Tres especies de plantas con potencial frente a la malaria
UN/DICYT Según los resultados obtenidos, seis extractos presentaron actividad, tres de los cuales se clasificaron como “activos” y tres con “actividad moderada”. Estos se obtuvieron de las especies Miconia theaezans, Leandra subseriata y Austroeupatorium inulifolium, las dos primeras de la familia Melastomataceae y la última de Asteraceae.
Especies como L. subseriata tienen una amplia diversidad de nombres comunes, entre ellos mortiño lanudo o nigüitos, en Caldas; munchirero o mortiño de monte, en Nariño, y nigüito en Antioquia y Risaralda.
Por su parte, M. theaezans se conoce como tuno en Santander y como tuno blanco en Boyacá, mientras en Ecuador se conoce como cerrac, laichi, amarillo, sacha, colca o cebolleta.
Entre tanto, A. inulifolium se conoce en Colombia como salvia pegapega, marubio, jarilla, cadillo, chilco, gavilana, aromático, chicharrón, indio viejo blanco, almoraduz, salvio amargo, salvia blanca, salvia amarga y salvia.
Los hallazgos obedecen al trabajo del químico farmacéutico Wilmar Esteban Sosa Puerto, magíster en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), como parte de los estudios que se adelantan desde el grupo de investigación “Principios bioactivos en plantas medicinales”, y su investigación fue dirigida por la profesora Yoshie Adriana Hata Uribe, del Departamento de Farmacia.
Las plantas se seleccionaron con base en un estudio previo –en el que participó la UNAL– realizado por centros de investigación de Colombia, Argentina, Bolivia, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Nicaragua y la Organización de Estados Americanos, en el cual se evaluó la actividad de los extractos de plantas de la región contra los parásitos que causan enfermedades como leishmaniasis, chagas y malaria.
Esa referencia le permitió al investigador preseleccionar las plantas sobre las que ya se conocía su potencial y seleccionar especies de las mismas familias para recolectar muestras en campo, a partir de las cuales se obtendrían los extractos a evaluar. “Eso se llama escoger por el criterio taxonómico; esperábamos que al pertenecer a la misma familia tuvieran metabolitos similares, los cuales podrían presentar también la actividad”, explica el investigador Sosa.
Después de colectar muestras de las partes aéreas de las especies L. subseriata, M. theaezans, M. aeruginosa y A. inulifolium, se limpiaron, se secaron por tres días en una estufa de aire recirculante a 40 °C, se molieron y se prepararon los extractos a partir de dos técnicas, usando solventes de diferentes polaridades.
La primera técnica fue la maceración, en la cual se deja el material vegetal en un recipiente de cerámica o vidrio cerrado en contacto con el solvente y luego este se separa y se concentra hasta obtener el extracto; el segundo fue el método conocido como “percolación”, en el cual se deja el material en un percolador de vidrio donde el solvente circula permanentemente y se van cambiando los solventes de menor a mayor polaridad para obtener los respectivos extractos.
La actividad de los extractos obtenidos a partir de este proceso se probó en el modelo in vitro contra el modelo de P. falciparum, sensible a cloroquina (uno de los fármacos con los que se trata la malaria). Los extractos más activos fueron el clorofórmico y el metanólico de M. theaezans y el clorofórmico de A. inulifolium.
A pesar de que en la literatura se ha reportado que otros compuestos flavonoides podrían estar relacionados con la actividad antiplasmodial, cuando se evaluaron los obtenidos en la investigación en el mismo modelo in vitro, estos resultaron inactivos para inhibir el desarrollo del parásito dentro de los glóbulos rojos.
Por eso se necesitarán de estudios posteriores para identificar si estos compuestos pueden actuar sobre otra parte del ciclo de vida del microorganismo, y además se realizarán ensayos para buscar si la actividad se conserva en otras de las fracciones obtenidas en el fraccionamiento.