Ciencia España , Segovia, Jueves, 20 de noviembre de 2014 a las 17:51

Los intereses de geofísicos y arqueólogos confluyen en el arqueomagnetismo

Arrancan las ‘IV Jornadas de Jóvenes Investigadores del Valle del Duero: Del Paleolítico a la Edad Media’ en Segovia

JPA/DICYT Segovia acoge desde hoy las ‘IV Jornadas de Jóvenes Investigadores del Valle del Duero: Del Paleolítico a la Edad Media’, una cita para dar a conocer recientes trabajos arqueológicos españoles y portugueses. Más de 120 asistentes y 32 comunicaciones analizarán a lo largo de tres días nuevos datos científicos y nuevas técnicas que se están utilizando en arqueología.

 

Investigadores del Instituto de Geociencias, centro mixto del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid, presentan mañana una de las comunicaciones más curiosas de este encuentro. Su objeto de estudio es el campo magnético terrestre y las excavaciones arqueológicas pueden ayudarles a completar sus conocimientos, a la vez que ellos también ofrecen información a los arqueólogos para datar con precisión sus hallazgos.


La clave está en que el campo magnético de la Tierra cambia a través del tiempo y del lugar y esta información queda almacenada en los minerales a través de las partículas ferromagnéticas. Para conocer cómo ha ido cambiando el campo magnético terrestre en el pasado, las excavaciones arqueológicas pueden ofrecer importante información a los geofísicos. El motivo es que “cuando un objeto se calienta a altas temperaturas pierde la información magnética que almacenaba, pero al enfriarse guarda la información magnética de ese momento”, explica la investigadora Saioa Campuzano en declaraciones a DiCYT.


Por eso, lugares como hornos y hogares, que han sufrido un calentamiento extremo, constituyen una importante fuente de información si se encuentran en excavaciones arqueológicas bien datadas. Es decir, los geofísicos pueden reconstruir la evolución del campo magnético en un lugar y en una época en los que aún se tienen lagunas, como la península Ibérica hace siglos, si analizan el estado de ese campo magnético en una fecha dada.


Pero también sucede al revés, si hay una excavación arqueológica que no se ha podido datar con precisión pero la información sobre el campo magnético de los objetos que aparecen en ella sí son conocidos, se le puede poner fecha.

 

Si el paleomagnetismo se encarga del estudio del campo magnético de la Tierra en el pasado, el arqueomagnetismo es una rama que se ocupa específicamente de obtener esa información en yacimientos arqueológicos. Recientemente, Saioa Campuzano y sus colegas del Instituto de Geociencias han realizado un estudio arqueomagnético en el yacimiento de El Castillón (Santa Eulalia de Tábara, Zamora), que pertenece a la Edad del Hierro, una época de interés. Los hornos y hogares de este enclave son perfectos para realizar esta investigación, ya que son estructuras que no se han movido del sitio donde son encontrados, a diferencia de otros objetos, como las cerámicas.

 

La industria lítica en el río Sabor

 

Varias de las ponencias de este congreso hacen referencia, precisamente, a la Edad del Hierro. Por ejemplo, el arqueólogo David Sánchez Nicolás ha trabajado en los últimos años en Portugal en la zona del río Sabor, afluente del Duero, lugar que va a quedar bajo las aguas de un embalse. La industria lítica que se ha encontrado en las excavaciones de Quinta de Crestelos forma un “conjunto curioso”, que presenta hoy en una de las ponencias. Las herramientas van desde hachas pulidas hasta simples lascas, pero todas aportan valiosa información sobre la vida de los pobladores de este enclave.

 

Uno de sus análisis se centra en las materias primas que empleaban. “La mayoría de los útiles están hechos con rocas del entorno, pero en algunos casos se tenían que desplazar cinco kilómetros para encontrar las piedras adecuadas”, señala. Los trabajos sobre esta época, que abarca entre el siglo IV a. C. y el I d. C, tendrán su reflejo en próximas publicaciones científicas.

 

Estas jornadas llega a Segovia tras pasar anteriormente por Zamora, León y Salamanca y están organizadas por la Asociación Científico- Cultural ZamoraProtohistórica, en colaboración con el Museo de Segovia, el Ayuntamiento de Segovia, la Asociación de Amigos del Museo de Segovia, Tras las Huellas del Tiempo y Castellum: Vive la Historia.