Miguel Delibes, una obra literaria en defensa de la naturaleza
Miguel Lizana Avia/DICYT El Doctorado honoris causa entregado en marzo de 2008, a Miguel Delibes Setién en su domicilio por razones de salud por el rector de la Universidad de Salamanca, José Ramon Alonso, y por mí, Miguel Lizana, como padrino de la propuesta, se hizo por su contribución a la defensa del medio ambiente en lugar de por sus indudables méritos literarios. La razón es sencilla, Miguel Delibes ha conseguido todos los premios literarios importantes, sin embargo no había sido reconocida su labor como defensor de la naturaleza. Ninguna otra universidad extranjera o española había reconocido anteriormente su compromiso ético en la defensa ambiental.
Los méritos literarios han sido reconocidos con todos los premios españoles importantes; el premio Nadal, de la Crítica Nacional de Literatura (1955), Príncipe de Asturias, Nacional de las Letras Españolas y Cervantes. Desde 1973 es miembro de la Real Academia Española. Los más recientes fueron el Premio Vocento a los Valores Humanos en 2006 y la Medalla de Oro de Castilla y León en 2009.
De los motivos que justificaron la concesión por la Universidad, el principal es la defensa de la naturaleza en toda su obra, denunciando el desarrollo insostenible y defendiendo los valores de la vida rural. La importancia de este compromiso, que hoy llamaríamos ecologista, se debe fundamentalmente a la época en al que se produce, en que sólo algunos tempranos defensores de la naturaleza en se manifestaban en la defensa de especies y áreas naturales amenazadas.
Aunque Delibes fue un cazador y pescador entusiasta, hace ya tres décadas que abandonó la caza mayor por convencimiento y siempre defendió la sostenibilidad de la caza menor. La visión de la caza como una actividad que conllevaba la conservación del medio y la caza natural, no de piezas criadas en granjas, se manifiesta en muchas de estas obras. En 1972, anticipándose a la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano publicó el ensayo La caza en España en la que advertía sobre los peligros del deterioro ecológico en nuestro país, tanto en relación a la desaparición de hábitats y ecosistemas valiosos como a la extinción de especies.
En toda la obra literaria de Miguel Delibes transciende una defensa a ultranza del medio natural, una relación de armonía, respeto y convivencia entre el hombre y la naturaleza. Esta defensa se manifestó al ser elegido miembro de la Real Academia, donde lee su discurso de ingreso en mayo de 1975. El significativo título es El sentido del progreso desde mi obra. En este señaló que "todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo cuanto signifique alterarlo esencialmente, es retroceder". Destaca también la armonía necesaria entre naturaleza y técnica, entre progreso y humanismo, que llevaría consigo que la máquina y la ciencia estuvieran al servicio del hombre, y no a la inversa.
En palabras recientes de Delibes: "Las ideas expuestas por mí en aquella disertación académica siguen teniendo, a mi entender, plena vigencia: si el progreso va contra la naturaleza y contra el hombre no podemos llamarlo progreso. No pocos personajes de mis libros se niegan a hacerse cómplices de la deshumanización de ese progreso falaz que ha inmolado la naturaleza a la técnica y al dinero.
He aquí mi credo, y, por hacerlo comprender, vengo luchando desde hace veinticinco años. El hombre, arrullado en su confortabilidad, apenas se preocupa del entorno. La actitud del hombre contemporáneo se asemeja a la de aquellos tripulantes de un navío que, cansados de la angostura e incomodidad de sus camarotes, decidieron utilizar las cuadernas de la nave para ampliar aquéllos y amueblados suntuosamente. Es incontestable que, mediante esta actitud, sus particulares condiciones de vida mejorarían, pero, ¿por cuánto tiempo? ¿Cuántas horas tardaría este buque en irse a pique -arrastrando a culpables e inocentes- una vez que esos tripulantes irresponsables hubieran destruido la arquitectura general de la nave para refinar sus propios compartimientos?"
En el fin del discurso encontramos un resumen que refleja claramente su pensamiento ante el malentendido progreso: "Si la aventura del progreso ha de traducirse inexorablemente en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia y la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la Naturaleza; del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación del hombre por el hombre y la exaltación del dinero, en ese caso, yo gritaría ahora mismo, como una conocida canción americana: ¡Que paren la Tierra, quiero apearme!"
Como conclusión a su larga trayectoria literaria, el libro La Tierra herida (2005) escrito con su hijo el biólogo Miguel Delibes de Castro. En el se analizan los problemas ambientales de La Tierra, indicando que éstos no han hecho sino aumentar, añadiéndose, además, otros nuevos, como el cambio climático y el adelgazamiento de la capa de ozono.
Los puntos fundamentales de La Tierra Herida pueden resumirse en el análisis de los problemas ecológicos a los que se enfrenta el planeta en el nuevo siglo: el cambio climático, la desertificación, la desaparición de especies, la escasez de recursos básicos como el agua, la contaminación del medio ambiente, el deshielo de los polos y el peligro de la subida del nivel del mar. ¿Estamos a tiempo de cambiar el curso de los acontecimientos? ¿podremos frenar la degradación del planeta? ¿hay soluciones reales y aplicables para reconducir el no muy halagüeño futuro de la Tierra?
Para concluir, en palabras del ecólogo Fernando Parra, "Delibes ha aportado al moderno sentimiento de aprecio a la naturaleza y a los movimientos ecologistas actuales unos antecedentes tan pioneros como ajustados. En primer lugar, él mismo ha sido un ejemplo viviente de puente entre las dos culturas: urbana y rural, en segundo lugar un salvador y rescatador de un lenguaje castellano purísimo y de toda una cultura rural en trance de desaparecer sin ser sustituida por nada. Finalmente, Delibes no sólo ha sido el testigo excepcional y afinado de ese mundo que agoniza: el rural de la cultura campesina y el mundo natural en el que aquella de desenvuelve, sino también un agudo crítico de los desmanes ecológicos".
La Universidad de Salamanca ha reconocido el valor del Delibes ambientalista, defensor de la naturaleza, conocedor de la naturaleza humana en el contexto de la Naturaleza con mayúsculas. Repartida por su obra, esperándonos, hay una enorme belleza literaria, pero sobre todo un gran amor por el hombre y su entorno natural. Es a veces una voz que clama en el desierto, aunque este desierto sea el páramo castellano, fruto del intervencionismo humano, la agricultura intensiva, la deforestación y el fuego durante siglos. En esta época en que se comienza a aplicar la Ley de la Memoria Histórica, Miguel Delibes sería la memoria histórica, viva en sus libros, de la vida rural y del medio natural del campo castellano.
Con la concesión del doctorado honoris causa, no sólo se ha premiado su obra desde otra perspectiva, sino más que engrandecer su ya enorme figura literaria, engrandecemos a esta Universidad castellana al haberle acogido entre sus doctores, para siempre.