Un estudio revela que los ciclos electorales tienen efectos sobre la deforestación del Bosque Atlántico
AGENCIA FAPESP/DICYT – Un estudio realizado en la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, y publicado en la revista Conservation Letters revela que la deforestación del Bosque Atlántico aumenta durante los años en que hay elecciones.
Los investigadores a cargo de dicho trabajo correlacionaron datos del Tribunal Superior Electoral (TSE) del país y del proyecto MapBiomas –que mapea anualmente la cobertura y el uso del suelo, monitoreando las alteraciones del territorio– en 2.253 municipios de las regiones sur y sudeste de Brasil entre los años 1991 y 2014. El análisis mostró que en los años en que se concretaron elecciones nacionales y de los estados durante el período estudiado, se talaron 3.652 hectáreas más de Bosque Atlántico en promedio que en años sin contiendas electorales en las regiones mapeadas. En tanto, durante los años en que hay elecciones municipales, el aumento promedio fue de 4.409 hectáreas.
También fue posible observar que esas alzas cíclicas de la deforestación –fruto de iniciativas políticas que echan mano del capital natural como moneda de cambio para conquistar votos– fueron disminuyendo hasta el año 2014.
“Detectamos que ese fenómeno era más intenso en el pasado y que fue disminuyendo en el transcurso del tiempo hasta 2014. Una de las posibles explicaciones para ello es el hecho de que a medida que las democracias van adquiriendo madurez, la prensa cubre mejor el tema y los electores logran entender mejor este proceso, y por eso tienden a no recompensar a políticos con conductas oportunistas”, afirma Patricia Ruggiero, coautora del artículo.
Esta investigación forma parte del trabajo doctoral de Ruggiero, desarrollado en el Departamento de Ecología de la USP, y obtuvo el premio anual como mejor tesis del Programa de Posgrado en Ecología. A su vez, integra el Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP) y contó con financiación en el marco de medio de cuatro proyectos (13/23457-6, 15/16587-6, 17/20245-9 y 14/11676-8). También contó con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), organismos vinculados al gobierno federal brasileño, y de la National Science Foundation, de Estados Unidos.
“La deforestación se analiza históricamente bajo el impulso de factores económicos y sociales. El aspecto innovador de nuestro trabajo consistió en demostrar que las motivaciones y los arreglos políticos también la afectan, incluso en regiones con gran regulación ambiental, es decir que los recursos naturales también son objeto de manipulación cíclica. Con este estudio, estamos mostrándole al área de conservación un fenómeno muy conocido en la economía política que hasta ahora pasaba desapercibido entre los investigadores del área”, dice Ruggiero.
Con base en los datos dados a conocer en el artículo, los autores advierten al respecto de la necesidad de limitar, fundamentalmente en tiempos de elecciones, las iniciativas de carácter electoral que resulten en desmonte, afecten los recursos naturales o tengan implicaciones sobre la biodiversidad, el almacenamiento de carbono y otros servicios ecosistémicos.
“Se asocia mucho el tema de la deforestación a las grandes obras y a la expansión agrícola, pero existe también una relación con los arreglos políticos. El desmonte, en este caso, apunta a favorecer a algunos grupos de electores y tiene un impacto negativo sobre el conjunto de la sociedad. En Brasil también existe la particularidad de que hay elecciones cada dos años. Esto quiere decir que año sí, año no, se produce un recrudecimiento de la deforestación”, afirma Jean Paul Metzger, docente del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP) y miembro de la coordinación del BIOTA-FAPESP.
Metzger remarca que, aunque esta oscilación en los años de elecciones puede parecer pequeña, su efecto a largo plazo resulta perturbador. “El aumento en años electorales representa tan solo un 3 % de todo el desmonte anual del Bosque Atlántico en las regiones sur y sudeste de Brasil, que es del orden de las 136 mil hectáreas. Pero es necesario tener en cuenta que para lograr reforestar 4.000 hectáreas de Bosque Atlántico en un año se requiere de un gran esfuerzo”, sostiene.
