La sabana brasileña requiere de acciones rígidas de protección y recuperación para frenar el desmonte
AGENCIA FAPESP/DICYT – El acelerado ritmo de conversión de la vegetación natural del Cerrado −la sabana brasileña− en áreas agropecuarias está causando impactos sobre los servicios ecosistémicos que suministra este bioma. Para frenar tamaño problema, se hace necesario implementar acciones de protección más rígidas, complementadas con una planificación territorial enfocada en la formación de corredores ecológicos y en la recuperación de las pasturas degradadas. Esta es la advertencia que efectuaron investigadores brasileños en una carta publicada en la revista científica Nature Sustainability.
El Cerrado es por su tamaño el segundo bioma de América del Sur, con un área de 2.000.000 de kilómetros de cuadrados (km²), el equivalente al territorio de México, y constituye la que es la sabana más biodiversa del mundo, con más de 11.600 especies de plantas autóctonas. Conocido también como “cuna de aguas” en Brasil, alberga diversas cuencas hidrográficas que abastecen a las regiones sur y sudeste del país.
No obstante, ha venido registrando récords de deforestación, con un aumento del 16,5 % entre agosto de 2022 y julio de 2023, para llegar a 6.300 km² destruidos en dicho lapso de tiempo. Estos datos son del sistema de alertas Deter, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), y se dieron a conocer el pasado día 3 de agosto. Fue el peor resultado desde que se puso en marcha dicha medición, entre 2017 y 2018. La mayor parte de las alertas surgen en el área conocida como Matopiba, que abarca los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía. Casi el 75 % del desmonte del bioma se ubica en esa zona.
En 2022, la tala de la vegetación en el Cerrado había sido un 25 % mayor que el año anterior, al llegar a los 10.689 km². Es casi igual al total desforestado en idéntico período en la Amazonia (11.568 km²), que abarca un territorio dos veces más grande. “Es un reflejo. Hay menos acciones tendientes a cohibir la deforestación en el Cerrado que en la Amazonia, por ejemplo, al tiempo que las actividades derivadas de esa conversión dan ganancias. Con todo, sus funciones ambientales, económicas y sociales interesan igualmente al planeta. El propio acuerdo Mercosur-Unión Europea adolece de obstáculos relacionados con la sostenibilidad en la cadena de producción agropecuaria, pero todavía desatiende al Cerrado. Es necesario y ventajoso priorizarlo en las discusiones diplomáticas”, dice el autor principal de la carta, Michel Eustáquio Dantas Chaves, posdoctorando en la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Inpe (DIOTG-Inpe) con el apoyo de la FAPESP.
Según los investigadores, la pérdida de la vegetación ha contribuido para el surgimiento de eventos climáticos extremos, al aumentar la temperatura, disminuir la capacidad de las plantas de arrojar humedad al aire (evapotranspiración) y alterar el régimen de lluvias, con la consiguiente amenaza a la viabilidad de los sistemas de cultivo múltiples y a la productividad.
“El ritmo reciente de la deforestación es veloz y está afectando a las condiciones edafoclimáticas [las características del medio ambiente, tales como el clima, el relieve, la temperatura, la humedad del aire y las precipitaciones pluviales con relación a las actividades agrícolas y otras] vitales. Esto compromete incluso el futuro de la producción nacional y puede desencadenar crisis ambientales y socioeconómicas, como así también tener efectos sobre las políticas de seguridad alimentaria”, explica Dantas Chaves.
Precauciones
En la carta publicada en Nature Sustainability, bajo el título de Reverse the Cerrado’s neglect (Para revertir el descuido del Cerrado), los científicos advierten que este bioma ha sido excluido de esfuerzos tendientes a asegurar la sostenibilidad. Y mencionan a modo de ejemplos la Moratoria de la Soja –un pacto sellado entre organizaciones no gubernamentales, agroindustrias y gobiernos con el compromiso de no comprar commodities provenientes de áreas deforestadas– que solamente se aplica a la Amazonia, algunos proyectos de ley (las Propuestas Legislativas PL-2633/2020, PL-510/2021 y PL-337/2022) y la nueva regla de la Comisión Europea referente a la importación de productos sin deforestación. Esas normas dejan parte del Cerrado desprotegido, como “zona de sacrificio” para el desarrollo agrícola.
