Salud España , Valladolid, Jueves, 24 de enero de 2013 a las 17:23

El Programa de Ictus del Hospital Clínico investiga la fase aguda de la enfermedad

Según el INE, en 2011 el ictus fue la primera causa de muerte en España y también el la primera de discapacidad en el adulto

CGP/DICYT El ictus es un problema sociosanitario de primera magnitud. Se trata de una enfermedad que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Se produce cuando éstos se rompen o son taponados por coágulos u otras partículas, lo que impide nutrir de oxígeno a las células del cerebro, que terminan muriendo. Como consecuencia de esta situación, los afectados pueden sufrir diversas discapacidades e incluso fallecer. Desde hace cinco años, la Unidad de Ictus del Hospital Clínico Universitario de Valladolid trabaja en diversas líneas de investigación, con el fin último de que este trabajo “revierta en la asistencia al paciente”.

 

Así lo apunta Juan Francisco Arenillas, coordinador de la Unidad, que ha pasado a convertirse en un Programa integral de apoyo a estos enfermos. “El paciente ingresa con ictus y una vez que es tratado es dado de alta. No obstante, hay que controlar las enfermedades causales y la lesión del cerebro, y aquí hay un nicho importante de nuevas ideas entorno a conseguir reparar y que el paciente recupere su funcionalidad”, señala. Esto se traduce en que de Unidad de Ictus se ha pasado a Programa de Ictus, “lo que no puede ser de otra manera porque hay que controlar todas las facetas de la enfermedad”, subraya.

 

Según el INE, en 2011 el ictus fue la primera causa de muerte en España. Además, es la primera causa de discapacidad en el adulto y la segunda de demencia después de la enfermedad de Alzheimer. “Esto supone que a nivel europeo esté reconocida en el segundo lugar respecto a carga económica que supone una enfermedad para los gobiernos, después de la cardiopatía isquémica”, añade el experto.

 

En la actualidad, el Programa de Ictus cuenta con diversas líneas de investigación. La más importante y la que más esfuerzos supone, asegura Arenillas, es la fase aguda del ictus. “Gracias a los medios diagnósticos de neuroimagen que tenemos podemos hacer un paralelismo, ya que el modelo clásico de oclusión de arteria cerebral en el animal se parece mucho a lo que podemos ver en el modelo de oclusión de la arteria cerebral media (una de las arterias que irrigan el cerebro humano), y con determinadas técnicas podemos controlar cuándo se abre la arteria, el tiempo de oclusión del paciente, incluso con los nuevos tratamientos de neurointervencionismo ese tiempo lo podemos controlar”, detalla.

 

Los investigadores tienen varios proyectos abiertos en esta línea, en aspectos como el conocimiento de los factores que inducen la resistencia a estos tratamientos en los pacientes, como es el caso de la resistencia a la insulina; biomarcadores, en colaboración con la Unidad de Infección e Inmunidad, o el estudio de los factores locales de resistencia a la recanalización arterial, liderado por la doctora Calleja y en colaboración con la Universidad de Cagliari. Otras líneas importantes son el manejo intensivo de la hiperglucemia para mejorar el pronóstico de estos pacientes, la neuroimagen avanzada o el tratamiento endovascular con los nuevos stents “que permiten la abrir las oclusiones arteriales en un porcentaje alto de los casos”.

 

Otra rama en la que investigan es la neurorreparación, en la que tienen proyectos centrados “en el déficit motor, en afasia y rehabilitación visual, que son tres grandes componentes de la discapacidad de estos pacientes”, resume el especialista. En este sentido, se pretende “tratar de comprender por qué unos pacientes se recuperan después del ictus y otros no” y en “cómo modular terapéuticamente los procesos que intervienen ahí y que apenas llegamos a conocer”. Se busca, pues, “conocer un poco mejor estos procesos” para lo cual han establecido, entre otras, colaboraciones con el Laboratorio de Procesado de Imagen (LPI) de la Universidad de Valladolid, para realizar estudios de tractografía por tensores de difusión (DTI, por sus siglas en inglés)". “Hemos observado cómo evolucionan estos pacientes y hemos tenido resultados importantes que muestran que hay plasticidad, que hay neurorreparación real y organización axonal, lo que se correlacionan con el grado de recuperación clínica”, avanza el experto.

 

Finalmente, la Unidad investiga la arterioesclerosis intracraneal, “que se considera la principal causa de ictus en el mundo”. En este sentido, han realizado un estudio de base poblacional que también está dando  resultados en el campo de la prevención primaria, con la intención de personalizar e individualizar esta prevención. Este trabajo colaborativo ha permitido elaborar una base de datos con casi mil individuos que incluye diversas variables clínicas, como la ecografía doppler, la resonancia, muestras de sangre o datos de seguimiento neuropsicológico.

 

En los últimos cinco años, los investigadores de la Unidad de Ictus del Clínico han publicado 38 artículos en revistas científicas de impacto. Asimismo, han logrado financiación para 15 proyectos y 14 ensayos clínicos. En 2012, se han leído dos tesis doctorales y seis se encuentran en desarrollo en la actualidad.


Investigación Aplicada y Medicina Traslacional

 

Este trabajo fue presentado en la I Jornada de Investigación Aplicada y Medicina Traslacional, organizada por la Unidad de Investigación Biomédica del Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Durante la jornada se mostraron diversas líneas de investigación y proyectos concretos que se están llevando a cabo en el Hospital Clínico y en centros afines. Jesús Bermejo, responsable de la Unidad de Investigación Biomédica del centro, subrayó que las actividades de investigación permiten “ahorrar costes sanitarios”.