Un novedoso material que mide la radiación a la que se exponen ciertos trabajadores
AGENCIA ID/DICYT Mediante pequeños dispositivos cuadrados, llamados dosímetros, se detecta y mide el nivel de radiaciones ionizantes que recibe el personal de hospitales y áreas industriales como la textil, la llantera, de cosméticos, plásticos y la alimentaria, ya que su interior está provisto de un material que almacena dicha información. Sin embargo, su precio es elevado y la eficiencia un tanto limitada.
Tal situación, motivó al investigador Guillermo Espinosa García, del Instituto de Física (IF) de la UNAM, a trabajar en el desarrollo de un material termoluminiscente que, en forma de pastillas de cinco milímetros de diámetro, es capaz de identificar y medir la radiación recibida por el cuerpo humano.
De acuerdo con el científico, lo novedoso de proyecto es el uso de fibra óptica manufacturada con óxido de silicio. “Esto se debe a que supera en eficiencia, estabilidad, reproducibilidad de información y costo a los que se usan en equipos comerciales de otros países, como el fluoruro de litio y similares, utilizados desde hace 30 años”.
En este contexto, es importante destacar que el costo de las pastillas desarrolladas por el investigador universitario podría reducir de siete dólares a tres centavos la pieza. “Aunque lo más importante es que en México innovemos con materiales eficientes para el beneficio de todos”.
En el laboratorio del doctor Espinosa García las fibras ópticas de silicio se cortan, muelen y transforman en pequeñas pastillas para incluirlas dentro del dosímetro. “Al emplear esa materia prima, sólo hacemos una preparación que mantenemos en secrecía para lograr la novedosa aplicación”, reveló.
Para probar el material, el equipo científico del IF realizó las 11 pruebas que generalmente se hacen a los dosímetros y en todas se obtuvieron excelentes resultados. “Logramos 50 por ciento más sensibilidad para detectar radiación respecto al litio de los productos comerciales y que la capacidad del material no decaiga antes de seis meses”, señaló.
Asimismo, informó que el dosímetro termoluminiscente es el de mayor uso en el mundo, y que el personal que está en contacto frecuente con emisiones, por ley debe portarlo en el pecho, la cintura, la muñeca o en los dedos de las manos para conocer sus concentraciones y evitar una exposición excesiva que represente riesgos a la salud.
“En el IF también lo usamos debido a que hacemos experimentos con cuatro aceleradores de partículas, e igualmente lo portan en el Instituto de Ciencias Nucleares, donde tienen una fuente de cobalto para uso industrial”, apuntó el doctor Espinosa García.
Cabe destacar que la tecnología está incluida en el Programa para el Fomento al Patentamiento y la Innovación (PROFOPI) de la Coordinación de Innovación y Desarrollo (CID) de la máxima casa de estudios. “El objetivo es avanzar con nuevos conocimientos y promover su comercialización”, refirió el maestro Juan Manuel Romero Ortega, coordinador de la CID.
Agregó que los derechos de propiedad intelectual están debidamente protegidos, ya que se presentó la solicitud de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) desde 2014. De esta manera, podrá concretarse una transferencia tecnológica para llevar el desarrollo del doctor Espinosa García al mercado.
“Nuestro papel es fungir como la oficina de transferencia de tecnología y conocimientos. Mediante PROFOPI buscamos estimular a profesores, estudiantes e investigadores para que generen invenciones y se protejan dentro de la figura de patente”, subrayó Romero Ortega.
Para que las pastillas termoluminiscentes lleguen al mercado, informó, se requiere la autorización por parte de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, que es la entidad oficial en México encargada de verificar que el desarrollo cumple con su cometido. “El proceso podría llevar de 24 a 36 meses”, puntualizó.