“El momento exige estrategias que aúnen la provisión de servicios ecosistémicos y la producción agrícola. El Cerrado constituye una pieza clave en este desafío, pero suele recordárselo únicamente a causa de su potencial agrícola. Su condición de ser la sabana más biodiversa del mundo y como regulador del clima, proveedor de agua y almacenador de carbono termina siendo soslayada. Propusimos mecanismos para que se respete al Cerrado como el motor de la capacidad agroambiental brasileña”, añade Dantas Chaves.
El científico suscribe el artículo junto al investigador Guilherme Mataveli, del Inpe, quien también cuenta con el apoyo de la FAPESP (proyectos 23/03206-0 y 19/25701-8), y otros cuatro científicos: Ieda Sanches y Marcos Adami (DIOTG-Inpe), Rafaela Aragão (Griffith University, Australia) y Erasmus zu Ermgassen (Université Catholique de Louvain, en Bélgica).
El grupo de científicos hace hincapié en que las inversiones tecnológicas realizadas en el Cerrado desde la década de 1970 elevaron la productividad brasileña de granos de 1.258 a 4.048 kg por hectárea, lo cual indica que es factible conciliar la actividad agrícola con las políticas de conservación. Y ve igualmente positivo el reciente restablecimiento y la expansión del Plan de Prevención y Control del Desmonte (PPCD) para todos los biomas brasileños.
El referido plan apunta a establecer actividades productivas sostenibles, con monitoreo y control ambiental, ordenamiento de tierras y territorial e instrumentos normativo-económicos para reducir la deforestación y las emisiones de CO2, en línea con los compromisos nacionales asumidos en el Acuerdo de París y en la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP).
Con todo, los investigadores evalúan que la implementación del PPCD en el Cerrado depende de políticas específicas para el bioma, que comprendan esfuerzos coordinados entre las administraciones municipales, de los estados y federal, aparte de la necesidad de incrementar la cantidad de agentes inspectores e incluir a los agricultores y a las comunidades tradicionales en las políticas públicas y en el debate sobre la compensación destinada a quienes preservan la vegetación nativa mediante los Pagos por Servicios Ambientales previstos en la ley 14.119/2021.
“El PPCD apunta a reducir la deforestación ilegal. Pero el Cerrado posee más de 330.000 km² de vegetación que pueden deforestarse legalmente [excedentes de reserva legal]. Necesitamos integrar la protección del capital natural a las políticas estructurales de desarrollo educativo y tecnológico”, subrayan. Para Dantas Chaves, el fortalecimiento de los sistemas de monitoreo es esencial para la sostenibilidad. Desde el año 2017, el Inpe lleva adelante el Proyecto de Desarrollo de Sistemas de Prevención de Incendios Forestales y Monitoreo de la Cobertura Vegetal en el Cerrado Brasileño.
Recientemente, el investigador y Ieda Sanches publicaron en la revista Remote Sensing Applications: Society & Environment un estudio en el cual muestran de qué manera es posible incrementar la precisión en la detección de cultivos agrícolas con propósitos de monitoreo de alteraciones en el uso y la cobertura del suelo con datos de campo, conocimiento sobre los calendarios agrícolas, aprendizaje automático, índices espectrales y cubos de datos elaborados en el marco del proyecto Brazil Data Cube, desarrollado por el Inpe.
“La disminución de la incertidumbre ayuda a imprimir seguridad jurídica, a recuperar la soberanía epistémica agroambiental y a brindar apoyo a las políticas públicas. Por ende, la inversión en iniciativas tecnológicas que hagan posible esto no es un gasto. Es eso: una inversión”, culmina diciendo el investigador.