Un grupo de investigadores analiza las patologías de la piedra del Monasterio de Santo Tomás
Ana Victoria Pérez/DICYT Un grupo de investigadores de la Universidad de Salamanca y del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNA), agrupados en torno a la Unidad Asociada del Grupo de Química del Estado Sólido, ha participado en el análisis del estado de conservación de la piedra del Real Monasterio de Santo Tomás, en Ávila. El objetivo del estudio, según ha informado a DICYT el catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Salamanca Vicente Rives "es identificar los diferentes tipos de piedra utilizados en la construcción del edificio, así como las canteras de las que provenía el material, y determinar cuáles son las principales patologías que afectan a los sillares del monasterio", de cara a su posterior restauración.
El informe resultante de los estudios realizados por este grupo de investigación formará parte del plan director de conservación del convento, que dará las claves a los arquitectos para establecer las prioridades en la restauración del edificio.
Esta joya de la arquitectura abulense consta de una iglesia y tres claustros, y comenzó a construirse en 1483. Desde el momento en el que se finalizó, nueve años más tarde, se convirtió en residencia de verano de los Reyes Católicos. No en vano, el monasterio fue el lugar elegido por los monarcas para enterrar a su único hijo, el infante Don Juan.
Construido en un estilo gótico tardío, los investigadores del Grupo de Química del Estado Sólido han constatado que los arquitectos de la época utilizaron en su construcción uno de los materiales más comunes en Ávila, el granito, en sus variedades gris Ávila, ocre y piedra sangrante, que se reparte en el interior y exterior del edificio. Jacinta García, investigadora del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología del CSIC, ha podido constatar que "el 90% de la estructura y la ornamentación, tanto de la iglesia como de los claustros, se ha realizado en granito gris Ávila, también conocido como gris cardeñosa. En cambio, para las bóvedas del interior de la iglesia y del Claustro del Silencio, así como en sus ventanales, se han empleado dos variedades de granito alterado y silicificado en cantera: el granito ocre y la piedra sangrante".
Una piedra protegida
Pero los estudios de los investigadores han ido mucho más allá. Estas dos últimas variedades de granito se formaron durante el Cretácico Superior, hace unos 65 millones de años y mientras aún pueden localizarse canteras en explotación de granito gris Ávila, las otras dos variedades están prácticamente agotadas.
El granito gris Ávila se localiza en Cardeñosa, una población ubicada al Norte de la capital. Por su parte, los afloramientos de granito ocre y de piedra sangrante han sido explotados durante 800 años por los canteros de la zona en el borde Norte del Valle de Amblés y a ambos lados de la ciudad de Ávila. Los pocos que aún podrían surtir de material para las restauraciones forman parte de la Reserva del Estado Ávila Monumental, dependiente de la Dirección General de Minas."En caso de no poder contar con el material original para abordar la restauración se ha decidido buscar uno con características muy similares", apunta la investigadora Jacinta García.
Factores que favorecen el deterioro
¿Pero cuáles son las principales problemas que sufre el monasterio? Los investigadores han realizado el estudio en sus claustros, el interior de su iglesia, han visto y tocado las piedras que lo sustentan y, lo más importante, cuentan con la experiencia de un grupo de investigación que, desde 1986, ha trabajado con los materiales pétreos que cimentan los principales edificios históricos de Ávila, Salamanca, Ciudad Rodrigo y Zamora.
Entre los causantes de daños, además de las huellas que el tiempo ha dejado en el edificio, están la humedad y la sobrecarga que supuso para la estructura la construcción de una segunda planta. "El peso que soporta la primera planta del edificio en algunos puntos, como es el caso del Claustro de los Reyes, ha hecho que se deformen los lugares en los que la carga es mayor. Incluso ha sido necesario reforzar la estructura de estos puntos con grapas metálicas" advierte Jacinta García y añade "en general, en el edificio se han observado problemas de tipo estructural y otros debidos a alteraciones físico-químicas, lo cual se manifiesta en forma de grietas, pérdidas de mortero, desplacaciones y arenizaciones".
Otro de los males que aquejan a las piedras del monasterio tiene que ver con la acción del agua. La humedad circula por los poros de la piedra y disuelve las sales presentes en el mortero que recubre las juntas de los sillares. En ocasiones, estas sales afloran a la superficie, o cristalizan en el interior de los poros originando fracturas que hacen que la piedra se disgregue. "Este fenómeno se conoce como haloclastia, y lo hemos detectado sobre todo en las partes inferiores de los muros del Claustro del Silencio y en sus bóvedas" aclara el profesor Vicente Rives.
En muchas de las columnas de los claustros y en los sillares de los patios se aprecian desplacaciones: la piedra se fisura o compartimenta en láminas, más o menos alargadas, que se desprenden dejando cicatrices apreciables a simple vista. A esto se une la acción de las raíces de los líquenes, los hongos y las plantas que han colonizado las grietas y partes inferiores de muros y columnas en las zonas más húmedas de los claustros.
Respetar el original | |
Los tratamientos propuestos por el equipo de investigadores se basan en un conocimiento minucioso de cada tipo de piedra, tanto desde un punto de vista físico-químico como mineralógico. Así las principales actuaciones se basan en aislar las diferentes partes del monasterio para atenuar los efectos de la humedad y en eliminar las sales. "Para ello es necesario tratar la piedra con cataplasmas de arcilla que extraen las sales, mientras que en el caso de la humedad debe aislarse y evitarse con productos hidrofugantes y consolidantes, pero antes de aplicarlos hay que seleccionar los más adecuados" explica el profesor Rives. En definitiva, la restauración debe respetar, en todo momento, los materiales originales, evitando los recubrimientos de cemento que puedan contaminar con otras fases minerales el original. |