Alimentación España , Valladolid, Miércoles, 09 de junio de 2010 a las 14:03

Analizan cómo afectan las actividades humanas a la conservación y distribución del alcaudón real

Investigadores del área de Ciencias Ambientales de la Universidad Europea Miguel de Cervantes se encargan del proyecto

Cristina G. Pedraz/DICYT Investigadores de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) de Valladolid trabajan en los últimos años en un área de unos 70 kilómetros cuadrados ubicada entre las localidades de Castronuño (Valladolid) y Toro (Zamora) con el fin de analizar cómo afectan las actividades humanas a la conservación y distribución del alcaudón real. Se trata de un pequeño depredador de unos 22-26 centímetros de largo, un “gran aliado” de los agricultores al eliminar topillos y un elevado número de insectos, principalmente grillos, que pueden perjudicar a los cultivos, como explica a DiCYT Francisco Campos Sánchez-Bordona, coordinador de la línea sobre ecología y conservación de especies de aves de la UEMC.

 

En la actualidad, la mayor parte de la parcela está dedicada a una agricultura extensiva y al mismo tiempo intensiva, de tal forma que el 85 por ciento de este territorio lo ocupan los cultivos y sólo un 15 por ciento la vegetación natural. Tal y como detalla el investigador, realizan un seguimiento de las variaciones en el uso de este suelo a través de cartografía digitalizada. En los últimos años, entre 2006 y 2010, han detectado que ese pequeño porcentaje de vegetación natural ha disminuido un 15 por ciento por diversas razones. Una es la construcción de la línea férrea de alta velocidad entre Olmedo y Zamora, pero la principal es otra: la agricultura.

 

El problema radica en que la reducción de la vegetación natural afecta al alcaudón. Pese a que la población en esta zona tiene una densidad diez veces mayor a la registrada en otras partes de Centroeuropa con especies similares, está lejos de ser la óptima. “Se percibe que le cuesta alcanzar una densidad de población buena porque no encuentra su hábitat más adecuado, y no lo hace porque el hombre está actuando en él continuamente. Tenemos una buena densidad de población de alcaudón pero está yendo a menos año tras año”, subraya Sánchez-Bordona. Aunque no está en peligro de extinción, el alcaudón real ya ha sido incluida entre las especies más amenazadas en el Libro Rojo de las Aves.

 

Los investigadores decidieron centrar su trabajo en ella como especie “tipo” de espacios abiertos como la zona que estudian, un ave “relativamente pequeña” pero que ofrece grandes ventajas para realizar análisis y sacar conclusiones. El objetivo, pues, es ampliar las conclusiones que obtengan al resto de especies.

 

Menor éxito reproductor

 

Uno de los aspectos que se ha examinado es el éxito reproductor. “En esta zona, dos de cada tres veces que el ave intenta reproducirse fracasa porque los nidos se los comen otras especies, y creemos que la razón es que se ubican en zonas muy accesibles a los depredadores, precisamente porque el hombre va eliminando la vegetación natural”, concluye el experto.

 

En este sentido, sugieren una serie de medidas “simples y eficaces” que contribuirían a su conservación. “Los agricultores tienen como costumbre desde hace muchos años eliminar los arbustos espinosos, bien sean los rosales espinosos o las zarzamoras. Es un error, ya que son muy utilizados por algunas especies para nidificar, entre otras el alcaudón. Bien es verdad que, cuando hay plagas, se refugian ahí los topillos pero al mismo tiempo favorecen la presencia del alcaudón, y una cosa compensa a la otra”, insiste.

 

Asimismo, han comprobado que la ausencia de vegetación natural obliga a las aves a construir los nidos en montones de sarmientos de los viñedos que, cuando son quemados, se pierden. De este modo sugieren una pequeña modificación, quemar los montones de sarmiento un poco más tarde para evitar frenar el proceso de reproducción. “Se trata de proponer medidas simples que no cuestan dinero, solo suponen tener un poco de cuidado en determinadas ocasiones de manera que se favorezca el desarrollo de especies que pueden estar en peligro de extensión o, en el caso del alcaudón, disminuyendo su población de manera importante en los últimos años”.

 

Participación del alumnado
Los primeros resultados del proyecto, financiado por la Obra Social de Caja, han visto la luz en forma de publicaciones en revistas científicas, aunque próximamente esperan realizar una publicación de mayor envergadura con todos los datos obtenidos. Como destaca el investigador, en los trabajos participan profesores y también alumnos. “Una de las políticas que seguimos es que los alumnos participen, que durante la carrera adquieran el conocimiento y el saber hacer de modo que al terminar y salir al mercado laboral les permita tener un bagaje”, asegura.