La protección social es determinante para contener el COVID-19, indica un estudio realizado en 77 países
AGENCIA FAPESP/DICYT – Todos los países que tuvieron éxito en la contención de la pandemia lo lograron de una manera parecida, en tanto que los que fracasaron cometieron errores, pero cada uno a su manera. Esta es la conclusión que se desprende del libro Coronavirus Politics: The Comparative Politics and Policy of COVID-19, publicado al final del pasado mes de abril por la University of Michigan Press, donde se comparan los efectos de las políticas públicas y las decisiones gubernamentales en el enfrentamiento del COVID-19 en 35 países. En total, el libro menciona los efectos de la pandemia en 77 países.
Al mencionar la frase de apertura de la obra literaria Anna Karénina, de Lev Tolstói – “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”–, los participantes en el estudio encabezado por Elize Massard da Fonseca (Fundación Getúlio Vargas, en Brasil), Scott Greer y Elizabeth King (Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos) consignan que las iniciativas de protección social –tales como los ingresos de emergencia, las líneas de crédito destinadas a las empresas y la reducción de impuestos y tasas para los más vulnerables–, cuando se las implementa en forma coordinada con medidas de salud, son determinantes para contener la propagación del virus y evitar muertes e inestabilidades económicas.
La buena cadencia de esas medidas fue aún más determinante que los factores relacionados con la capacidad del sistema sanitario o incluso que el nivel de ingresos per cápita de cada país.
“El gran hallazgo de nuestro estudio fue el que apuntó que los países que lograron aunar desde el comienzo de la pandemia medidas de salud no farmacológicas –tales como el distanciamiento social, el rastreo de contactos y el uso de mascarillas– con políticas sociales que permitiesen que la gente se quedase efectivamente en sus casas lograron buenas respuestas en el enfrentamiento de la pandemia. Y esto se observó en países de altos, medianos y bajos ingresos”, afirma Massard da Fonseca.
En el libro, que contó con el apoyo de la FAPESP, se analizan los diez primeros meses de propagación del SARS-CoV-2 en el mundo (hasta septiembre de 2020), cuando aún no había vacunas disponibles. Este análisis contó con la participación de 66 investigadores que escribieron sobre países distribuidos por los cinco continentes. Hay capítulos que abordan y comparan más de un país o más de una región.
Además del libro, el trío de investigadores también publicó el día 20 de abril un artículo en la revista Global Public Health sobre las lecciones aprendidas en el combate contra el COVID-19 en Brasil, Alemania, la India y Estados Unidos.
Tan pronto como la Organización Mundial de Salud (OMS) declaró la pandemia, en marzo de 2020, las medidas necesarias con miras a minimizar o impedir la propagación del virus ya se conocían bien. “Aprendimos todos muy rápidamente sobre los riesgos, los medios de propagación del COVID-19 y cómo evitar las muertes y el colapso de los sistemas de salud. Sobre todo, si la comparamos con la epidemia de sida, por ejemplo: en ese caso, se tardaron años para realizar la secuenciación genética del virus, e incluso para entender que se trataba de una ETS”, comenta la investigadora.
Massard da Fonseca remarca que, con el COVID-19, las universidades, los centros de investigación y la propia OMS impartieron rápidamente orientaciones para el enfrentamiento de la pandemia. “Si bien solamente después se descubrió la importancia de utilizar dos mascarillas, por ejemplo, se sabía que era una enfermedad causada por un virus respiratorio, y los países tenían información suficiente como dar respuestas e implementar medidas tendientes a afrontar el problema”, afirma la investigadora.
De todos modos, hubo una variación sumamente grande en la respuesta entre los países. Mientras que Estados Unidos, Brasil, la India y España tuvieron resultados trágicos, con récords de muertes y hospitalizaciones, naciones tan diversas como Vietnam, Mongolia, Alemania, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwán y Noruega se erigieron como casos exitosos. Como un largo maratón, el año 2020 terminó con China y Vietnam en mayor constancia y mejores resultados que Canadá y Alemania, ambos perjudicados por la reincidencia de los confinamientos y las medidas restrictivas.
De este modo, la falta de coordinación entre las medidas sociales de salud fue determinante para el mal resultado no solamente en Brasil, sino también en diversos países. “Por acá, los ministerios de Salud y de Economía no conversaban, lo que hizo que esas medidas de enfrentamiento se diseñasen sin coordinación. Si bien la ayuda de emergencia [un programa federal de incremento de los ingresos destinado a los estratos de la población sin asistencia] sacó a mucha gente de la pobreza, desafortunadamente no hizo que la población se quedase en casa efectivamente. Esto se erige como un problema cuando existe la necesidad de la cuarentena y de implementación de medidas restrictivas. Había también la necesidad de concretar campañas de comunicación para que la mayor cantidad de gente se quedase efectivamente en casa”, dice.
De acuerdo con Massard da Fonseca, la aplicación de políticas sociales generosas desarticuladas de las intervenciones de salud pública también fue desastrosa en Estados Unidos, la mayor potencia económica del mundo.
