Tecnología España , Valladolid, Viernes, 18 de diciembre de 2009 a las 16:48

“Pese a los esfuerzos, sigue sin resolverse la síntesis entre la relatividad y la física cuántica”

José Ramón Perán plantea los próximos retos de Cartif, como construir un nuevo edificio que permita ampliar la escala de la experimentación

Cristina G. Pedraz/DICYT Doctor en Ingeniería Industrial y Ciencias Físicas, José Ramón Perán fue pionero en la transferencia de tecnología entre la esfera universitaria y la empresarial. A finales de los 80 puso en marcha, junto a otros profesores del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Valladolid, el germen de lo que hoy es Cartif, un centro tecnológico internacional con una plantilla cercana a los 200 investigadores. Tras ejercer diversos cargos directivos en la Universidad de Valladolid (el último como director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales) y como ingeniero de Renault, centra ahora su actividad en la dirección de Cartif, donde quiere seguir avanzando. Construir un nuevo edificio, participar en más proyectos internacionales, incrementar el número de doctores en la plantilla y crear más tecnología básica serán los próximos retos.

 

¿Qué funciones ejerce un centro tecnológico como Cartif?
Cartif es una estructura intermedia entre la universidad y las empresas y tiene como objetivo fundamental facilitar la creación y transferencia de tecnología adecuada a las empresas con las que convivimos geográficamente. Queremos que den pasos más amplios y cooperar con otras de fuera de la región e incluso de fuera de España. Se trata de mantener en estos centros el rigor de la universidad, por lo que la presencia de profesores universitarios es absolutamente necesaria, pero también tener una flexibilidad en cuanto a funcionamiento, algo que no puede tener una universidad por ser un ente público.

 

En su toma de cargo como director de la ETS de Ingenieros Industriales y en otras ocasiones ha repetido su deseo de inculcar la cultura del esfuerzo entre los alumnos. ¿Se había perdido?
En la sociedad iberoamericana, quizá no tanto en el mundo anglosajón, se ha perdido la cultura del esfuerzo. Las ciencias, matemáticas, física y química y sus derivaciones, como la tecnología, exigen un esfuerzo de memoria como en las ciencias humanísticas y también una gran capacidad de análisis y de síntesis. En general, es más fácil tener unos conocimientos superficiales de historia que de matemáticas, aunque en el fondo todas las disciplinas son igualmente complejas y difíciles. Esto hace que muchos alumnos se matriculen en carreras que aparentemente les exige menos esfuerzo, como derecho o empresariales, y parece que el volumen de suspensos en los primeros años es mucho menor que el de las carreras de ciencia. Desgraciadamente esto es una falacia, si se quiere ser un buen jurista o ingeniero el esfuerzo al final es similar. También es cierto que en las carreras de ingeniería la demanda de egresados es tal que no hay prácticamente paro, incluso en las situaciones especialmente difíciles como la que tenemos ahora. El problema es el contrario, nos demandan diversos tipos de ingenieros y habitualmente no podemos satisfacerla.

 

A nivel personal, ¿en qué ámbitos de la ingeniería ha realizado investigaciones?
Hice Ciencias Físicas y luego el doctorado en Ingeniería Industrial. En la Universidad he desarrollado fundamentalmente la ingeniería automática y de control, que nació muy ligada a la ingeniería eléctrica y que ahora es completamente transversal. En cambio, en mi vida profesional en Renault, he estado ligado siempre a la ingeniería mecánica, tanto en carrocería, con las técnicas de soldadura o estampación, como en la parte de mecánica en el diseño de los procesos de la fabricación de motores. Entre la visión estrictamente teórica de la facultad y las aplicaciones en la empresa he podido acercarme mucho más a la transferencia de tecnología y a la realidad empresarial. Es posible que, desde que dejara de ser ilegal en España ser profesor y colaborar con las empresas, yo sea la persona que más transferencia de tecnología haya hecho en el país. Lo entendí perfectamente y eso me ha permitido tener una escuela de alumnos que han elaborado tesis doctorales y trabajos muy útiles para las empresas de la región.

 

Hace apenas un mes Cartif celebraba el 15 aniversario de su Fundación. ¿Cómo era el centro al principio y en qué se ha convertido?
Empezamos en el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática trabajando con empresas como Campofrío en proyectos importantes, a finales de los 80 y principios de los 90. Después creamos un instituto en base a la Ingeniería de Sistemas y Automática, pero teniendo en cuenta que las aplicaciones se extendían a todo el campo industrial formamos el Instituto de las Tecnologías Avanzadas de la Producción en la Escuela de Ingeniería Industrial, donde también participaban profesores de otros centros. Ante la política de innovación y la creación de la Red de Centros Tecnológicos de Castilla y León, comprobamos que era mucho más práctico ser una asociación sin ánimo de lucro entre empresas y la universidad y después una fundación, lo que nos permitiría hacer lo mismo que en la universidad pero con mucha más flexibilidad en el trabajo o en la contratación de becarios. La universidad entendió perfectamente estas necesidades y permitió a los profesores que teníamos dedicación exclusiva realizar nuestro tiempo de investigación en centros como éste. Ahora hay que ser investigador, profesor y gestor, aunque también hay personas con vocación muy marcada en un sentido o en otro. De cualquier forma, creo que los científicos verdaderos tienen que mirar mucho más al mundo que a su propio ombligo.

