La nieve de la Cordillera de Los Andes es tan limpia como la del Ártico canadiense
USACH/DICYT El pasado 12 de abril, en la Asamblea General de la Unión Europea de Geofísica (EGU, por sus siglas en Ingles) en Viena, Raúl Cordero, académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago, presentó los resultados del Proyecto Anillo que dirige 'Carbono Negro en la Criosfera Andina', financiado por CONICYT.
El proyecto implicó analizar cientos de muestras de nieve recogidas por investigadores de seis universidades nacionales a lo largo de un trazado lineal de casi 7.000 kilómetros, abarcando desde Putre en el Desierto de Atacama hasta el campamento Glaciar Unión en Antártica (a 800 millas del Polo Sur).
En palabras del científico, el estudio se trató “del mayor esfuerzo realizado en el Hemisferio Sur para cuantificar la influencia y el transporte del carbono negro (u hollín) y otras impurezas en la Cordillera de Los Andes y en la Antártica”.
Causas del estudio
Dada la importancia hidrológica de la nieve a nivel mundial, ya que a pesar de que el 70 por ciento de la Tierra está cubierta por agua, sólo una mínima parte es dulce y la mayoría se encuentra congelada en los polos o forma parte de aguas subterráneas, aguas alimentadas, en última instancia, por el deshielo de las zonas más altas, su preservación es de vital importancia.
En ese sentido, la zona central del país es considerada un área de estrés hídrico relativo, por lo que para el equipo científico era de gran urgencia determinar si la cantidad de carbono negro u otras impurezas en la cordillera podrían afectar significativamente las reservas de nieve.
Según explica Gino Casassa de la Universidad de Magallanes, la principal característica de la nieve radica en su gran reflectividad de la radiación solar, que en presencia de impurezas o material particulado disminuyen su reflectividad causando un incremento de la radiación solar absorbida, siendo esperable un aumento en el derretimiento de la nieve, y su consecuente afectación a la disponibilidad del recurso hídrico.
En esa línea, según afirma Nicolás Hunneus de la Universidad de Chile, el carbono negro se origina en general en la combustión especialmente de motores a diesel, pero la nieve también puede ser afectada por el carbono orgánico, que se origina por ejemplo de estufas a leña o incendios forestales, así como por polvo natural.
Pese a que la Cordillera posee zonas puntuales fuertemente impactadas, como las que se encuentra cerca de campamentos mineros, Cordero explica que decidieron enfocarse en puntos que podrían considerarse representativos del estado general de Los Andes, trabajando a seis mil metros de altura en el norte, y a 20 grados bajo cero en la Antártica.
Las muestras de nieve fueron derretidas, y el agua resultante filtrada. Las impurezas, capturadas en los filtros, fueron analizas en el Laboratorio de Radiometría y Fotometría de la Universidad de Santiago, siguiendo una técnica desarrollada originalmente por Stephen Warren, asesor del proyecto e investigador de la Universidad de Washington (Seattle).
Principales resultados
En su presentación en Viena, Cordero informó que los muestreos realizados demuestran que “afortunadamente la cordillera no está ampliamente afectada por la contaminación”.
En esa línea el científico destaca que las concentraciones de carbono negro detectadas fueron en general menores a las 14 nanogramos de hollín por gramo de nieve, lo que puede considerarse bajo y ubica a las nieves andinas al nivel de las de Alaska o el Ártico canadiense.
El científico explica que “las concentraciones de carbono negro encontradas en la nieve andina implican reducciones en la reflectividad o albedo de la nieve menores al 2 por ciento, y que es por lo tanto poco probable que actualmente estén provocando una señal climática relevante”.
Pese a que se esperaba que las concentraciones de carbono negro fuesen bajas en la cordillera norte, los bajos valores de impurezas en la zona sur fueron sorpresivos para los investigadores debido a su cercanía con los centros urbanos que utilizan leña como fuente de calefacción.
El informe sí reveló notables excepciones, es decir, puntos en los que se detectaron concentraciones mayores a 40 nanogramos de hollín por gramo de nieve: Cerro Toco en la Región de Antofagasta (muy cerca de generadores a diesel de grandes proyectos astronómicos), y Valle Nevado/LaParva (muy afectada por la contaminación de Santiago).
Respecto a la nieve Antártica, el informe confirmó que se trata del continente más limpio del mundo. Las concentraciones de hollín en Glaciar Unión (a 800 millas del Polo Sur) resultaron menores a 1 nanogramo por gramo de nieve mientras que en los lugares cercanos a las bases nacionales, en el extremo norte de la Península Antártica, la concentración resultó similar a la medida en algunos puntos del Ártico (entre 3 y 6 nanogramos por gramo de nieve).
En tanto, Cordero enfatiza en que continuarán trabajando en la misma línea, debido a que, “el principal resultado de nuestro proyecto hasta ahora es que la contaminación no puede explicar por si sola el retroceso observado en las últimas décadas en la cobertura de nieve o de los glaciares andinos, pero eso no disminuye los devastadores efectos del Calentamiento Global y sus efectos secundarios”, puntualiza.
A su vez, el equipo espera continuar trabajando en determinar la altitud en la cordillera que el carbono negro generado en Santiago puede alcanzar, “para analizar si la contaminación urbana tiene un papel significativo en la tasa de derretimiento de los glaciares”, según explica Fabrice Lambert de la U. Católica.
Además, evaluarán si la gran presencia de carbono orgánico detectado es presumiblemente generada en incendios forestales.