Una nutrición rica en polifenoles, clave en la lucha contra la oxidación celular
LHM/DICYT El Real Sitio de San Ildefonso de Segovia ha acogido hoy un seminario sobre los antioxidantes y la alimentación que ha contado con el patrocinio de la empresa Minute Maid y el aval de la Academia Española de Dermatología Dermatología y Venereología (AEDV), la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Durante la jornada, titulada “Antioxidantes: más de 4.000 formas de cuidar la salud”, se han tratado temas como el proceso de oxidación celular y el envejecimiento prematuro, que han sido expuestos por los expertos Cristina Andrés-Lacueva, profesora de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona; Jorge Soto, profesor titular de Dermatología de la Universidad del País Vasco y Pedro Jaén, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Durante la jornada se ha mencionado que la oxidación celular, también denominada estrés oxidativo, responde al desequilibrio que existe entre la acción de los radicales libres y las defensas de nuestro organismo para hacerles frente: los antioxidantes.
Ese proceso natural obedece al efecto que esos radicales libres (producidos por el oxígeno) causan sobre las células y sus componentes, a la vez que están relacionados con diferentes afecciones crónicas y con el proceso de envejecimiento. Este efecto de oxidación se produce cuando, debido a un exceso en la producción de radicales libres, las sustancias antioxidantes sintetizadas en nuestro cuerpo (de origen enzimático) son insuficientes para contrarrestarlo.
“Evitar en lo posible ese efecto mediante la prevención es el paso que quizá haga innecesario tener que curar”, según señalaba el doctor Jorge Soto. Entre los datos aportados figuraban también algunos como que, en condiciones normales de un 2% a un 5% del oxígeno consumido por las células se transforma en radicales libres que intervienen en diversas funciones celulares fisiológicas. Pero con la aparición de algunos condicionantes o circunstancias como el ejercicio físico intenso, la ansiedad, el tabaquismo o el alcoholismo, el consumo de oxígeno por parte del metabolismo aeróbico puede producir reacciones no controladas de oxidación que alteran la estructura y el funcionamiento celular produciendo una serie de fenómenos conocidos con el nombre genérico de estrés oxidativo.
En este sentido, los expertos presentes en esta iniciativa citaron como ejemplo para mostrar el efecto del estrés oxidativo del organismo comparándolo con la oxidación de una barandilla de hierro a la orilla del mar. “El oxígeno reacciona con el hierro de esa barandilla y hace que se deteriore. Pero algo más: se va deshaciendo. Algo así ocurre con el organismo: el efecto de la oxidación no es sólo estético, que también, sino que va más allá de la aparición de una “arruga” y el organismo oxidado (o la célula oxidada) deja de funcionar”, concretaron.
Tal como explica el doctor Pedro Jaén, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, “el oxígeno reacciona con todo lo que se encuentra a su paso dentro de la célula: proteínas, hidratos de carbono, grasas y nuestro ADN, lo que da lugar a la alteración del material genético, lo que está en la base de que la célula deje de funcionar y entre en proceso de enfermedad”.
Los expertos apuntaron hacia ciertos tejidos que muestran especial sensibilidad para el estrés oxidativo, como son el endotelio vascular, la neurona y el tejido cutáneo. Se calcula que entre el 80 y el 90% de las patologías están asociadas a la oxidación celular y señalaron como ejemplo dolencias como procesos asmáticos, inflamatorios y oncológicos, diabetes, alteraciones hepáticas o enfermedades neurodegenerativas. Esta es la razón de que se incida desde los ámbitos sanitarios, en la necesidad de minimizar el estrés oxidativo.
El papel de los polifenoles
Una de las herramientas para luchar contra el deterioro causado por la oxidación es la dieta, puesto que a través de la alimentación se introducen en el organismo la mayoría de los antioxidantes, según señaló el doctor Francisco J. Tihanones, jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Virgen de la Victoria, que aseguró que los antioxidantes más potentes se encuentran en frutas y verduras y, de hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo de al menos cinco raciones de frutas y/o verduras al día. “Entre los diez alimentos con mayor beneficio se encuentran los aguacates, las frutas del bosque (fresas, arándanos, frambuesas...), el brécol, el repollo y las coles, zanahorias, frutas cítricas y uvas”, que contienen hasta 20 antioxidantes diferentes”, agrega este especialista, que añade que el aceite de oliva virgen posee, además del ácido oleico, una importante cantidad de componentes menores con alto poder antioxidante.
Aunque en ocasiones se alude a la acción antioxidante de las vitaminas, hay muchas otras sustancias que ejercen esa función, como los minerales y los denominados polifenoles, con una capacidad mucho mayor y que también se encuentran en frutas y verduras. En realidad, existen miles de sustancias químicas diferentes que producen una acción antioxidante superior a la de las vitaminas. La ingesta de alimentos variados con diferentes tipos de antioxidantes permite que aflore la sinergia de acción que se produce entre estas sustancias. En estos casos, el efecto antioxidante es superior al de la suma de cada sustancia de forma individual: si un antioxidante tiene una capacidad antioxidante de dos y otro de tres, el efecto de tomar ambos no es cinco, sino de seis u ocho.
Los polifenoles son los antioxidantes más abundantes en la dieta. Su ingesta dietética total podría ser de hasta 1 gramo al día, que es mucho más alto que el de todas las demás clases conocidas de fitoquímicos y antioxidantes en la dieta. Su consumo es 10 veces superior a la ingesta de vitamina C y 100 veces mayor que la ingesta de vitamina E y carotenoides.
Del total de estas sustancias presentes en la dieta, un tercio son ácidos fenólicos y el resto flavonoides. “El ácido ferúlico -añade la doctora Andrés-Lacueva- se encuentra en las hojas y las semillas de muchas plantas y cereales como el arroz integral, el trigo integral y la avena, el café, la manzana, la alcachofa, los cacahuetes, la naranja y la piña. Y las bebidas son una importante fuente de polifenoles, por su mayor concentración”.