Miden el impacto de la producción agropecuaria en la dieta de mamíferos silvestres
AGENCIA FAPESP/DICYT – En los alrededores de los municipios de Campinas y de Botucatu, en el interior del estado de São Paulo, Brasil, tigrillos (Leopardus wiedii) que viven en áreas de bosques fragmentados por la producción agropecuaria se alimentan de presas que habitan en los cañamelares vecinos, lo que incluye a aves y pequeños roedores silvestres en el menú, por ejemplo.
Otros mamíferos, como el herbívoro cuy campestre o cuis común (Cavia aperea) o el omnívoro zorro cangrejero (Cerdocyon thous), también tienen una dieta que se encuentra bajo el influjo de la matriz agropecuaria de la región, aunque viven en un área de vegetación autóctona. A menudo, y por una cuestión de supervivencia, se ven forzados buscar su alimento en plantaciones de maíz o caña de azúcar o en pasturas. Cada uno a su modo, los pumas (Puma concolor), los carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris), las corzuelas (Mazama sp.), los ocelotes (Leopardus pardalis) y los mapaches sudamericanos (Procyon cancrivorus) también sufren alteraciones en sus dietas, en comparación con los animales que viven en áreas conservadas que forman grandes bloques forestales.
Estos ejemplos, descritos en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), confirman la hipótesis de que además de sus efectos negativos sobre la riqueza, la diversidad y la abundancia de los animales, la matriz agropecuaria también impacta sobre la alimentación y sobre el uso del hábitat de mamíferos silvestres que viven en áreas de bosques fragmentados cercanos a cultivos y pasturas.
Este estudio estuvo a cargo de investigadores de la Universidad de São Paulo vinculados a la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq-USP) y al Centro de Energía Nuclear en Agricultura (Cena-USP), de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), y contó con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo- FAPESP en el marco de un proyecto coordinado por Katia Maria Paschoaletto Micchi de Barros Ferraz (Esalq-USP) y de la fundación Boticário.
“Los fragmentos forestales y la matriz agropecuaria no están apartados: existe una interfaz entre esas áreas. Era esperable que los animales tuvieran que buscar alimento en las plantaciones, pero esta práctica aún no había sido cuantificada como se la hecho ahora. Resulta importante remarcar que no se trata de la dieta ideal sino de una cuestión de supervivencia”, dijo Marcelo Magioli, becario de doctorado de la FAPESP y primer autor del artículo.
De acuerdo con este estudio, el impacto causado por la producción agropecuaria sobre los esfuerzos de conservación está relacionado no solo con el desmonte y la fragmentación de bosques sino también con las alteraciones que ese proceso induce en la alimentación de animales silvestres. Los investigadores apuntan la necesidad de realizar una gestión adecuada de los ambientes modificados por el hombre, a los efectos de apuntalar la supervivencia de la vida silvestre.
“Nuestros resultados muestran la necesidad de un manejo agrícola más favorable a esos animales y hacen hincapié en la importancia del Código Forestal Brasileño y del mantenimiento de las Reservas Legales y las Áreas de Preservación Permanente”, dijo Paschoaletto Micchi de Barros Ferraz.
Registros de la alimentación
Para medir las alteraciones en la alimentación de esos mamíferos debido a la influencia de la matriz agropecuaria, el grupo de investigadores aplicó el análisis de isótopos estables de carbono y de nitrógeno en el pelo de los animales. Este método, que es sumamente común en estudios tróficos de animales marinos, permite detectar el tipo de alimentación ingerida en un lapso de tiempo de aproximadamente tres meses –en el caso de muestras de pelo–, aparte de identificar en qué punto de la cadena alimentaria se encuentra el ejemplar.
Debido a que muchos de esos animales se encuentran en riesgo de extinción (el tigrillo, por ejemplo), los investigadores aplicaron técnicas no invasivas, tales como trampas de pelo y la recolección de muestras de excrementos en cuatro áreas del estado de São Paulo: dos áreas cercanas a cultivos en Campinas y Botucatu, y dos áreas conservadas en Serra do Mar y en Serra de Paranapiacaba.
En el estudio se recolectaron muestras de 29 especies de mamíferos. Del dicho total, 194 muestras provenían de ejemplares que habitan las áreas modificadas y otras 126 de los que viven en bloques forestales.
“Merced a estudios anteriores, en los cuales se utilizaron collares con GPS y trampas fotográficas, ya se sabía que los animales recorrían esas áreas. Pero el análisis de isótopos estables hizo posible saber en qué lugar estaban alimentándose y conocer la importancia de esas fuentes alimentarias en la dieta de los animales”, dijo Magioli.
Tan cerca y tan lejos
De acuerdo con los investigadores, mientras que el 34,5% de los ejemplares de fragmentos de bosques de áreas modificadas se alimentan exclusivamente de recursos agrícolas, el 67,5% de los animales que habitan en grandes bloques forestales se alimentan fundamentalmente de recursos forestales.
“Existe una diferencia muy grande en la alimentación de esos dos grupos de mamíferos. Como había una composición de especies distinta entre ambos tipos de áreas, agrupamos a los animales de acuerdo con el tipo de alimentación: carnívoros, omnívoros y herbívoros, frugívoros, insectívoros”, declaró Magioli.
En la comparación, los frugívoros y los insectívoros consumían los mismos recursos, independientemente de dónde vivían. Los herbívoros y los omnívoros que habitaban en fragmentos forestales fueron los que sufrieron mayores impactos, y quedaron más propensos a ingerir recursos agrícolas. En tanto, los carnívoros en ese ambiente vecino a plantaciones consumían una proporción relativamente alta de presas que se alimentaban de recursos agrícolas.
“Podemos arribar a la conclusión entonces de que, debido a que el ambiente cuenta con una cobertura forestal reducida, los fragmentos pequeños terminan siendo insuficientes para aportarles a las especies los recursos que necesitan”, dijo.
Otro hallazgo de la investigación está relacionado con el efecto de los fertilizantes orgánicos sobre los animales, sobre todo en los herbívoros, y de técnicas como la quema de la caña de azúcar, con efectos sobre el ciclo de nitrógeno del suelo y, por consiguiente, sobre las plantas que los animales ingieren.
“Notamos una diferencia en los valores de isótopos de nitrógeno en el pelo de los animales que habitaban en bosques fragmentados. Debido a que consumen recursos de la matriz agrícola, el valor de nitrógeno aumenta, al igual que sucede en el suelo, por ejemplo. Como normalmente el valor de nitrógeno sube desde la base hacia la cima de la cadena alimentaria, se hizo más difícil explicar el orden de la cadena alimentaria en esas áreas modificadas, que es bastante distinto al de las áreas preservadas”, dijo Magioli.
Referencia | |
Puede leerse el artículo titulado Human-modified landscapes alter mammal resource and habitat use and trophic structure (doi: 10.1073/pnas.1904384116), de Marcelo Magioli, Marcelo Zacharias Moreira, Renata Cristina Batista Fonseca, Milton Cezar Ribeiro, Márcia Gonçalves Rodrigues y Katia Maria Paschoaletto Micchi de Barros Ferraz, en el siguiente enlace: www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1904384116. |