Alimentación España , Castilla y León, Martes, 21 de julio de 2009 a las 13:43

Continúa la tendencia positiva en el censo de osas con crías en la Cordillera Cantábrica

Durante 2008, 19 hembras criaron 37 oseznos, cifras que dependen de factores como la alimentación otoñal, según técnicos de la Fundación Oso Pardo

CGP/DICYT En el transcurso del pasado año, 19 hembras de oso pardo han criado 37 oseznos en la Cordillera Cantábrica, la segunda mejor cifra desde 1989, momento en que se iniciaron los registros. Este dato sitúa el número de ejemplares de esta especie en peligro de extinción entre los 105 y los 130 en la zona de montaña, que aglutina buena parte de las comunidades de Cantabria, Asturias, Galicia y Castilla y León. Así lo han dado a conocer hoy en Valladolid representantes de estas regiones y de la Fundación Oso Pardo, quienes trabajan conjuntamente en la elaboración del censo mediante observaciones directas y localización de rastros.

 

Según ha detallado José Ángel Arranz, director general de Medio Natural de la Junta de Castilla y León, la población de oso pardo en la zona occidental de la Cordillera Cantábrica (que engloba la parte de Asturias, Alto Sil leonés, Ancares y Lugo) se encuentra “más amplia y estable”, con 17 osas con crías y 34 oseznos; mientras que la parte oriental (Cantabria, montaña palentina y montaña oriental leonesa) es “la que más preocupa” y ha contabilizado dos osas con tres oseznos, una cría menos que el pasado año. No obstante, ha asegurado Juan Carlos del Campo, jefe del Servicio de Vida Silvestre del Principado de Asturias, lo importante en poblaciones animales “es la tendencia”, y esta continúa en aumento desde los 90.

 

En este sentido, paralelamente a la buena evolución demográfica se ha producido un incremento del tamaño de la camada. Entre 1989 y 2004, los estudios científicos elaborados han reflejado una proporción de osas con tres crías inferior al 10 por ciento, mientras que el tamaño medio de camada se ha situado en 1’8 crías por hembra. En el periodo 2005-2008, la proporción de osas con tres crías prácticamente se ha duplicado y el tamaño medio de la camada se ha situado en dos crías por hembra.

 

Incidencia de la alimentación otoñal

 

La oscilación de la población de oso pardo depende de factores “humanos” que las administraciones tratan de solucionar a través de los planes de recuperación de la especie. Entre ellos figura la eliminación de la caza furtiva y de los cepos y lazos de acero que se utilizan en la actualidad para cazar otros animales, como los jabalíes, y que pueden afectar a los osos. Por otro lado, existen factores naturales que condicionan los partos. Tal y como ha explicado Guillermo Palomero, técnico de la Fundación Oso Pardo, de la buena alimentación en otoño depende en gran medida la cría de oseznos. El otoño es la estación más importante para la supervivencia del oso, ya que es en esta época cuando tiene que acumular grasa para hacer frente al sueño invernal y a la reproducción.


Pero la comida es más o menos abundante según los años. Las fuentes de alimentación son diversas y a veces están dispersas, de manera que el oso necesita disponer de facilidad de movimientos y de tranquilidad en los lugares donde encuentra su sustento. Avellanas, hayucos, bellotas y castañas y, en menor cuantía, los frutos carnosos (peras y manzanas silvestres) constituyen los alimentos esenciales en la dieta del oso. En el otoño, el jabalí (cuya población es creciente en la zona) se alimenta en los mismos bosques que el oso, lo que le convierte en su competidor. Además, las batidas para cazar jabalíes pueden provocar molestias a los osos. En relación con la cría, las reservas de grasas de las osas son un factor esencial para la reproducción y para la viabilidad futura de los oseznos, por lo que del acopio de alimento en esta estación dependen en gran medida los censos.


Unir poblaciones

 

Otro de los aspectos que las administraciones tratan de fomentar es la unión de las poblaciones de las zonas oriental y occidental. En este sentido, José Ángel Arranz ha apuntado que es una situación “difícil” pero que ya se han constatado algunas uniones. De este modo, algunos osos han viajado cientos de kilómetros hacia el lugar y algunos incluso “luego han retornado a su lugar de origen”. Sin embargo, la movilidad de las osas es más complicada. “Las hembras son más sedentarias y tienen que llevar a sus crías” asegura Juan Carlos del Campo.