Salud Brasil São Paulo, São Paulo, Miércoles, 17 de abril de 2024 a las 09:52

La musculación genera una mejoría de síntomas de depresión y ansiedad en personas mayores

Investigadores brasileños analizaron más de 200 artículos sobre el tema e identificaron los tipos de entrenamiento más indicados en estos casos. Los resultados se publicaron en la revista Psychiatry Research

AGENCIA FAPESP/DICYT – La práctica de la musculación entre ancianos puede favorecer la disminución de la grasa corporal y el incremento de la fuerza y la masa muscular, lo que contribuye con la autonomía funcional y la reducción de la cantidad de caídas, lesiones y fracturas. Asimismo, estudios recientes han demostrado que el entrenamiento de fuerza puede aportar beneficios también a la salud mental de la población anciana, sobre todo en el caso de personas que padecen trastornos de ansiedad y depresión.

 

Estos beneficios se confirmaron en el marco de un estudio publicado en la revista Psychiatry Research, en el cual se revisaron sistemáticamente más de 200 artículos referentes al tema. Este examen estuvo a cargo de Paolo Cunha, becario posdoctoral de la FAPESP en el Instituto Israelita de Ensino e Pesquisa Albert Einstein (Iiepae) en São Paulo, Brasil.

 

“Los ejercicios resistidos se han mostrado como una de las mejores estrategias no farmacológicas para lograr un envejecimiento sano, al promover incontables beneficios para la salud en general, incluso en la mejoría de la salud mental”, afirma Cunha.

 

Según el investigador, los resultados a los que arribó son bastante prometedores. Aparte de mejorar los síntomas de depresión y ansiedad en la población en general, la musculación parece tener un efecto mayor en las personas con diagnóstico confirmado de trastornos de ansiedad y depresión.

 

“Estudios epidemiológicos han revelado que la disminución de la fuerza y de la masa muscular, eventos naturales asociados al envejecimiento, puede estar asociada al aumento de problemas de salud mental, dado que existen diversos mecanismos fisiológicos que provocan cambios funcionales y estructurales que se encuentran bajo el mando del cerebro”, señala Cunha.

 

El investigador consigna también otro importante beneficio para la salud mental: cuando se concreta en grupo, la musculación hace posible una mayor interacción social entre los practicantes.

 

El entrenamiento recomendado

 

La investigación también reveló cuáles serían las mejores formas de estructurar el entrenamiento enfocado en la mejoría de la salud mental. “El modo de concretar el entrenamiento parece influir sobre los resultados que se logran. La información generada hasta ahora sugiere que lo ideal para este público y con este fin es practicar la musculación tres veces por semana, con tres series de cada ejercicio y sesiones no muy largas: aparentemente, seis ejercicios son suficientes. Haga menos, pero hágalos bien: una serie corta aporta más resultados. Esta información es bastante relevante, toda vez que aún no existe una directriz con recomendaciones específicas de entrenamiento resistido enfocada en parámetros de salud mental”, comenta Cunha.

 

Si bien existen muchas posibilidades de variación en la forma de prescribir programas de entrenamiento resistido con la mira puesta en la salud, la autonomía y la calidad de vida de los ancianos, estos programas redundan en mayor medida en una mejoría de los síntomas de ansiedad y depresión, de forma directa o indirecta, independientemente de la intensidad y del volumen aplicado al entrenamiento, según lo consigna Edilson Cyrino, docente de la Universidad Estadual de Londrina (UEL), investigador responsable del estudio y coordinador del Active Aging Longitudinal Study, un proyecto que se puso en marcha en el año 2012 con la intención de analizar el impacto del entrenamiento resistido sobre parámetros relacionados con la salud de mujeres ancianas.

 

Otro punto que los investigadores observaron fue que el uso de aparatos de musculación parece ser más beneficioso para la salud mental que los métodos de ejercicios resistidos que comprenden el uso de bandas elásticas o del peso del propio cuerpo, por ejemplo. “Aunque no existen datos estadísticos que comparen ambos tipos de entrenamiento, la prescripción de ejercicios resistidos mediante el empleo de aparatos se mostró como la más indicada, al generar un mejor resultado en lo concerniente a la salud mental de los ancianos teniendo en cuenta que es posible controlar mejor la intensidad y el volumen de ejercicios”, afirma Cunha.

 

En el artículo, los investigadores remarcan que más allá de la incuestionable relación entre la musculación y la salud mental, existen aún importantes lagunas que habrá que rellenar. “En general, los estudios se han realizado en su mayoría con pocos voluntarios, lo que dificulta la comprensión acerca de cómo transcurre este fenómeno y cuáles serían los principales mecanismos implicados. Por ende, esta es un área de investigación que ha venido ganando terreno durante los últimos años y en la cual hay mucho que avanzar todavía”, culmina diciendo Cunha.

 

El investigador se encuentra actualmente llevando a cabo un proyecto en colaboración con el Grupo de Investigación en Intervenciones Clínicas y Enfermedades Cardiovasculares (Gepicardio) del Hospital Israelita Albert Einstein, con el propósito de analizar el impacto de los largos períodos de sedentarismo sobre la disfunción vascular y la mengua de la función cognitiva en ancianos.