Medio Ambiente Brasil São Paulo, São Paulo, Martes, 21 de febrero de 2023 a las 09:54

Las serpientes se distribuyen en el Gran Chaco de acuerdo con sus adaptaciones al ambiente

Los pocos trabajos existentes normalmente dan cuenta por separado de las áreas norte y sur, pero nunca de una manera integrada

AGENCIA FAPESP/DICYT – Pese a sus similitudes con otros biomas neotropicales como la Caatinga (la región semiárida del nordeste de Brasil) y el Cerrado (la sabana del centro de Brasil), el Gran Chaco es una región única en el planeta situada entre Bolivia y Argentina, con fracciones en Brasil y en Paraguay. La vida en este lugar, considerado como el mayor bosque seco del mundo, requiere de adaptaciones bastante evidentes en las serpientes. Algunas de estas consisten en poder huir del calor y treparse a los árboles.

 

Un estudio publicado en la revista Ecology and Evolution por científicos brasileños y paraguayos muestra que la distribución de las especies de serpientes en el Gran Chaco está fuertemente correlacionada con las adaptaciones que las mismas fueron adquiriendo en el transcurso de su evolución.

 

“En el sur, que es más seco, las especies en su mayoría son fosoriales [viven debajo de la tierra], en tanto que, en el norte, bajo el influjo de la Amazonia y de otros bosques húmedos, las serpientes son mayoritariamente arborícolas. Esto se vuelve bastante evidente en la morfología [la forma de sus cuerpos] de estos animales”, comenta Hugo Cabral, investigador paraguayo que desarrolló este estudio durante su doctorado en el Instituto de Biociencias, Letras y Ciencias Exactas de la Universidade Estadual Paulista (Ibilce-Unesp), en la localidad brasileña de São José do Rio Preto.

 

Este trabajo muestra que la mayoría de las especies del norte de esta ecorregión tienden a poseer largas colas, que a veces llegan a medir la mitad de la longitud total de las serpientes. Esto apunta una característica arborícola o semiarborícola, pues utilizan la cola para sujetarse a las ramas de los árboles. Más cerca de la Amazonia, del Bosque Andino y de Chiquitania, otra ecorregión similar, la parte más septentrional del Gran Chaco también es más húmeda, con una gran diversidad de árboles que albergan a las especies adaptadas a vivir sobre el nivel del suelo.

 

En el sur, el estudio mostró que las especies poseen una menor longitud total y colas cortas, aparte de ojos pequeños. Estos son indicadores de hábitos fosoriales o semifosoriales. La vida subterránea constituye una adaptación que les permite sobrevivir a las altas temperaturas de esa parte del Gran Chaco, que pueden llegar a los 48 °C. El suelo más arenoso del sur también ayuda a las serpientes a la hora de abrir túneles.

 

“Una de las preguntas que teníamos en mente apuntaba a si las especies de serpientes estaban distribuidas de manera homogénea a lo largo de todo el Gran Chaco. El análisis demostró que no es así. La distribución de las serpientes chaqueñas está íntimamente vinculada al hábitat, a menudo con grupos evolutivos enteros situados en una misma zona. Esto muestra la presión selectiva que ejerce el ambiente”, explica Thaís Guedes, investigadora del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (IB-Unicamp) apoyada por la FAPESP y coautora del estudio.

 

Guedes coordina el proyecto intitulado Evolución y biogeografía de la herpetofauna: patrones, procesos e implicaciones para la conservación ante un panorama de cambios ambientales y climáticos, financiado por la Fundación. Estos resultados se obtuvieron mediante el análisis computacional de un banco de datos con mediciones de 140 especies de serpientes del Gran Chaco. Se reunió información de cada especie referente al hábitat (acuático, terrestre, arborícola, semiarborícola, fosorial o semifosorial), a la longitud desde la boca hasta la cloaca, de la cola y total, a la masa corporal y al tamaño de los ojos (grandes o pequeños).

Los datos se superpusieron en un mapa de distribución de las especies en el Gran Chaco, junto a información climática, de la vegetación y de la proporción de partículas de arena existentes en el suelo.

 

Una región escasamente conocida

 

“Los bosques tropicales ocupan una parte muy grande de América del Sur y, por eso mismo en parte, no se conocen tan bien otros ecosistemas del continente como el Gran Chaco, que es riquísimo en biodiversidad”, dice otro coautor del artículo, Diego José Santana, docente de la UFMS, la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (también en Brasil) y del Programa de Posgrado en Biología Animal del Ibilce-Unesp, quien lo dirigió a Cabral durante su doctorado.

 

Al igual que sucede con la Caatinga en Brasil, el Gran Chaco queda desatendido a la hora de realizar estudios sobre la biodiversidad. Para empeorar las cosas, durante las décadas recientes esta región ha venido padeciendo altos índices de deforestación. Por eso la comprensión de los procesos ecológicos y evolutivos se vuelve cada vez más relevante. Cabral remarca que los pocos trabajos existentes normalmente dan cuenta por separado de las áreas norte y sur, pero nunca de una manera integrada, tal como se lo ha hecho ahora. “Las especies no respetan fronteras políticas. Se hace necesario contar con un abordaje más amplio”, afirma.

 

Para Guedes, los trabajos como este son importantes para delinear estrategias de conservación más eficientes. Según la investigadora, al pensarse en la creación de una o más áreas protegidas, por ejemplo, es posible definir ahora lugares que contengan no solamente la mayor cantidad de especies o especies exclusivas (endémicas), sino también una mayor diversidad de historias evolutivas. “Al saber que probablemente no se logrará proteger todo el bioma, contamos con información que puede ayudar a definir áreas con mayor potencial para resguardar a una mayor cantidad de grupos de especies”, asegura.