Alimentación Colombia , San Andrés y Providencia, Martes, 19 de julio de 2011 a las 11:57

El Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, sitios de la geografía colombiana sin explorar

Este territorio insular ha sido declarado por la Unesco como la Reserva Mundial de Biosfera Seaflower

UN/DICYT Luego de 13 años de presencia en la zona, la Universidad Nacional (UN) de Colombia se posiciona como un referente local que lidera propuestas en la organización pesquera, la conservación del ambiente, la investigación biológica y la transformación social. Para Adriana Williams es preocupante que todavía algunos de sus paisanos en la isla de San Andrés no se alimenten bien y que tengan que destinar más del 30 por ciento de sus ingresos a comprar agua potable.


A Roberto Hudson, secretario de Agricultura del departamento, le inquieta el efecto que tiene el tránsito sobre la calidad de vida de los sanandresanos, ya que al año se registran cerca de 14 muertes por accidentes, siendo el 95% de las víctimas jóvenes entre los 18 y 23 años. Entretanto, Asilvina Pomare Lever vive alarmada por la mala huella ecológica que deja el turismo en la pequeña isla de 26 kilómetros cuadrados. Cerca de 250 mil turistas llegan al año y con ellos sus basuras, un problema crítico para las autoridades.


Estos tres nativos del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina son una muestra de la nueva generación de profesionales que desarrollan análisis y plantean soluciones para los problemas latentes de este territorio insular, declarado por la Unesco como la Reserva Mundial de Biosfera Seaflower.
 

 

Desde que llegó la Universidad Nacional de Colombia, primero con el Instituto de Estudios del Caribe y luego con actividades de formación superior, se comenzó a generar una nueva visión sobre este territorio y otros de la región Caribe como Santa Marta, en donde se ubica el Centro de Estudios en Ciencias del Mar (Cecimar). El país ya no mira a estas regiones solo como brisa, playa y sol, sino como zonas con potencial para desarrollar ciencia y tecnología.
 

Los pasos


Ahora, entre los nativos es una posibilidad real estudiar en su territorio gracias a programas especiales de movilidad académica de educación superior. Cuentan con todo el respaldo institucional de la UN, representado por un juicioso grupo de investigadores que integran una rigurosa comunidad académica cuyo aporte es vital para el desarrollo de la región.


Según el director de la Sede Caribe, José Ernesto Mancera, la presencia de la UN en la zona ha propiciado procesos sociales interesantes. Por ejemplo, los estudiantes de maestría que pertenecen a organismos públicos de la isla, ahora desarrollan proyectos que podrán convertirse en políticas públicas.


Temas como el manejo sostenible del agua, el tratamiento adecuado de los residuos sólidos, el ordenamiento territorial, la conservación de los recursos naturales y la creación de alternativas para la seguridad alimentaria, entre otros, pasan por las manos de estudiantes sanandresanos, que años atrás, en el mejor de los casos, habrían tenido que salir de la isla para hacer un pregrado o posgrado.


También, con el trabajo de investigadores de la UN se han planteado soluciones a problemas tangibles de las comunidades. Solo por citar un caso, con el Programa Nacional de Transferencia de Tecnología Agropecuaria (Pronatta), se pudo llevar conocimiento a las familias porcicultoras para que convirtieran el estiércol de los cerdos (una de las actividades vitales de San Andrés) en abonos orgánicos.


En este caso se pudo atacar un grave problema de contaminación ambiental y convertirlo en una ganancia para otro sector crítico de la isla, el de la agricultura, en una región de suelos poco fértiles.


Con las ciencias


El Director de la Sede Caribe asegura que además se avanza en la investigación para el conocimiento de la biodiversidad marina de Colombia. En la actualidad hay numerosas publicaciones y expertos en este tema.
A raíz de esas investigaciones se han podido estudiar problemas cotidianos sobre los cuales no había información de consulta. Tal es el caso de la ciguatera, una enfermedad tóxica producida por la ingesta de productos marinos que tuvieron contacto con seres unicelulares tóxicos que se hallan en los arrecifes.
“Antes una intoxicación de este tipo pasaba desapercibida por falta de información. Ahora los expertos de la UN son contactados para encontrar alternativas a ese problema, típico de los mares tropicales”, señala Mancera.


Otros trabajos de exploración biológica han permitido caracterizar la vida terrestre y marítima de las islas. El conocimiento sobre tipos de algas, de pastos marinos, de manglares, de árboles nativos, de insectos, de peces, queda en el registro local y nacional. El Jardín Botánico de la UN en la isla juega un papel fundamental.


Con respecto a la pesca, Adriana Santos, bióloga de la UN en el Caribe, asegura que con el concurso de otras sedes, especialmente Bogotá, la institución está fuertemente ligada al tema. “Las investigaciones apuntan a obtener datos ambientales confiables e integrales para aportar pautas de manejo pesquero. La Universidad trabaja con los pescadores artesanales e industriales para aportar sus conocimientos mediante divulgación y publicaciones en diversos niveles”, explica la investigadora Santos.


De igual manera, la UN lidera proyectos interinstitucionales, como la creación del Programa de Ordenamiento Pesquero. Se compilaron y analizaron trabajos desde la pesquería natural (recursos de langosta, caracol y peces), lo socioeconómico y las estadísticas pesqueras. Estas herramientas permitieron formular pautas de manejo que fueron presentadas a la Junta Departamental de Pesca del Archipiélago.


En lo social


Un programa que genera impacto positivo es el de los cursos de inmersión en inglés y en español, tanto para colombianos como para estudiantes de Centroamérica y las Antillas. La isla es referencia en el mundo Caribe como una escuela natural para aprender estos idiomas, aprovechando una cualidad única del territorio en el contexto colombiano: el bilingüismo.


Mancera explica que el programa se enmarca en la estrategia Caribe, a la que la UN le apuesta junto con la Cancillería, para posicionar al archipiélago como un centro estratégico de educación internacional. Aquí todos ganan, tanto quienes llegan a aprender un idioma, como las familias raizales que reciben ingresos económicos extra por alojar e interactuar con los visitantes.


Son 13 años de presencia en el Caribe colombiano, en los cuales se ha analizado la realidad caribeña abarcando temas clave que van desde el narcotráfico y los impactos ambientales, hasta el estudio de la rica biodiversidad y la valiosa cultura local.