Salud España , Salamanca, Viernes, 28 de mayo de 2010 a las 19:15

Los cient铆ficos buscan nuevas fuentes de microorganismos para su uso en alimentos probi贸ticos

Susana Delgado, investigadora del Instituto de Productos L谩cteos de Asturias, ha explicado en Salamanca que es necesario comprobar cient铆ficamente los beneficios de los productos probi贸ticos

JPA/DICYT Algunos científicos trabajan en la obtención de nuevas bacterias probióticas con efectos positivos para la salud humana una vez que son agregadas a determinados alimentos. Se trata de microorganismos localizados sobre todo en el intestino humano, pero también en otras partes del cuerpo que vivos forman parte de los llamados alimentos probióticos, muy en auge en la industria alimentaria, sobre todo en productos lácteos como los yogures frescos. Una experta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha ofrecido hoy una conferencia sobre este asunto en Salamanca y ha advertido de que en el caso de muchos productos comerciales es necesario contar con más evidencias científicas para demostrar que efectivamente contienen bacterias probióticas en cantidad y actividad suficiente como para ser beneficiosas.

 

"La microbiota humana son los distintos microorganismos que cohabitan en nuestro cuerpo y que tienen unas funciones muy importantes para la salud. Además, estos microorganismos pueden ser fuente de bacterias probióticas", ha declarado a DiCYT Susana Delgado, investigadora del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, centro del CSIC.

 

Ante el interés de la industria alimentaria para su uso, principalmente, en productos lácteos, muchos estudios se orientan a la búsqueda de nuevas fuentes de microorganismos dentro del cuerpo humano. "En el intestino están las poblaciones mayoritarias, por eso, se buscan principalmente allí, pero también hay otros ecosistemas poblados por bacterias que hasta hace poco tiempo se creían ambientes estériles, como el estómago o la leche materna", asegura.

 

Esto es posible gracias a las últimas técnicas moleculares, que "detectan más eficientemente la presencia de estos microorganismos, que también están colonizados por bacterias que tienen un papel útil e importante", apunta.

 

Un ejemplo de este tipo de investigación es una de las líneas de investigación de Susana Delgado. "Estamos trabajando en lactobacilos del estómago humano, un ambiente que parecía difícil para que se encontraran bacterias, pero las hay, son bacterias lácticas que resisten el pH ácido de los jugos gástricos, así que pueden ser útiles para su aplicación en la industria láctea, porque resistirían la acidez final de sus productos", indica.


Estas bacterias tienen propiedades terapéuticas, de manera que están indicadas para prevenir enfermedades y desequilibrios de la microbiota intestinal, así como tratamientos paliativos o preventivos de infecciones vaginales. "Es muy interesante ver sus capacidades metabólicas, qué propiedades funcionales tienen y qué aplicación biotecnológica pueden tener de cara a su inclusión en la industria alimentaria", asegura.

 

Dificultades en el laboratorio

 

Hasta el momento, los científicos estudiaban estas bacterias por "métodos clásicos de cultivos". Sin embargo, "muchos de estos microorganismos tienen requerimientos complejos de cultivo y no somos capaces de cultivarlos en el laboratorio", así que "es necesario detectarlos por técnicas moleculares, identificar su ADN e investigar qué métodos de cultivo enriquecido o suplementados con vitaminas podemos usar para aislarlos, hacerlos crecer y ver cómo podemos producirlos", apunta.

 

Con respecto a los alimentos que se anuncian como probióticos, de los que ya se puede encontrar una gran variedad en el mercado, Susana Delgado destaca el hecho de que la Unión Europea se ha propuesto regularlos con normativas más estrictas. "A muchos se les suponen determinados efectos beneficiosos, pero muchos de ellos están por demostrar científicamente, es decir, no sabemos si el producto contiene bacterias probióticas en adecuadas cantidades y con propiedades beneficiosas comprobadas". En definitiva, tiene que comprobarse que dentro del producto estos microorganismos son viables y estables para que tengan un efecto en el consumidor.

 

Las investigaciones mejor documentadas en este sentido se han centrado hasta el momento en la mejora de la modulación del sistema inmunitario, la prevención de la diarrea y la mejora de la tolerancia a la lactosa, según ha explicado la investigadora momentos antes de ofrecer una conferencia en el Instituto de Microbiología Bioquímica (IMB), un centro mixto de la Universidad de Salamanca y el CSIC.