Otra respuesta fracasada llevó a la India al colapso. En ese país asiático, mientras que se aplicaron duras medidas de salud pública, no se instituyó ningún apoyo de política social. En tanto, en Alemania, donde se implementaron iniciativas de protección social generosas en sintonía con el distanciamiento social, el cierre del comercio y una buena comunicación con la sociedad, se tuvo éxito durante la primera etapa de enfrentamiento de la pandemia.
Cosechar los laureles y distribuir las culpas
En Brasil se puede notar también otro tipo de problema de coordinación. “Tuvimos políticas sociales muy fuertes, pero las medidas sanitarias estaban completamente descoordinadas dentro del gobierno federal y entre los estados. En un país grande como el nuestro, se necesitan acciones coordinadas, no solamente con los países vecinos, sino también y fundamentalmente entre las unidades subnacionales, para enfrentar una enfermedad infectocontagiosa que no respeta límites o fronteras”, dice.
Para la investigadora, la consecuencia de esta desarticulación entre la salud y la protección social fue que se generó un efecto solamente paliativo en Brasil, y ocurrió lo que sucedió en casi todos los países: permitió que presidentes y primeros ministros cosechasen los laureles para ellos y distribuyesen las culpas referentes a lo que no estaba saliendo bien.
El libro destaca que el presidente brasileño reivindicó los créditos de las políticas sociales (la ayuda de emergencia) propuestas por el Congreso, y trasladó la culpa de las medidas impopulares de distanciamiento social a los estados y a los municipios. En Estados Unidos, Donald Trump hizo lo mismo. Los autores ponen de relieve también que en todo el mundo hubo líderes populistas que culparon a China del problema y buscaron aval responder a la pandemia con retórica y política xenófobas.
“En Brasil, cada estado implementó su medida de distanciamiento social, en ocasiones incluso con lockdown o confinamiento, pero todo de manera sumamente descoordinada. A comienzos de 2021, con el aumento de los contagios y las muertes, parece que empezaron a darse cuenta y entonces se entabló un debate entre los estados con miras a concretar acciones más articuladas. El Ministerio de Salud nacional debería llevar adelante esa coordinación en el país, pero, por una serie de motivos, no lo hizo”, sostiene.
La política importa
Otro hallazgo del estudio reside en apuntar las variables políticas que al mismo tiempo ayudaron y obstaculizaron el combate contra la pandemia, lo que resultó en respuestas tan heterogéneas entre los países. De acuerdo con los investigadores, esas variables políticas hicieron que la estructura institucional de salud pública, es decir, los profesionales de la salud y los hospitales, tuviese un efecto limitado en el combate contra la pandemia.
“La cuestión del presidencialismo importa. Los presidentes tienen poderes constitucionales para obrar o no hacerlo. En Brasil, [Jair] Bolsonaro se valió de sus poderes constitucionales para nombrar a ministros que son más cercanos a sus ideas de combate a la pandemia y para propagar esa agenda altamente controvertida e incluso excéntrica. Hubo una interferencia en el Ministerio de Salud que nunca se había visto en democracia, en la presentación de datos, en los protocolos clínicos y hasta en la definición de la lista de actividades esenciales por decreto”, comenta.
Otros líderes también exhibieron conductas controvertidas basadas en el uso de sus poderes constitucionales, aunque algunos fueron menos excéntricos. Esto se observó en Chile con Sebastián Piñera, en Estados Unidos con Donald Trump, en México con López Obrador y en el Reino Unido con Boris Johnson: en este último caso, fue así hasta que se alteró completamente la estrategia, ya en el primer semestre de 2020. “No importa cuántos recursos se destinen a la construcción hospitales de campaña y a abrir UTI. Los presidentes se valieron de los poderes constitucionales que tienen a disposición para implementar una agenda propia, no necesariamente de combate contra la pandemia”, dice.
En Estados Unidos, Donald Trump minimizó los riesgos y los efectos del virus y fue un arduo crítico de Anthony Faucci, el líder de la fuerza de tareas de la Casa Blanca contra el coronavirus. “Y también dejó de lado las capacidades estatales en pro de una agenda política controversial”, afirma.
La vacunación y una nueva ola de análisis
En el libro se analizaron la respuesta de los países durante un período de la pandemia en el cual las vacunas aún no estaban autorizadas y existían únicamente medidas no farmacológicas de contención del virus. “En este primer libro, abordamos una dinámica de respuesta a la pandemia que requería de medidas no farmacológicas. Cuando empezaron a salir las vacunas, la dinámica política de la pandemia cambió mucho. Entraron en acción nuevas variables de economía política. Hasta octubre de 2020 no había ninguna vacuna aprobada, eso recién sucedió en diciembre”, dice.
El grupo de investigadores pretende ahora iniciar una nueva ronda de análisis, y prevé la publicación de un segundo libro a finales de 2021, con enfoque en la aprobación de las vacunas y la implementación de campañas de vacunación.
La versión digital del libro puede bajarse gratuitamente en el siguiente enlace: www.fulcrum.org/concern/monographs/jq085n03q.