Salud España , España, Jueves, 12 de mayo de 2022 a las 12:43

Proponen analizar las bacterias para fijar con más exactitud la hora de la muerte en las autopsias

Demuestran que los datos obtenidos con tecnología molecular sobre la cantidad y tipología de los microorganismos en un cadáver se podría determinar con más rigor el momento del fallecimiento

F. Descubre/DICYT El grupo de investigación ‘Biocontrol y prevención de enfermedades en acuicultura’ de la Universidad de Málaga ha corroborado en estudios in vivo con ratones que durante el examen forense de un cuerpo un análisis microbiológico podría ofrecer la cantidad y tipología de las bacterias post mortem que determinan con más rigor el momento del fallecimiento de un cadáver. Para ello, y tras comprobar que pasadas 12 horas tras la muerte disminuían, plantean acotar los tiempos de análisis que revelen en qué momento concreto se produjo la defunción según las diferentes etapas de descomposición.

 

Para ello, han utilizado técnicas encargadas de procesar datos del campo de la microbiología aplicando estudios moleculares para obtener datos tangibles más exhaustivos de la hora a la que se ha producido la muerte de un cuerpo. Actualmente, la mayoría de las técnicas empleadas para la realización de autopsias son de tipo cualitativos, como la rigidez cadavérica.

 

Además, este equipo plantea que se orienten las horas entre las distintas fases de análisis que se aplican en las autopsias. En concreto, proponen que se tome como referencia partir de las 12 horas tras la muerte, momento a partir del cual han observado diferencias significativas en la tanatomicrobiota, es decir, el conjunto bacteriano que reside en un cuerpo tras su defunción.

 

En concreto, han aplicado técnicas moleculares basadas en PCR y análisis de imagen para gestionar una gran cantidad de datos biológicos derivados del análisis de una secuencia concreta de ADN de las bacterias intestinales postmortem, el fragmento 16S. “Estudiamos esta parte determinada del ADN de los microorganismos que hay en la tanatomicrobiota porque es específica de cada bacteria. Es como el DNI de cada una de ellas, la información que las identifica y las diferencia unas de otras”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Málaga Ángel Martínez Aragonés, autor del estudio.

 

Según esta investigación, titulado ‘Estudio mediante técnicas moleculares del tanatomicrobioma intestinal en la estimación del intervalo post mortem temprano empleando un modelo de ratón’ y publicado en la Revista Española de Medicina Legal, el análisis de este fragmento de ADN permiten disponer de información cuantitativa sobre la tipología y la cantidad de bacterias existentes en la hora exacta de la muerte con un margen de error de aproximadamente una hora y media en las primeras 24 horas sin vida de un cuerpo.

 

Por ello, el equipo de investigación apuesta por acotar los tiempos de análisis a partir de las 12 horas tras la muerte, ya que en esa franja observaron diferencias significativas en el conjunto de los microorganismos post mortem. “Los estados de descomposición varían en función de estas ventanas de estudio. Cuando se produce la ruptura abdominal y se abre el cadáver, la tanatomicrobiota tiende a diferenciarse más que la que tenía en vida. Las bacterias tienen que adaptarse al nuevo estado de entropía y la estabilización conlleva su tiempo”, detalla el responsable de este trabajo.

 

Este trabajo propone tomar como referencia espacios temporales de descomposición. Así, en este estudio fija el punto de inflexión donde comienza a cambiar la diversidad bacteriana a partir de las 12 horas tras la supuesta hora de la muerte. “Los cambios que soportan las bacterias en el nuevo escenario tras la muerte se suceden con rapidez y variablemente. Si los espacios temporales de estudio son amplios, esto imposibilita determinar con rigurosidad el momento concreto de la muerte”, subraya Aragonés.


Autopsias en ratones

 

Para obtener estos resultados, el equipo de investigación realizó experimentos in vivo en ratones de laboratorio que no hubieran tenido ningún tratamiento previo, simplemente alimentados con agua y pienso, y a los que se les iba a practicar la eutanasia.

 

Diseccionaron ejemplares de ratones fallecidos durante 24 horas de descomposición y obtuvieron muestras intestinales con una extracción de ADN. “Examinamos parte del intestino posterior y del colon ascendente, una de las regiones que más interesa a la comunidad científica para el estudio del tanatomicrobioma porque concentra una gran cantidad de microorganismos”, señala Aragonés.

 

Posteriormente, realizaron una PCR para amplificar el fragmento del gen 16S de todas las bacterias y aplicaron técnicas de electroforesis en gel para separarlos según su composición. Tras ello, obtuvieron el fragmento de 16S separado de todas las bacterias. “Este proceso nos permitió tener una fotografía real y completa de la tanatomicrobioma”, apunta el autor del trabajo.

 

Con esta información, el equipo de investigación concluyó que pasadas 12 horas tras la muerte disminuía la diversidad de bacterias. “Al tender a la estabilización y moderarse los cambios, los datos obtenidos mediante técnicas de aprendizaje automático o modelos predictivos son más precisos para determinar a qué hora se ha producido la muerte de un cuerpo según los datos que nos revelan las bacterias que contiene”, concluye Aragonés.