Obtienen papel amate sin contaminar el medio ambiente
AGENCIA ID/DICYT La contaminación de ríos y tierras aledañas a la comunidad de San Pablito, Pahuatlán, en la Sierra Norte de Puebla, a causa del uso de sosa cáustica y cloro para la elaboración de papel amate, condujo a investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (UAM-I), a diseñar un procedimiento limpio y seguro para fabricarlo.
El nuevo método rescata el trabajo tradicional usando machacadores para lograr que las fibras del árbol jonote colorado se ablanden y puedan manejarse. “En tanto, la propuesta por parte de la UAM consiste en someter al material a una fermentación con residuos de naranja, limón y piña, machacamiento con máquinas especiales que desarrollé para este proyecto y cocción”, explica la doctora Alejandra Quintanar Isaías, adscrita al laboratorio de Anatomía y Tecnología de la Madera y titular de la investigación.
Cabe destacar que el problema de contaminación de la zona inició hace más de 30 años, cuando pobladores de dicha región incorporaron el uso de sosa cáustica para ablandar la madera y cloro para el proceso de blanqueado del papel. Esto se debe a que en esa época comenzaron a utilizar como materia prima la corteza del árbol jonote colorado (Trema micrantha, que es más rígida y difícil de manejar), pues las especies tradicionales (Xalamatl y Morus celtidifolia) cuya madera era más blanda se agotaron.
“Fueron los mismos artesanos quienes pidieron ayuda para solucionar el problema, por lo que través de un convenio con el Fondo Nacional de Fomento a las Artesanías y el Instituto de Artesanías e Industrias Populares de Puebla, nació el presente proyecto, el cual ya está finalizado y con solicitud de patentes ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI)”, apunta la investigadora.
El proceso tradicional para elaborar el papel consiste en hervir en un cazo las cortezas de jonote con cuatro kilos de sosa para ablandarlas; posteriormente, se tiran los residuos, mismos que escurren hasta el río. Las fibras obtenidas en el cazo se lavan con aguas de los manantiales, se blanquean con cloro y se tiñen con anilinas.
“Lavar la fibra obtenida por este método requiere una gran cantidad de agua y favorece la formación de vapores tóxicos en los cuerpos de agua dulce. En cambio, el nuevo procedimiento no afecta el medio ambiente ni la salud de quienes lo ponen en práctica, ya que no se utilizan sustancias químicas”, indica.
En cambio, el método propuesto por la doctora Quintanar Isaías y sus colaboradoras, la ingeniera bioquímica Gabriela Gutiérrez Pérez y la bióloga Berenice Jarquín Pacheco, permite obtener fibras que pueden ser manipuladas de la misma manera que las que se obtienen con la sosa cáustica.
Primero, las cortezas se machacan con las máquinas especiales hasta formar la lámina delgada y se somete a secado a través de exposición solar. Después se retiran y pasan a fermentación a partir de un preparado a base de frutas cítricas, las cuales tienen la propiedad de retirar la lignina (polímero que mantiene unidas las fibras de celulosa) y otras sustancias de la madera del jonote que dificultan su manejo.
“Y por último, se requiere de una cocción, fase en la que se usó ceniza de diversas especies vegetales que se producen en la región; luego, las fibras se enjuagaron, exprimieron y dejaron secar. El proceso y los resultados fueron del agrado de los artesanos”, comenta la doctora Quintanar Isaías.
Agrega que además de tratarse de un proceso limpio, su ventaja es que puede utilizarse con cortezas de distintas especies además del jonote, se emplea una mínima cantidad de agua a diferencia de las grandes cantidades que se utilizan para eliminar la sosa y el cloro, y se obtiene un tipo de papel de buena calidad.
“La tecnología ya se les transfirió a los artesanos, ahora el asunto es cambiar paulatinamente el proceso de producción, lo que depende a su vez del cambio de mentalidad, entre otros factores como la demanda, ya que cuando ésta se incrementó, incluso desde el extranjero, fue cuando se extendió el uso de sosa cáustica que luego de más de 30 años ha causado una gran problemática”, puntualiza.