Aumentan las condiciones favorables para el granizo en el sur de Europa
José Pichel Andrés/DICYT Una investigación de científicos españoles y franceses publicada en la revista Atmospheric Research ha analizado las precipitaciones de granizo registradas en el sur de Francia en las últimas décadas, desde 1948 a 2015. El estudio observa una evolución hacia un entorno atmosférico que favorece el aumento de este fenómeno meteorológico, pero los investigadores creen que otros factores podrían mitigarlo y hacer que en realidad solo estén aumentando de frecuencia las tormentas con granizos más grandes, mientras que disminuyen las granizadas débiles.
“El granizo es muy irregular en el espacio y en el tiempo, lo que hace que existan pocas bases de datos largas y homogéneas para estudiar sus tendencias”, explica a DiCYT Andrés Merino, miembro del Grupo de Física Atmosférica del Instituto de Medio Ambiente de la Universidad de León, que ha realizado el estudio junto a la Universidad Complutense de Madrid y Anelfa, centro de investigación de Toulouse.
Dada esa escasez de información, el estudio se centra en varias regiones francesas que cuentan con series de más de 25 años de datos de granizadas recogidos ininterrumpidamente. Esto es posible gracias a los “granizómetros”, sensores que permiten registrar las caídas de granizo. En concreto, Anelfa cuenta con más de 1.000 de estas estaciones. A partir de ahí, para calcular tendencias se utilizaron técnicas estadísticas ampliamente usadas en estudios climatológicos.
De las zonas analizadas, “solo en la región pirenaica ha aumentado la frecuencia de caídas de granizo registradas en los últimos 25 años”, destaca. Además, los científicos advierten de que los resultados de este trabajo en cuanto a frecuencias de granizo registradas no son extrapolables a otras áreas de estudio, ni siquiera a regiones cercanas debido, precisamente, a que las precipitaciones de granizo son muy irregulares en el espacio y en el tiempo.
La tendencia en España
Sin embargo, los científicos han utilizado los datos disponibles para tratar de llegar a conclusiones más generalizables. “Como en España no se tienen series largas de registros de granizo que permita inferir tendencias significativas, lo que se ha buscado es encontrar relaciones entre campos atmosféricos y caídas de granizo”, comenta Andrés Merino. Así, en el trabajo se buscaron tendencias de los campos atmosféricos que eran favorables a la aparición de tormentas de granizo y, en este caso, sí se observó una tendencia significativa en los últimos 60 años hacia entornos más favorables para que se formen tormentas de granizo. No obstante, “esto no se tiene que traducir necesariamente en un aumento de la frecuencia de granizo registrado en el suelo, ya que hay más factores que se deben de tener en cuenta, como la fusión del granizo en su caída desde la nube”.
En el contexto de calentamiento global de la actualidad, “los entornos son más favorables para que se produzcan tormentas de granizo como se ha comprobado en este estudio”. Por el contrario, un aumento del nivel de la cota de congelación, conocida como isocero –la altura a la que se encentra una temperatura de cero grados Celsius y a partir de la cual el granizo empieza a fundir- puede contrarrestar este efecto.
Estudios para confirmar sospechas
Así se producen un mayor número de tormentas con potencial de granizo, pero en muchas de ellas el granizo se acaba fundiendo antes de llegar al suelo y solo las tormentas más severas y con granizo más grande acaban llegando a la superficie. “En estos momentos nos encontramos realizando diversos estudios para confirmas estas sospechas, pretendemos saber si las granizadas más severas, las que implican granizos más grandes, están aumentando, mientras que las menos severas no aumentan o disminuyen”, aclara. Si se confirma, no sería una buena noticia, ya que las precipitaciones de granizo más fuertes causan graves daños económicos.
De hecho, el aumento en las condiciones favorables para las tormentas de granizo que se ha observado en este estudio no se ha traducido en un aumento en la frecuencia observada de granizo en todos los lugares, solo en las regiones pirenaicas elevadas, lo que sugiere que el efecto de fusión, que es más notable en áreas de baja elevación, ya que en zonas elevadas la superficie está más cerca del nivel de congelación, puede estar contrarrestando la frecuencia de granizo en zonas de baja altitud, al aumentar el nivel de la isocero.
Un fenómeno muy difícil de medir
En general, el registro de caídas de granizo es muy problemático. Los granizómetros son una simple placa de un material plástico deformable que permite conocer si ha granizado, el número de granizos que han caído y su tamaño. El inconveniente es que este sistema requiere personal que cambie la placa cada vez que se produce una granizada, así que no es fácil de mantener en largos periodos de tiempo. Otros métodos que se utilizan son indirectos, mediante teledetección con satélite o radar meteorológico y la simple observación. Sin embargo, estas técnicas no permiten la obtención de series largas y homogéneas de caídas de granizo, lo que hace que el cálculo de tendencias sea poco fiable.
Esta incertidumbre se traslada a los escenarios de calentamiento global. “Es muy complicado predecir con modelos tendencias fiables de este fenómeno”, señala el investigador de la Universidad de León. Este mismo estudio es una buena muestra de ello: “En una atmósfera más caliente existe más energía para que se produzca convención profunda, lo que favorece la aparición de tormentas con potencial de granizo, pero al mismo tiempo, el aumento del nivel de la isocero favorece que se produzca la fusión del granizo haciendo que sea menos probable que alcance el suelo”, recuerda, así que es difícil calcular cuál de los dos hechos pesará más.
Referencia bibliográfica | |
Sanchez, Jose & Merino, Andrés & Melcón, P & García-Ortega, E & Fernández-González, Sergio & Berthet, Claude & Dessens, J. (2017). Are meteorological conditions favoring hail precipitation change in Southern Europe? Analysis of the period 1948–2015. Atmospheric Research. 198. 10.1016/j.atmosres.2017.08.003. |