Según Ruggiero, esta mayor presión de desmonte cada dos años puede anular los efectos de logros importantes. “Programas tales como los de pagos por servicios ambientales, por ejemplo, requieren de una gran capacidad técnica, con recursos y articulación política. Exigen todo un movimiento y un esfuerzo de la sociedad con miras a promover una cierta mejoría ambiental, que puede cancelarse por motivaciones políticas en uno o dos años de elecciones”, dice.
La democracia fuerte reduce el desmonte
De acuerdo con Ruggiero, estudios sobre el tema realizados en otros países apuntan una correlación entre la madurez democrática y la disminución de los picos de deforestación observables durante los años electorales.
“Aún no podemos afirmar que esta haya sido la causa acá; es algo que vamos a investigar. Pero sabemos que, durante el período estudiado, en el Bosque Atlántico hubo una expansión de la gobernanza ambiental y de la vigilancia de la sociedad civil en lo atinente a las cuestiones ambientales, y que también se llegó a un cierto límite, con pocas áreas para la deforestación. En general, la protección ha sido mayor: tenemos la ley del Bosque Atlántico desde 2006 y una demanda más rigurosa de la sociedad para que esos montes sean preservados”, dice.
En el estudio se analizaron las elecciones del período comprendido entre los años 1991 y 2014, año este último en que los datos del TSE y del MapBiomas se encuentran más consolidados. Fue también en 2014 cuando se registró el primer aumento de la deforestación en todos los biomas brasileños, seguido por incrementos más fuertes en los años subsiguientes, hasta el pico registrado en 2020. “Lo que está sucediendo actualmente va más allá de ese fenómeno cíclico ligado a las elecciones y, si yo fuera a plantear una hipótesis, diría que es el resultado de una señalización positiva hacia quienes deforestan, que va del discurso a los cambios en la legislación y en las instituciones”, afirma la investigadora.
El capital natural como moneada de cambio
El estudio demostró que las alianzas electorales también influyen en estos ciclos: cuando los candidatos al gobierno federal y a las gobernaciones están alineados, el aumento del desmonte es mayor en los municipios que ya poseen una gran presión de desmonte. En tanto, las elecciones municipales influyen más sobre las tasas de los municipios con poca presión de deforestación.
“Las elecciones crean un ambiente de incentivo a este tipo de conductas. Los candidatos necesitan conquistar votos, por eso tienden a no proponer medidas impopulares a medida en que la contienda se acerca. Otro aspecto tiene que ver con la obtención de fondos para las campañas, que particularmente en Brasil siempre han sido muy caras”, subraya Ruggiero.
De esta forma, los investigadores hacen referencia a tres potenciales explicaciones para el aumento de la deforestación, que aún serán puestas a prueba en futuros trabajos. La primera hipótesis contempla una merma deliberada de las inspecciones ambientales, lo que hace que potenciales electores puedan expandir las actividades económicas. “En ciencia política se sabe que las medidas impopulares se toman durante el primer año de mandato. Y las más populares se toman durante el último año del cargo para agradar a potenciales electores antes de las contiendas de reelecciones, por ejemplo”, dice Metzger.
Una segunda hipótesis tiene en cuenta la ampliación de todo tipo de permisos ambientales concedidos a sectores que promueven la deforestación. “Podemos detectar un aumento de las autorizaciones de deforestación en sectores específicos como el de obras, o la autorización de créditos agrícolas, por ejemplo”, explica el investigador.
En tanto, la tercera hipótesis tiene en cuenta un cambio en la percepción por parte de quienes deforestan. “No podemos soslayar la posibilidad de que quienes que deforestan, ya sean dueños o usuarios de la tierra, consideren que los políticos y las instituciones gubernamentales estén ocupadas con temas electorales en años de elecciones, y que ese momento sea entonces ‘un buen momento’ para deforestar”, dice Metzger.
Aparte de plantear y poner a prueba las hipótesis, el equipo pretende realizar estudios similares con todos los biomas brasileños e investigar esta relación entre las elecciones y el desmonte en la parte del Bosque Atlántico situada en la región nordeste de Brasil.