Alimentación México , Baja California, Lunes, 11 de mayo de 2009 a las 19:02

México estudia el impacto de la observación de ballenas en las poblaciones de estos cetáceos

Un estudio de ocho años buscará arrojar nuevas luces sobre la reacción de la ballena jorobada ante una actividad que mueve millones de turistas al año

Eva Aguilar/DICYT Investigadores de México, Escocia y Australia llevan a cabo un nuevo estudio sobre el impacto potencial que puede tener la actividad turística de observación de ballenas en la distribución de la población de los cetáceos y en su capacidad reproductiva. La investigación, que está utilizando a las ballenas jorobadas como objeto de estudio, se realiza actualmente en las Islas Marías, ubicadas en el litoral pacífico mexicano, y responde a la preocupación que existe en la comunidad científica y en los organismos de conservación en torno a las consecuencias de una actividad que se ha intensificado en los últimos años en todo el mundo, y que representa ganancias de miles de millones de dólares.

 

“En un estudio que se realizó en Nueva Zelanda durante ocho años en una población de delfines sujeta a observación turística, encontraron que cuando se intensificaba mucho el turismo había individuos o grupos de delfines que abandonaban el lugar; además cayó la tasa reproductiva. Es decir, hubo un impacto en la dinámica poblacional y en la distribución. De ahí surgió la preocupación, ¿si eso le sucede a los delfines, por qué no le ha de suceder a las ballenas?”, comenta Lorenzo Rojas, coordinador de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos en el Instituto Nacional de Ecología (INE), cuyas oficinas se encuentran en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE).

 

De acuerdo con un comunicado de prensa del CICESE, en México la industria de la observación de ballenas con fines turísticos genera divisas por 24'6 millones de dólares al año, con un crecimiento anual de 7%, lo que la convierte en una de las áreas de mayor y más rápido crecimiento dentro del turismo del país.

 

Con el propósito de observar cómo se comportan las ballenas jorobadas sin la presencia del turismo y cómo se modifica su comportamiento a medida que se introducen embarcaciones en las áreas en las que se mueven estos cetáceos, Rojas y un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, así como dos científicos de Escocia y Australia, escogieron el área natural protegida de las islas Marías, un archipiélago de cuatro islas ubicado en el Océano Pacífico a 112 kilómetros del estado mexicano de Nayarit.

 

“Debido a la distancia y a que [el archipiélago] tiene un cinturón de protección que impide a cualquier embarcación acercarse a menos de 12 millas naúticas, las ballenas jorobadas que llegan en invierno están en una zona donde nadie las molesta”, explicó Lorenzo Rojas a DiCYT. “Eso convierte el archipiélago en un laboratorio natural donde podemos observar y estudiar a las ballenas sin la influencia de los operadores turísticos y otras embarcaciones (pesca deportiva, cruceros de observación, motos acuáticas)”.

 

Posteriormente, continúa el investigador, la idea es evaluar el impacto, a la luz de los resultados en las lslas Marías, en otros sitios que tienen ballenas jorobadas y que comparten poblaciones de estos cetáceos, como pueden ser Los Cabos y Bahía de Banderas.

 

Objetivo: mejorar la gestión de la observación de ballenas

 

El estudio realizado en las Islas Marías es distinto a una investigación sobre el impacto de la observación de ballenas que también lleva a cabo la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

“En los años ochenta la UNAM comenzó un estudio, y podemos ver que a medida que aumenta el turismo se modifica la distribución de ballenas y eso, aparentemente, también coincide con un cambio en la tasa reproductiva. No podemos relacionar las dos inmediatamente pero por lo menos genera la idea de que si no regulas bien tu turismo, si no defines cómo lo vas a manejar, puedes perder a la gallina de los huevos de oro”, señala Rojas.

 

De acuerdo con el investigador, si bien en México la observación de ballenas no está afectando por el momento su distribución, hay datos que sugieren que hay más de 10 millones de personas por año que practican esta actividad en todo el mundo, con alrededor de 700 a 1000 poblaciones de cetáceos expuestas, lo que lleva a prácticamente todos los organismos internacionales relacionados con cetáceos a mostrar preocupación.

 

El estudio en las Islas Marías se realizará durante un periodo de ocho años y su propósito es obtener resultados que permitan mejorar la gestión de la observación de ballenas como una actividad ecológicamente sostenible.