Científicos del CINQUIMA desarrollan métodos de análisis para determinar la calidad de la cera de abeja
YG/DICYT El grupo de investigación sobre Técnicas de Separación y Análisis Aplicado (TESEA) de la Universidad de Valladolid, integrado en el instituto universitario Cinquima (Centro de Innovación en Química y Materiales Avanzados), lleva siete años estudiando la calidad de la cera de abejas, en una línea que dirige el profesor Juan José Jiménez Sevilla, con el objetivo de desarrollar métodos de análisis que permitan evaluar correctamente desde parámetros básicos, como su densidad, índices de peróxidos o índice de acidez, hasta la determinación de compuestos característicos en esta sustancia, como alcoholes, ácidos, esteres, hidrocarburos y otros muchos parámetros que permitan su autentificación, de modo que se facilite la detección e identificación de los productos con los que a veces ha sido adulterada, al mismo tiempo también han desarrollado metodología para la evaluación de residuos de plaguicidas que pueden quedar almacenados en ella.
Durante este tiempo se han analizado más 200 muestras tanto de cera virgen como de cera estampada de toda la geografía nacional, con el objetivo último de "establecer unos parámetros de calidad" de este producto. Para llevar a cabo estos análisis, ha explicado a DICYT el coordinador del Grupo, el catedrático José Luis Bernal, los investigadores se han valido principalmente de dos técnicas; la cromatografía en fase gaseosa y la espectroscopia de reflectancia total atenuada en el infrarrojo, que les han permitido conocer no sólo los compuestos presentes en la cera, sino también su proporción, en la mayoría de los casos.
Gracias a la aplicación de estos métodos de análisis a las muestras, los científicos han logrado establecer unos valores guía que en un futuro podrían utilizarse para la elaboración de una normativa que regule la calidad de la cera de abeja, una regulación que actualmente no existe, ha explicado el investigador principal del Grupo, pese a que España tiene alrededor del 20% del total de colmenas que existen en Europa, casi 3 millones censadas.
Además de detectar la presencia de cierto tipo residuos, como plaguicidas u otros compuestos procedentes de tratamientos quimioterápicos, los investigadores han utilizado estos métodos de análisis para poder determinar si la cera ha sido adulterada o no. Así, han logrado identificar la presencia de algunos de los adulterantes más utilizados, entre ellos, distintas parafinas, el ácido esteárico, el sebo o cera de carnauba y los niveles en qué están presentes en la cera.
Paralelamente a estos estudios, los investigadores también han probado diversos métodos para limpiar la cera con el objetivo de eliminar estos residuos. Entre otros, han estudiado procesos a través de extracción selectiva con disolventes, acción de las microondas, radiaciones ultravioleta, el calentamiento a vacío y con arrastre de vapor, o hirviendo repetidamente la sustancia en agua, siendo este último el que ha resultado más económico y eficaz en los ensayos que se han realizado en el laboratorio aunque, como reconoce el investigador, “no se ha probado a nivel industrial”.