Un hongo provoca que productores de plátano mexicanos pierdan millones de pesos
AG/AMC/DICYT Investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), estudian la interacción molecular entre el banano y el hongo Mycosphaerella fijiensis, el cual infecta a este cultivo, ocasionando que produzca frutos de menor tamaño y de mala calidad, así como una maduración precoz del mismo, lo cual se traduce en pérdidas millonarias para los agricultores.
De acuerdo con Cecilia Rodríguez García, investigadora del Centro de Investigación Científica de Yucatán, y José Enrique Trujillo Sierra, egresado de la misma institución, el mencionado hongo produce la enfermedad llamada Sigatoka negra que infecta las hojas del plátano, sitio donde se elaboran azúcares y otros compuestos orgánicos necesarios para la formación del fruto.
Al hablar sobre la magnitud del problema ocasionado por esta plaga, Rodríguez García dijo que, según datos del INEGI, el plátano es un cultivo tan importante para la dieta del mexicano que supera el consumo de otros productos agropecuarios como el frijol, el arroz, el aguacate, el limón, la manzana y la carne de puerco.
El problema que ocasiona la Sigatoka negra, según han reportado algunos productores de Tabasco, donde las pérdidas han llegado hasta el 90 por ciento, es que una vez que la enfermedad afecta el fruto reduciendo su tamaño, éste se desecha o se destina al consumo animal. Asimismo, se sabe que la enfermedad causa una maduración precoz del fruto que disminuye el tiempo de anaquel del banano.
En ese contexto, la investigadora del CICY comentó que los agricultores mexicanos gastan anualmente 500 millones de pesos en funguicidas sintéticos para el control de la enfermedad.
La desventaja, apuntó, es que no solamente se elevan los costos de producción, sino que además se presenta el desarrollo de resistencia por parte de los patógenos y la inevitable contaminación del ambiente.
Por otro lado, la especialista señaló que en los países europeos los estándares de calidad son muy estrictos, llegando incluso los compradores a visitar las plantaciones para constatar la calidad de la futura cosecha. Preció que las compañías comercializadoras de banano no aceptan el fruto si las plantas no alcanzan un mínimo de hojas sanas a la cosecha (4-5 hojas libres de la enfermedad), esto en Costa Rica, segundo exportador de banana en el mundo.
En su artículo publicado en la Revista Ciencia, órgano de difusión de la Academia Mexicana de Ciencias, los autores explican que su investigación se enfoca a identificar los puntos débiles del ciclo de vida del hongo para encontrar estrategias de combate.
Al hablar de la dañina relación entre M. fijiensis y el banano, los investigadores expusieron que el primer contacto se da cuando la espora del hongo se adhiere a la superficie inferior de la hoja del banano.
Posteriormente, la espora germina y coloniza la superficie de la hoja, penetra, invade el interior de la planta, crece y se reproduce destruyendo las hojas para finalmente diseminarse a otras plantas.
Los estudios demuestran que el banano responde a la infección del hongo liberando sustancias tóxicas que detienen su crecimiento e invasión. La relación celular y bioquímica que se establece entre el banano y el hongo Mycosphaerella fijiensis puede seguirse mediante estudios citológicos y bioquímicos.
Los autores comentan que con ese tipo de estudios se puede observar cómo penetra el hongo en la planta, cómo crece dentro y fuera de ésta y qué células son las afectadas, asimismo, se pueden conocer las sustancias tóxicas producidas por el hongo durante su invasión y las que produce el banano en respuesta.
Actualmente, Cecilia Rodríguez García y José Enrique Trujillo Sierra se concentran en identificar los genes, tanto del banano como del hongo, que se expresan en la etapa inicial de la interacción. Posteriormente, con la información generada se desarrollarán estudios biotecnológicos para contrarrestar la enfermedad, como por ejemplo plantas de banano que puedan defenderse de Mycosphaerella fijiensis.
Hoy en día, concluyó, la especialista, el biocontrol mediante el uso de compuestos naturales, de micoorganismos, se vislumbra como otra alternativa para el control de enfermedades fungosas en el campo agrícola.