Asocian a una mutación el aumento de la densidad mamaria en la posmenopausia
Karina Toledo/AGÊNCIA FAPESP/DICYT A medida que las mujeres envejecen, el tejido glandular de las mamas –más firme– va siendo sustituido paulatinamente por grasa. En lenguaje médico, la mama deja de tener una alta densidad mamográfica y es liposustituida. Sin embargo, en algunos casos, las mamas siguen densas aun después de la menopausia. Pero esto que puede parecer una ventaja estética es un factor que, de acuerdo con la literatura científica, puede elevar entre cuatro y seis veces el riesgo de cáncer de mama.
En un estudio realizado recientemente con 463 pacientes del Hospital de Clínicas (HC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP) se demostró que en ese grupo de mujeres con mamas densas llega a ser un 75% más frecuente la aparición de una mutación conocida como PVULL, que afecta al gen del receptor de estrógeno en la mama y aumenta la acción hormonal en ese tejido. Estos resultados salieron publicados en diciembre de 2013 en el periódico Journal of Cancer Science & Therapy.
La investigación se llevó a cabo durante el doctorado de Marilene Alicia de Souza, bajo la dirección de la profesora de la FMUSP Angela Maggio da Fonseca, coordinadora del proyecto intitulado La obesidad con y sin síndrome metabólico como factor de riesgo para el cáncer de mama, que contó con el apoyo de la FAPESP.
“Nuestra hipótesis sostenía que esa mutación del receptor estrogénico en el gen, que es una característica hereditaria, podría derivar en una alta densidad mamográfica posmenopáusica, lo que constituye un factor de riesgo importante para el cáncer. Y los datos confirmaron dicha hipótesis”, afirmó De Souza.
Se dividió a las participantes en el estudio –con edades entre 45 y 65 años y todas al menos un año sin menstruar– en dos grupos: 308 integraron el grupo con mamas densas y 155 el de baja densidad mamográfica, considerado como grupo control.
“Inicialmente se evaluó a más de 4 mil mujeres, pero excluimos a aquéllas que hacían uso de hormonas y las que tenían sospecha o diagnóstico de cáncer de mama”, comentó De Souza.
Todas las voluntarias consideradas elegibles pasaron por una secuenciación genética a los efectos de evaluar la presencia de la mutación. También se sometieron a exámenes de mamografía, evaluación de peso, altura e índice de masa corporal (IMC), y respondieron un cuestionario sobre su historia familiar y sus hábitos de vida.
Los resultados revelaron también que en el grupo de mujeres con mamas densas fueron más frecuentes los casos familiares de cáncer de mama. Mientras que en la población en general tan sólo el 4% de las mujeres informa sobre casos en parientes de primer grado (madre e hija), en la población estudiada dicha frecuencia ascendió al 19%.
“Lo más preocupante es que observamos en ese grupo de mujeres una mayor frecuencia de otros factores de riesgo conductuales; por ende, sin relación con esa característica genética. En general habían pasado por una cantidad menor de gestaciones, y es sabido que, con cada embarazo, la posibilidad de ser clasificada como con alta densidad mamográfica disminuye un 17%. También se observó una frecuencia mayor de gestaciones tardías (después de los 28 años), y con cada año de demora de la primera gestación concluida aumenta el riesgo un 5,3%. Asimismo, fue mayor la frecuencia de fumadoras y consumidoras regulares de alcohol. Son entonces diversos factores de riesgo para cáncer de mama que van sumándose”, advirtió De Souza.
En varios estudios anteriores se había demostrado que el embarazo –fundamentalmente antes de los 28 años– y el amamantamiento tienen un efecto protector contra el cáncer de mama, pues inducen la diferenciación completa de las células de las glándulas mamarias.
Las mamas densas en el período posmenopáusico constituyen un indicio de una mayor presencia de células no diferenciadas, que son más susceptibles a sufrir las mutaciones que ocasionan el cáncer. Asimismo, el estrógeno induce una mayor proliferación celular en el tejido, lo que eleva aún más el riesgo de mutaciones.
“Estos resultados alertaron acerca de la necesidad de tratar a esas mujeres con mayor riesgo de manera diferenciada. La secuenciación genética es sencilla y debería hacerse en todas las mujeres con antecedentes de cáncer en la familia y con alta densidad mamográfica posmenopáusica. De confirmarse la presencia del polimorfismo genético [PVULL], debería llevarse a cabo un riguroso seguimiento, con exámenes cada seis meses”, evaluó De Souza.
La médica se manifiesta también favorable a la posibilidad de implementar un tratamiento preventivo en tales casos. “Una de las opciones que podrían estudiarse está constituida por el medicamento tamoxifeno, capaz de disminuir la acción hormonal en las mamas. Muchas mujeres que padecen mastalgia (dolor en las mamas) hacen uso de esta droga actualmente”, afirmó.
Obesidad
Aunque el grupo de mujeres con mamas densas presentó en promedio un IMC menor que el grupo de control, el índice de obesidad –otro conocido factor de riesgo de cáncer de mama– fue alto: de un 40,7%. “Este dato resulta preocupante, pues son dos importantes factores de riesgo que se suman”, comentó De Souza.
El grupo de científicos investigó también otra mutación que afecta al gen del receptor de estrógeno en la mama, conocida como XBAL. “Al diferencia de la PVULL, la XBAL no exhibió una fuerte correlación con la alta densidad mamográfica posmenopáusica. Por otra parte, la mutación XBAL parece desencadenar una acción hormonal que favorece la obesidad. Alrededor del 69% de las portadoras tenían un IMC superior a 25, frente a un 30% de las mujeres sin la mutación XBAL. Éste es un dato que va al encuentro de la literatura”, comentó De Souza.
Otros resultados de este estudio se dieron a conocer en tres artículos publicados en la revista Gynecological Endocrinology en febrero de 2013, agosto de 2013 y enero de 2014 respectivamente.