 

¿Sigue siendo básico el trabajo de laboratorio?
Es necesario. Uno de los problemas que tenemos ahora es que la física no ha avanzado en los últimos 70 años a pesar del gran esfuerzo, el personal superdotado y la cantidad de equipos de profesores que existen. Los avances básicos han sido nulos prácticamente. La dificilísima síntesis entre la relatividad y la física cuántica todavía no se ha resuelto, pese a los grandes esfuerzos de investigación en espacio o en las materias infinitamente pequeñas, por lo que hace falta gente que siga pensando y elucubrando.

 

En la actualidad se están extendiendo los cursos sobre gestión de la investigación, lo que le añadiría tiempo a los científicos.
Soy muy escéptico en cuanto a los cursos de gestión tanto de la investigación como de la empresa. Durante mi trabajo en Renault hice un máster de gestión de empresas con la Universidad de Harvard. Fue interesante, pero aprendí muy poco, y me temo que sucede así en la mayoría de estos cursos. Al final, en cada caso las recetas pueden ser válidas o inválidas dependiendo de las personas, de las circunstancias concretas o de la situación económica.

 

¿Cuáles son los próximos retos a los quiere enfrentarse Cartif?
Tenemos varios retos. Uno es material, tener un nuevo edificio que nos permita aumentar la escala de la experimentación. También queremos implicarnos más con el mundo científico español e internacional, es decir, participar en más a proyectos internacionales. Por otro lado, tenemos el reto de dedicar una parte de nuestros recursos, el 20 por ciento o más y con mayor eficiencia, a crear tecnología básica que después se aplicará a las empresas, así como aumentar el porcentaje de doctores que tenemos en plantilla actualmente, un 25 o 30 por ciento. La capacitación del personal para un centro como éste es una necesidad absoluta.

 

En estos momentos se está apostando por la creación de empresas de base tecnológica para transferir conocimiento desde la universidad hacia el mundo empresarial. Sin embargo, usted ha declarado en varias ocasiones que son los centros como Cartif los que realmente hacen efectiva esa transferencia. Entonces, ¿no se están adoptando las medidas oportunas?
Creo que son dos cosas distintas. Los centros tecnológicos no debemos ser ni una empresa, ni una consultoría, ni una ingeniería. Debemos intentar crear y aumentar el espíritu de iniciativa que hay en estos centros para que se creen empresas privadas que capaces de hacer la transferencia de tecnología, crear tecnología, comercializarla y obtener recursos económicos de esa actividad. Esto se puso muy de moda hace 30 o 40 años en el Silicon Valley. Pero éste no es el ejemplo que nosotros podemos transmitir aquí, entre otras cosas porque en la universidad americana los profesores relevantes no sólo no son penalizados por tener una empresa, sino que se les estimula. Además, el espíritu de creatividad de la sociedad americana y el sentido del riesgo está metido en su propia esencia espiritual, no sólo intelectual. En España eso no lo tenemos. La creación de empresas de base tecnológica es un medio más, pero en absoluto una panacea. Pese a que hay muchas ayudas, el número de empresas que tienen éxito es muy bajo. Nuestro deber es impulsar esas empresas y ayudar a las ya instaladas a que progresen.

 

El próximo año será efectivo el nuevo marco europeo de educación superior. ¿Cómo ve desde su centro tecnológico este cambio? ¿los alumnos saldrán reforzados a nivel formativo?
Desde el punto de vista de profesor que he sido, Bolonia pretende que haya un cierto grado de uniformidad entre todos los estudios y titulaciones de la Unión Europea. El modelo de Bolonia es prácticamente el modelo anglosajón, con más libertad. Estas universidades han sido más autónomas que las latinas, y me parece que hay algunas cosas que serán muy difíciles de hacer incluso con la constitución española. La primera es que para llegar a la excelencia universitaria hay que trabajar, y mucho. El esfuerzo no se puede sustituir por mejoras en los procedimientos tanto en la selección del profesorado como de la evaluación del profesorado. Después hay que tener un sistema de evaluación real y efectivo de la acción del profesorado. Finalmente, los alumnos tienen que hacer un esfuerzo muy importante para trabajar y en estoy muy de acuerdo con el método anglosajón: el alumno que suspende una asignatura no puede continuar. Mientras los alumnos sepan que tienen seis convocatorias para aprobar y luego algún truco más tendremos una enseñanza de quinta fila.