Un estudio apunta quiénes son los “dueños” del carbono en Brasil
AGÊNCIA FAPESP/DICYT - Del total de 52 gigatoneladas (Gt) que componen las existencias de carbono almacenadas en la vegetación nativa en Brasil, el 67% está ubicado en tierras públicas, y la mitad (26 Gt) se encuentra bajo protección en unidades de conservación y en tierras indígenas.
Pese a que el Estado es el principal “dueño” de ese carbono, esto no significa que esas reservas se encuentren protegidas, sin correr riesgos de convertirse en gases de efecto invernadero (GEI). Aproximadamente el 20% de dichas reservas (10 Gt) está desprotegido en 80 millones de hectáreas de tierras públicas sin titulación o finalidad clara, en donde la disputa por la propiedad y la deforestación ilegal constituyen desafíos para la preservación de la vegetación autóctona y pueden llevar al aumento de las emisiones brasileñas de GEI.
Estas constataciones surgen de un estudio llevado a cabo por científicos brasileños de la Escuela de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP) en colaboración con pares del Instituto de Manejo y Certificación Forestal y Agrícola (Imaflora), también de Brasil, y con colegas ligados a dos instituciones suecas: el KTH Royal Institute of Technology y la Chalmers University of Technology.
Esta investigación forma parte del proyecto intitulado “Atlas de la Producción Agropecuaria Brasileña”, realizado por el Imaflora en colaboración con el Geolab de la Esalq-USP, con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP. Y sus resultados salieron publicados en la revista Global Change Biology.
“Logramos detectar por primera vez dónde está y a quienes pertenece el carbono que está arriba del suelo en Brasil, tanto en la vegetación nativa como en cultivos y pasturas de todos los biomas del país”, declaró Luís Fernando Guedes Pinto, investigador del Imaflora y uno de los autores del estudio.
Para cuantificar el stock de carbono situado arriba del suelo en Brasil e identificar a sus “tutores”, los investigadores desarrollaron una base georreferenciada de la malla brasileña de tierras. Dicha malla abarca todo el territorio nacional e integra bases de datos oficiales tales como las de las áreas protegidas nacionales y estaduales –áreas de conservación y territorios indígenas y militares–, aparte de las bases de inmuebles y de asentamientos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) y los inmuebles del Catastro Ambiental Rural (CAR), un registro electrónico obligatorio del gobierno brasileño destinado a inmuebles rurales.
Juntas, esas bases de datos cubren el 80% del país. Con relación a las áreas sin cobertura, se realizó un modelado complementario que contempla esa parte del territorio como perteneciente a tierras privadas, estima los límites de los inmuebles rurales a partir de los datos del Censo Agropecuario de 2006 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), del gobierno federal, y reproduce la distribución del tamaño de los inmuebles rurales censados en cada municipio o sector censual.
“La malla de tierras constituye la aproximación más realista al tamaño, la localización y la distribución de los inmuebles privados, sumados a los asentamientos y a las tierras públicas brasileñas”, dijo Guedes Pinto.
Los análisis de los datos revelaron que además del 20% del carbono (10 Gt) encontrado en 80 millones de hectáreas de tierras públicas sin titulación o finalidad clara que se encuentra desprotegido, y hay 3,4 Gt de carbono también sin protección en propiedades privadas que ocupan el 65% del territorio brasileño, pero que albergan solamente el 30% del carbono (15,8 Gt).
Aunque el Código Forestal Brasileño protege el 75% (12,4 Gt) de las existencias de carbono encontradas en esas propiedades privadas mediante reservas legales y áreas de preservación permanente, el otro 25% (3,4 Gt) se encuentra desprotegido en 101 millones de hectáreas, según se consigna en el estudio.
“Nuestros resultados indican que aunque existe una gran área de vegetación autóctona y un gran stock de carbono protegido en Brasil, aproximadamente el 25% (13,4 Gt) –que representa la suma del carbono desprotegido en tierras públicas y privadas– aún se encuentra desprotegido y expuesto al riesgo de la deforestación, y puede contribuir así al consiguiente aumento de las emisiones brasileñas de gases de efecto invernadero”, sostuvo Guedes Pinto.
La desprotección según los biomas
De acuerdo con el estudio, el Cerrado (la sabana brasileña), existente en la región sudeste y en el centro del país, es el bioma que posee el mayor volumen de carbono desprotegido: 1,4 Gt, correspondiente al 40% del carbono con riesgo de emisión en el país. En segundo lugar se ubica la Amazonia, en la región norte, que responde por una tercera parte del carbono desprotegido en Brasil (1Gt), seguida por la Caatinga (de vegetación semiárida), en el nordeste del país, que también cuenta con un gran volumen de carbono y un área de vegetación nativa desprotegidos.
El análisis también hizo posible detectar que la distribución del carbono según el tamaño de los inmuebles rurales es desigual y varía de acuerdo con cada bioma de Brasil.
El 2% de los grandes inmuebles ocupa la mitad del área privada y acumula también la mitad del carbono en tierras privadas. Una tercera parte de las tierras privadas se encuentra ocupada por el 93% de pequeños y medianos inmuebles.
En el caso de la Amazonia, por ejemplo, los investigadores estiman que siete mil grandes inmuebles acumulan el 15% (0,5 Gt) del carbono desprotegido de Brasil, mientras que otros 110 mil pequeños inmuebles retienen otro 10% (0,34%). En tanto, el Cerrado es dominado por los grandes inmuebles: alrededor de 30 mil acumulan el 25% del carbono nacional desprotegido, mientras que otros 600 mil pequeños y medianos inmuebles representan tan sólo el 17%.
“El estudio indica que la conservación del carbono desprotegido en Brasil dependerá de una combinación de políticas que comprenden la regularización y la destinación de tierras, la implementación del Código Forestal y otros instrumentos que prioricen la protección de la vegetación autóctona y de las existencias de carbono que exceden la protección de los mecanismos legales”, sostiene Gerd Sparovek, docente de la Esalq-USP y uno de los autores del estudio.
“Asimismo, este conjunto de políticas debe diseñarse e implementarse de manera adaptada a las diferentes realidades productivas, ecológicas y de gobernanza de cada zona del país”, añadió.
Referencia bibliográfica | |
Puede leerse el artículo intitulado “Who owns the Brazilian carbon?” (doi: 10.1111/gcb.14011), de Flavio L. M. Freitas, Oskar Englund, Gerd Sparovek, Göran Berndes, Vinicius Guidotti, Luís F. G. Pinto y Ulla Mörtberg, en la revista Global Change Biology, en el siguiente enlace: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/gcb.14011. |