Dos genes de la dopamina se relacionan con los mecanismos biológicos de la adicción
IGC/DICYT La adicción a una sustancia se está empezando a ver desde otro punto de vista complementario al psicológico y social: la Neurobiología, el estudio de la organización de las células nerviosas para procesar información. Bajo este punto de vista, la drogodependencia se relaciona con un desajuste del sistema de gratificación o recompensa del cerebro, regulado por neurotransmisores como la dopamina. Así, varios estudios relacionan dos genes de esta sustancia en el abuso de drogas y alcohol, abriendo un amplio campo para la investigación. Un curso de la Universidad de León, que finaliza mañana, ha tratado este tema.
Según ha explicado a DiCYT Cármen Bárcena Calvo, doctora por la Universidad de León en el área de Psicología y Personalidad y co-directora del curso Conocer y actuar ante drogodependencias y otras adicciones, "los estudios más novedosos en el terreno de las adicciones señalan factores neuroquímicos como una de las razones para que determinados individuos sean más propensos a ser adictos". Para Bárcena, "cualquier adicción genera una alteración psicológica y bioquímica en el organismo", pero "las sustancias químicas son las que generan mayores alteraciones, ya que afectan a determinados neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, implicados en el funcionamiento del sistema de recompensa del cerebro".
Este mecanismo, ubicado en el sistema límbico, produce sensaciones de bienestar y placer en la persona. "Determinadas sustancias potencian ese sistema", argumenta la experta, "por lo que, si una persona tiene un desajuste en los neurotransmisores que rigen este sistema, su propio organismo demanda esta recompensa". Según Bárcena, las posibles causas de esta alteración del sistema de recompensa incluyen factores genéticos, especialmente los genes de la dopamina D2 y D4. "Hay que estudiar más la genética humana para saber cómo funcionan estos genes, así como también en farmacocinética y neurología", opina la directora del curso. "Queda mucho por hacer en la investigación del cerebro", finaliza. En su opinión "todas las técnicas ayudan", desde la resonancia magnética hasta los estudios conductuales.
Para Bárcena, tanto las sustancias opiáceas (heroína o derivados) como los antidepresivos y ansiolíticos "pueden favorecer esa recompensa". Así, la persona se hace adicta por el refuerzo de ese sistema de recompensa, ya que "el organismo deja de producir los neurotransmisores al obtener los mismos efectos a través de la droga", con lo que se crea tolerancia y luego dependencia. La diferencia entre una y otra sustancia para la expera es que, mientras que los fármacos tienen una acción localizada y su administración está controlada por un médico, "las drogas modifican otros aspectos cognitivos y no están controladas". En cualquier caso, "los fármacos no curan, ajustan la bioquímica neuronal, por lo que hay que trabajar también con terapias psicológicas".