mataveli.

 

Una nueva frontera de la minería ilegal

 

De acuerdo con datos de este estudio, la mayor parte de la minería ilegal dentro de las tierras indígenas en la Amazonia Legal Brasileña corresponde al oro (el 99,5 %) y solamente el 0,5 % al estaño. Esta actividad es más intensa en la tierra indígena Kayapó, en donde la estimación de la ocupación del área por garimpeiros en 2020 –de 77,1 km²– fue casi un 1.000 % superior a la detectada en 1985, de 7,2 km².

 

En tanto, en la tierra indígena Munduruku, la actividad minera experimentó un fuerte incremento a partir de 2016, al trepar de 4,6 km² a 15,6 km² en tan solo cinco años. Ese mismo patrón se detectó en la tierra indígena Yanomami, en donde la minería ilegal ocupaba 0,1 km² en 2016 y saltó a 4,2 km² en 2020. “En esas tres tierras indígenas el poder público debe actuar efectivamente mediante la intensificación de las acciones de inspección para impedir el avance de la minería ilegal”, sostiene Verola Mataveli.

 

De acuerdo con el investigador, la tierra indígena Yanomami, demarcada en 1992, es la más aislada de las tres. Este aislamiento dificultó durante mucho tiempo el acceso de los garimpeiros ilegales. Pero el aumento de la cotización del oro en el mercado internacional y el debilitamiento de la protección de la Amazonia Legal Brasileña en los últimos años han estimulado las inversiones en infraestructura de acceso a esa área protegida.

 

“Esta combinación de factores culminó en la transformación de la tierra indígena Yanomami en una nueva frontera de la minería”, afirma Verola Mataveli. De acuerdo con datos de este estudio, en 2018, la minería superó por primera vez los 2 km² en la tierra indígena Yanomami. Desde entonces, el aumento exponencial de esa ilegalidad resultó en un escenario de invasiones y violaciones de los derechos humanos.

 

En 2022, la Policía Federal, ligada al Ministerio de Justicia de Brasil, detectó un incremento del 505 % de la minería a orillas del río Uraricoera. Los líderes yanomamis estiman que hay más de 20 mil garimpeiros ilegales dentro de su territorio indígena, mientras que la cantidad total de indígenas llega a 30 mil. Asimismo, la presencia de garimpeiros hizo que aumenten los casos de malaria y propagó otras enfermedades infecciosas para los pueblos indígenas.

 

“La tragedia que estamos viendo hoy en día, con la crisis humanitaria de los yanomamis, era previsible”, dice Verola Mataveli. Para revertir este panorama, es necesario en primera instancia identificar y monitorear las tierras indígenas en donde la minería ilegal ha aumentado en forma más significativa durante los últimos años. Asimismo, urge cohibir la deforestación.

 

Normalmente, la minería en la Amazonia Legal Brasileña, incluso en las tierras indígenas, se concreta tras el desmonte, según Verola Mataveli. “La minería ilegal en la Amazonia está muy vinculada a la deforestación, porque hay que talar el bosque para luego explotar el suelo”, afirma el investigador.